Capítulo 13

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CAPITULO 13

La hora había llegado, la mañana se pasó bastante tranquila. Era raro no tener noticias de Rubén o de Alicia. Estuve llamándolos a los dos durante un buen rato, pero extrañamente, los dos tenían el móvil apagado.

Quedaban cinco minutos para que Elena pasase a buscarme para irnos a la cafetería donde habíamos quedado con aquel chico que conocimos esta mañana.

-Entonces, ¿Dónde vais a ir?.

-Ya te lo he dicho como cinco veces mamá vamos al cine y luego digo yo que cenaremos por ahí.

-¿A qué hora vas a venir?.

-No lo sé.

-¿Cómo que no sabes Erika tendrás que saberlo?.

-En cuanto terminemos ¿vale?.

-Bueno pero no vengas muy tarde y cualquier cosa me llamas o me mandas un mensaje.

-¿Puedo ir con vosotras? – decía mi pequeñajo sentándose sobre mis piernas.

-Lo siento enano, te prometo que la próxima vez vienes con nosotras.

-Jo yo quería ir – me miraba poniéndome ojitos, era más mono.

Lo abrace fuertemente mientras él se quejaba y quería que lo soltara. De esto que llamaron a la puerta y salió disparado abrir.

-Hola Elena – escuchaba como le decía emocionado al verla.

-Hola Miguel ¿tú hermana?.

-Un momento – le grite desde la cocina, cogí mis cosas y me despedí de mi madre dándole un beso en la mejilla.

Salimos las dos camino de aquella cafetería donde nos esperaban. Íbamos bien de tiempo cosa que era rara en mí, ya que siempre llegaba tarde a todo.

Elena se veía increíblemente bien, llevaba unos vaqueros ajustados con los que se podría apreciar bien sus largas piernas, y una camisa de cuadros azul, debajo de ella pude ver que llevaba una camiseta de tirantas negra.

Yo en cambio iba de lo más normal típicos pantalones rotos y sudaderas como dos tallas más grande que la mía. Como yo decía la comodidad ante todo.

Al poco de llegar de la cafetería salieron dos chicos, pude reconocer a Hugo nada más verlo y el otro supongo que era su novio. Hay que reconocer que hacían muy buena pareja. Los dos eran de la misma estatura, Hugo era rubio al contrario que su novio que era moreno. Se podían ver que estaban fuertes, no una exageración pero si considerablemente.

-Hola chicas que puntuales os presento a mi chico David – hicimos las presentaciones, David era guapísimo más incluso que Hugo, de ojos azules intensos. Era el chico diez, vamos el que toda chica querría para ella, exceptuándome a mi claro está.

Tras las presentaciones y esperar que Hugo cerrase la cafetería nos fuimos derechos al cine. Por lo visto las entradas que tenía eran para divergente, no me sonaba de nada, pero bueno era gratis así que tampoco me iba a quejar.

Cada uno compro un cubo de palomitas para compartir y sus bebidas. Entramos a la sala que nos habían asignado, no estaba demasiado llena, normal aún faltaba un rato.

Decidimos sentarnos al final del todo, nos pusimos en mitad, Elena a mi lado y a mi otro lado Hugo seguido de David.

La sala empezó a llenarse, había un ruido insoportable todo el mundo hablando. Al parecer Hugo y David estaban muy entretenidos en otras cosas que no eran precisamente hablar mientras esperaban.

Elena se acercaba a mí rozando mi mano y hablándome al oído. Me estaba poniendo demasiado tonta, Erika ya cálmate.  Pero no podía ya que empezó a besarme el cuello, por suerte la película comenzó y se detuvo.

Dos horas después término la película la verdad es que me gusto bastante. Tras finalizar nos fuimos a cenar al McDonald que estaba al lado. Cada uno pidió lo suyo y nos sentamos.

-¿Os ha gustado la peli chicas? – nos preguntó el chico rubio que estaba enfrente de nosotras.

-Me ha encantado – dijimos las dos a la vez, nos miramos y nos reímos todos.

-Vaya par de dos – decía David con la boca llena de patatas.

Hablamos un poco de nosotros para irnos conociendo. Hugo nos contó como conoció a David. Fue una historia bastante graciosa y bonita. Él estaba trabajando en la antigua cafetería de su tío, y aun no tenía nada de experiencia en lo de ser camarero. Cuando sin querer le tiro un café encima a David que en ese momento estaba acompañado de su antiguo novio. Dicen que fue un flechazo lo que sintieron, empezaron hablar y poco a poco a quedar. David no podía seguir manteniendo su relación porque empezaba a sentir cosas por Hugo así que hablo con su ex, y lo dejaron. Y miraros un año después se les ve muy enamorados.

Los acompañamos hasta la casa de David que no quedaba muy lejos, Hugo se quedó a pasar la noche con él. Dijimos de quedar cuando pudiéramos los cuatro, nos dimos los números para mantener el contacto.

Elena y yo caminamos de vuelta, era bastante tarde pero no teníamos prisa por llegar, es más íbamos a paso lento.

Ojala no se acabara este momento, me había dado cuenta que cuando estaba con ella me olvidaba completamente de Alicia, quedaba en un segundo plano.

-¿Puedo preguntarte algo? – me saco de mis pensamientos.

-Claro, dime.

-Yo…¿te gusto? – fue directa al grano sin rodeos – por favor se sincera.

-Si Elena, me gustas – no podía mirarla me moría de la vergüenza. Me paro y se quedó enfrente de mí. Puso sus manos en mi cintura y continúo hablando.

-Puedo hacerte otra pregunta – dijo mirándome directamente a los ojos.

-Si – mi voz, mi cuerpo todo en mi temblaba.

-Sé que lo que te voy a preguntar es una locura y entendería que me dijeses que no porque apenas nos conocemos, pero como dijo David y Hugo esta noche, cuando sientes ese flechazo no puedes desaprovechar la oportunidad, porque si la dejas escapar, lo más seguro es que te arrepientas toda la vida – se paró para tomar aire – yo he sentido ese flechazo contigo Erika, y me encantas como eres, ya no físicamente que también, si no como persona – volvió a detenerse – hay va, ¿te gustaría salir conmigo?.

No podía creer lo que acababa de oír, esta chica, la que tengo enfrente de mí, la que es increíblemente espectacular, ¿me estaba pidiendo a mi salir?. A mí que no soy nada del otro mundo, a mí a la chica de la cual nadie se fijaría en la vida.

No sé porque lo hice agarre su cara con mis manos y la bese como si en ese momento nada más importase, éramos ella y yo, yo y ella y nada más. El tiempo se paró en aquel beso. Se fue apartando de mí no sin morderme el labio al terminar de corresponderme al beso.

-¿Entonces eso es un sí? – sus ojos brillaban como nunca antes los había visto brillar, y esa sonrisa producía magia en mí.

-Si – me incline y volví a besarla pero esta vez sin prisas no íbamos a ir a ningún lado.

Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora