CAPITULO 23
-¿De verdad que no puedes quedarte un ratito más?.
-No boba, tengo cosas que hacer.
-Porfa – me decía mientras que dirigía a la puerta para irme.
-No hagas eso anda.
-¿El qué?.
-Ponerme esa carita de cachorrito.
-Solo cinco minutos.
-Eso llevas diciendo hace media hora.
-No es justo.
-Te lo recompensaré – le di un pequeño beso en los labios y salí de la casa de Elena. A penas quedaban diez minutos para las cuatro, justamente cuando le dije que viniese. Nada más cruzar la calle observe que había alguien en mi puerta.
-¿Llevas mucho rato aquí?.
-No he llegado hace nada he tocado pero nadie me abría.
-Eso es porque no había nadie.
-Ah – se apartó un poco para que pudiese abrir la puerta cuando en mi bolsillo trasero empezó a sonar mi móvil.
-¿Si? – con la mano que me quedaba libre termine de abrir e invite a Alicia a pasar a dentro.
-Ya te echo de menos.
-Mira que eres tonta.
-Y tú una idiota que me abandona y no te digo nada.
-Ya te lo he dicho, te recompensare.
-¿Cómo?.
-Lo veras impaciente.
-Que sepas que sigo enfadada.
-Aun así estas preciosa – no podía verla pero sabía que al otro lado del móvil se había ruborizado – te llamo más tarde pequeña – deje el móvil en la entrada y busque con la mirada a Ali pero había desaparecido de mi campo de visión.
-¿Ali?.
-Estoy en tu habitación - ¿qué hace ahí? si para lo que tenemos que hablar perfectamente podemos hacerlo en el comedor. Al entrar en mi habitación la vi tirada en la cama como si fuese la suya propia y no la mía.
-¿Se está bien?.
-Si, de hecho, la tuya esta mejor que la mía – retire la silla del escritorio y me senté enfrente suya guardando las distancias, no quería que pasase otra vez lo ocurrido esta mañana en baño o lo que casi ocurre - ¿qué haces ahí tan lejos? ¿sabes que te puedes sentar aquí?, no muerdo eh.
-Estoy bien aquí.
-Como quieras – se incorporó para seguir hablando – he encontrado una foto donde sale la mujer de mis sueños – se volvió a tumbar – y a que no sabes quien más salía en ella.
-¿Quién? – pregunte curiosa.
-Yo.
-¿Estas segura?.
-Y tan segura Erika.
-Entonces los sueños que tienes pueden que no sean sueños, si no recuerdos.
-Puede ser.
-¿Qué vas hacer ahora?¿se lo vas a preguntar a tu madre?.
-No, está claro que no tiene intención de contarme nada, pero necesito que me ayudes a buscar más información sobre esa mujer.
-Está bien, ¿alguna idea?.
-De momento ninguna – se puso de pie de un salto – ya te contare algo cuando se me ocurra, ahora tengo que irme.
-Te acompaño hasta la puerta – bajamos las dos en silencio, le di su abrigo de la entrada.
-Gracias Erika – me abrazo fuertemente para despedirse como siempre hacia pero este abrazo tenía algo distinto a todos los demás y es que parecía que no quería soltarme.
-No las des Ali – le susurre
***
Horas después de despedirme de Alicia, ya lo tenía todo listo para recompensar a mi chica. Tras ultimar los pequeños detalles que me quedaban por hacer ya estaba todo listo para que llegara. Estaba tan nerviosa que no podía dejar de moverme de un lado a otro.
-¿Erika? – mierda sin querer me había dejado la puerta abierta corrí hasta allí y entonces la vi.
-Guau… - no había palabras para lo que veían mis ojos. Entonces entro y termino de cerrar la puerta, estaba vez bien cerrada. Se acercó a mí a paso ligero, paso sus manos por mi cintura y me atrajo todo lo que puedo hacia ella.
-Sigo enfadada – me acerque a sus labios y le mordí el labio inferior, era tan perfectos como ella – así es como me vas a recompensar.
-Más o menos – me volví a acercar a aquellos labios que me llevaban de cabeza esta vez para besarlos, poco a poco el deseo en mi iba aumentando a medida que nos besábamos – ¿confías en mí?.
-Si – le tape los ojos y con cuidado la fui guiando hasta mi habitación.
-¿Lista?.
-Me estas poniendo nerviosa – le quite las manos de los ojos.
-Ya puedes abrirlos.
-Oh Erika.
-¿Te gusta?.
-¿Qué si me gusta? estas completamente loca – la habitación estaba llena de pequeñas velas y pétalos de rosas por todos lados - ¿estas segura de esto?.
-Jamás lo había estado tanto – le dije al oído.
De repente me rodeo acercándonos sin dejar milímetros, se dirigió hacia mi cuello donde dejo pequeños besos que subían hasta mi oreja, encendiéndome todo en mí, no pude reprimir un pequeño gemido. Lentamente fuimos acercándonos hacia la cama, donde suavemente caímos las dos. Nuestras camisetas volaron en cuestión de segundos, podía sentir su cálida piel con la mía. Mis manos la buscan para atraerla más hacia mía. Sus manos bajan hasta encontrar el botón de mi pantalón, mientras que lo besos bajan por mi vientre haciéndome sentir fuego en mi interior. Nuestros labios se buscan y se funden como si no hubiese mañana. Terminamos por deshacernos de todas las prendas que nos separaban para fundirnos en una noche de auténtico deseo.