Capítulo 4

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CAPITULO 4

Pero Erika en que demonios piensas cogiéndola de la mano, me decía mi subconsciente. La verdad es que podía sentir un pequeño cosquilleo en mi interior.

-Ya estamos cerca – la mire, iba cansada. Normal desde que empezó a chispear no hemos parado de correr ni un segundo.

-Es aquí – de pronto me pare en una pequeña cafetería en la que apenas había gente, Elena no se debió dar cuenta de que me pare porque tropezó conmigo. Por suerte logre cogerla antes de que se cayese al suelo.

-Gracias soy algo patosa – me miro con esos increíbles ojos grises y a medida que la miraba iba notando como se sonrojaba.

-De nada, mejor entremos si no queremos empaparnos más de lo que estamos.

Nada más entrar se podía oler el café recién hecho, era un sitio bastante acogedor. Recuerdo de pequeña venir las tardes de verano a tomarnos una limonada con mi padre, a él le encantaba este sitio y la verdad es que era bastante bonito. Cuando quiero estar sola vengo aquí y me siento donde solíamos hacerlo. Lo echo de menos, no sabe la falta que me hace día a día. Elena se me adelanto y fue precisamente a sentarse en aquel sitio que irónica es la vida.

-Es bonito este sitio – interrumpió mis pensamientos la chica que tenía enfrente de mí.

-Es uno de mis favoritos se podría decir.

Nos pasamos toda la tarde hablando, riendo, hasta incluso hacíamos tonterías sin importar la gente que había a nuestro alrededor. Teníamos muchísimas cosas en común y gustos muy parecidos. No pare de mirarle los labios me quedaba embobada a cosa que decía, creo que se daba cuenta y por ello se reía la mayoría de veces. Cuando nos quisimos dar cuenta había oscurecido, por suerte había parado de llover. De camino a nuestras respectivas casas nuestras manos se iban rozando. No sé si era yo pero tenía la sensación de que cada vez estaba más cerca de mí.

-Gracias por esta tarde me ha gustado bastante – me decía cabizbaja.

-Gracias a ti – note como levantaba la mirada y clavaba sus ojazos en mí.

-¿Gracias a mí por qué? – preguntaba curiosa – yo no he hecho nada para que me tengas que dar las gracias Erika.

-Si, por tu compañía.

-Que boba eres – nos paramos para despedirnos. Me incline para darle dos besos pero lo que recibí fue un beso en la comisura – De nuevo gracias, nos vemos ¿mañana?.

-¿Mañana?, no sé si podre.

-Ah bueno no pasa nada.

-De todos modos te aviso ¿va?.

-Vale – me dio un pequeño abrazo y con las mismas se metió para dentro. Me dirigí hacia la puerta de casa que para mi sorpresa se abrio y salió mi madre histérica.

-¿Se puede saber dónde tienes el móvil Erika? llevo un rato llamándote, a ver para que quieres un móvil si cuando hace falta localizarte no va me lo puedes explicar.

Metí la mano en mi bolsillo, saque el móvil y como imaginaba estaba apagado de ahí que mi madre este así.

-Se me apago tampoco hace falta que te pongas así estaba con Elena como tu bien querías, no sea pesada.  

Y con las misma me fui hacia mi habitación dejándola con la palabra en la boca. Sera pesada esta mujer encima que es ella la que me obligo casi a la fuerza a salir me toca aguantarla de estas maneras. Abrí la puerta de mi habitación y me tire estilo plancha a la cama. Estaba agotada, pero la verdad es que no ha estado mal la tarde. Puse el móvil a cargar y lo encendí. Vaya tenía unos cuantos whatsapp y como no una larga lista de llamadas de mi madre. Estoy demasiado cansada para hablar ahora así que le enviare un mensaje de buenas noches a Ali y me iré a dormir. Me percaté de que también tenía mensajes de Rubén. Les conteste a los dos y cuando me disponía a dejar el móvil y dormir llego otro mensaje pero esta vez de un número desconocido.

*Hola preciosa ;) *

*¿Y se puede saber quién eres tú? * - conteste.

*Soy Elena jajaja*

Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora