CAPITULO 3
De camino a casa pienso en la cantidad de cosas que tengo que hacer, deberes, exámenes, trabajos. Creo que no voy a llegar ni de coña, estoy tan atrasada y las vacaciones de navidad están a la vuelta de la esquina.
-Eooo, llamando a Erika baje usted ya de las nubes.
-Ems…sí...que decías…perdona no estaba escuchándote – dije casi susurrando.
-Últimamente no sé lo que te pasa hablar contigo es como hablarle a la pared eh – Alicia se ríe como una autentica loca.
-Solo pensaba, bueno ¿qué me estabas contando?.
-Te DECIA – recalca esa última palabra – que ya hemos llegado a tu casa pero como a saber en que piensas no te has dado ni cuenta jajaja
Es verdad me he pasado todo el camino en mi mundo que ni me he dado cuenta de que ya estábamos en la puerta de mi casa.
-Oye, ¿Cuándo se ha vendido la casa de enfrente?. – pregunta Alicia con interés – crees que se habrá mudado algún chico guapo – se le pone cara de pilla.
-No se hace unos días quitaron el cartel, tú siempre pensando en lo mismo no tienes remedio – se hace un silencio que apenas dura unos segundos ya que estallan entre risa las dos.
-Me tengo que ir preciosa hablamos ¿vale? – y la abraza como si fuera un peluche, me quedaría toda la vida así abrazada a ella oliendo esa maravillosa colonia que va dejando por donde va.
Tras despedirme de Alicia y entrar en casa escucho unas voces procedentes de la cocina. Lo que me faltaba visita ahora, con las pocas ganas que tengo de ver a nadie.
-¿Erika eres tú?, ven a la cocina haz el favor – le grita su madre.
Dejo las cosas en la entrada y me dirijo hacia la cocina, cuando veo a una mujer no muy mayor que mi madre yo diría que andan por la misma edad. Mediante me voy acercando puedo ver que hay alguien más a su lado. Es una chica morena, no más alta que yo.
-Hola cariño estas son nuestras nuevas vecinas – y señala a las dos individuas que están sentadas enfrente de ella – Carmen y la que esta a su lado es su hija Elena.
Carmen se levanta a darme dos besos, como odio que me den dos besos no se llamarme rara pero prefiero que me den la mano. Elena se levanta ¿qué le pasa por qué no se acerca también? decido acercarme yo para presentarnos. Cuando la tengo enfrente a pocos centímetros me quedo petrificada. Tiene unos bonitos ojos grises pero en su mirada hay algo que hace que me ponga nerviosa. Nos quedamos unos segundos mirándonos hasta que por fin ella da el paso y me saluda. Es curioso como el mero roce de nuestras manos hace que mi piel se erice y mis mejillas se sonrojen. Espero que no se hayan dado cuenta o me moriría de la vergüenza.
-Luego más tarde podrías enseñarle un poco el barrio y los alrededores a nuestra nueva vecina Erika.
-Pero mamá tengo que estudiar y hacer muchos trabajos – no me apetece nada salir de casa y menos hoy que teníamos la intención Alicia y yo de vernos un rato por cam.
-Erika estamos a viernes tienes todo el fin de semana, además solo será un rato.
-Tampoco pasa nada si no puede – interviene susodicha con una expresión en la cara algo decepcionada.
-Vale, estará bien enseñarte esto – le sonrío tímidamente.
Hemos quedado dentro de una hora no sé porque he acabado accediendo pero esa chica tiene algo que me llama la atención. Antes tengo que avisar a Alicia de mis nuevos planes me apetecía mucho pero espero que lo entienda.
Cojo el móvil y para mi sorpresa tengo dos whatsapp uno de Rubén y otro de Alicia.
*Tía donde te metes? *
*Lo siento Ali, me tengo ir luego te cuento con más detalle*
1 hora después
-¡Erika ya está aquí Elena date prisa y baja! – la voz de mi madre me despierta de mi precioso sueño, en lo mejor de todo se me tiene que joder. Miro el reloj y ya es la hora me quedado dormida.
Mejor será que me eche agua para quitarme la cara de zombie que tengo ahora mismo. No tardó mucho en bajar pero no veo a Elena por ninguna parte.
-¿Dónde estará? – me pregunto a mi misma casi en un susurro.
-Estoy aquí – la veo aparecer por el comedor – como tardabas un poco tú madre me dijo que entrara y te esperase dentro.
-Ah bien pues vámonos – le dejo paso para que salga ella primero – mamá nos vamos.
Y seguido cierro la puerta detrás de mí creo escuchar a mi madre decir algo pero ya estamos algo lejos para poder escucharla con claridad.
Empezamos a caminar sin rumbo a ningún sitio, no hablábamos y apenas nos mirábamos de reojo. Pero el silencio no se hacía incomodo aunque no sabía cómo romper el hielo apenas conocía a esa extraña que tenía a mi lado. Nos mirábamos y sin decirnos absolutamente nada nos reíamos, puede que de los nervios o tal vez de esa extraña situación en la que no sabíamos que hacer.
-¿Sabes? Tienes una bonita sonrisa – a que vino eso.
-Pero que dices no ves bien eh.
-Veo perfectamente y de verdad que la tienes Erika, deberías sonreír más – de repente empezaron a caer gotitas y no iba a tardar mucho más en llover.
-Ven deberíamos buscar un sitio para no mojarnos – la agarre de la mano y la guie hasta una cafetería cercana.