Capítulo 21

9K 401 9
                                    

CAPITULO 21

Nos sentamos en el banco más cercano que había, se notaba las horas que eran puesto que no había nadie a nuestros alrededores. El frio era tal que por muy bien abrigada que estuviese estaba helada, o tal vez no era el frio lo que me hacía sentir así.

-Tengo que contarte una cosa muy importante.

-Yo también tengo que contarte cosas, y preguntarte – dije cortante.

-Tú dirás – dijo Alicia un poco extrañada de mi nueva actitud hacia ella. Normalmente era de otra manera cuando estábamos juntas, supongo que las cosas cambian con los daños.

-No, dime esa cosa tan importante, lo mío puede esperar un poco más – se acomodó al banco y se puso en situación.

-¿Te acuerdas de el sueño que te conté? ¿el que no paraba de tener todas las noches? – asentí – esta mañana cuando baje a desayunar se lo volví y a contar a mi madre y ella se puso rarísima.

-Eso no quiere decir nada Ali.

-Espera eso no es todo, más tarde la escuche hablar con una mujer de la que jamás había escuchado hablar en mi vida.

-Sera una amiga de la infancia, o la pescadera o quizás su amante yo que se.

-Erika escúchame – se acercó a mí cortando la distancia que nos separaba y me cogió de las manos – estas helada.

-Estoy bien – no convenciéndole mi respuesta prosiguió con lo suyo.

-Hablaban de mí.

-Que decían exactamente – me removí en el banco acercándome cada vez más a ella.

-De seguir ocultándome algo relacionado con mi sueño.

-¿Qué puede ser?.

-No lo se, pero necesito que me ayudes a averiguarlo Erika.

-¿Y cómo lo vamos hacer Ali?.

-Encontraremos la manera – se abalanzó sobre mí para abrazarme, podía sentir como temblaba. Su calor y su aroma, cuanto lo echaba en falta. Se fue separando poco a poco, tenía su cara a centímetros de la mía, mis ojos no pudieron evitar fijarse en aquellos labios que tantas veces había soñado pero no, tenía que sacarme aquello de la cabeza ya, tenían que irse los sentimientos de una vez - ¿Erika?.

-¿Si? – después de un gran rato deje de mirar sus labios y volví a la triste realidad.

-Que tenías que decirme.

-Ah nada déjalo – no se porque dije eso y no iba a lo que había venido pero preferí como de costumbre guardarme las cosas para mí.

-¿Es sobre Elena verdad?.

-¿Cómo?.

-Ya lo sé tonta y me alegro mucho por ti si eso te hace feliz a mí también, además no tengo nada en contra ni va a cambiar nada entre nosotras, eres mi mejor amiga y eso va a seguir siendo así – creo que mi cara era todo un poema y venga ya “mejor amiga” que me claven una estaca ya y me ahorro tanto sufrimiento.

-¿Cómo te has enterado? – fue lo único que salió de mi boca ante aquello.

-Por las fotos pillina – las fotos, es verdad, se me habían olvidado por completo – tengo que irme ya – se acercó a mí y me dio dos besos – nos vemos mañana en el insti ¿va?.

-Claro – me quede sentada mirándola hasta que desapareció entre la sombras de la noche.

Lo primero que hice al llegar a casa fue meterme directamente en la cama, no tenía ganas de nada, solo de perderme entre mis sabanas. Tantos días de puente para nada porque no he estudiado ni un día. Para colmo no conseguía conciliar el sueño, no paraba de darle vueltas a la cabeza, la cual iba a explotar en cualquier momento.

Conseguí dormir unas horas, pero no lo suficiente para que mi cara fuese la de un zombie. Aún quedaba más de media hora para que mi despertador sonara, no había cosa que más odiase que despertarme antes de que me sonara era algo con lo que no podía. Decidí levantarme y darme una buena ducha antes de ir al instituto, aunque a mi madre no le iba hacer gracia que hiciese ruido a estas horas. Prepare la ropa encima de la cama para cuando saliese. Después de estar totalmente arreglada  me seguía sobrando una hora antes de irme, intuía que hoy sería un día largo.

Baje hasta la cocina a desayunar algo, cosa que no me sorprendió fue ver que mi madre aun no andaba por allí, normal a estas horas quien va a salir de la cama, tenía la respuesta para eso, yo. No me calenté mucho la cabeza con lo que desayunar. Para cuando termine ya estaban llamando a la puerta, recogí la cocina un poco y me dirigí a abrir.

-Buenos días señorita – que bonita estaba Elena por las mañanas.

-Buenos días, espera que voy por mis cosas – le dije guiñándole un ojo.

-¿No huiras otra vez verdad? – dijo riendo.

-Idiota – subí a mi habitación a por mí mochila – mierda no he cargado el móvil, da igual – hoy iría sin él, lo deje cargando y me reuní con Elena abajo.  

-Cuanto amor por las mañanas – añadió cuando me vio – va a ser así siempre porque entonces tengo que replantearme esto – dijo señalándonos, cerré la puerta y me acerque a ella.

-A lo mejor puedo hacer que cambies de idea – la rodee por la cintura y la traje hasta mí, quedándonos centímetros la una de la otra.

-¿Cómo lo piensas hacer si se puede saber? – fui acortando los centímetros hasta que nuestros labios se sellaron, se separo un poco y continuo hablando – con eso no creo que puedas ha… - esta vez decidí callarla yo misma, comenzó siendo un beso lento, suave sin prisa por llegar a ninguna parte pero poco a poco la intensidad iba a creciendo a más como si nuestros labios hubiesen estado años echándose de menos y nuestras lenguas empezaron a jugar complementándose en cada movimiento.

-Ejeeeem… - escuchamos algo detrás de nosotras nos giramos y allí estaba Alicia de brazos cruzados cargándose ese maravilloso momento – Buenos días chicas ¿nos vamos?.

 -Claro – note que Elena estaba molesta y no es para menos nos había cortado todo el royo. Agarro mi mano y echo andar conmigo dejando a Alicia allí plantada le eche un vistazo y marcho detrás de nosotras. 

Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora