CAPITULO 7
En cuanto llegue al jardín donde estaban todos presente a Alicia, aunque ya se había encargado ella de hacerlo excepto de hacerlo con Elena. Me pareció curioso las miraditas asesinas que le echaba. ¿Por qué se comportaba así?. ¿Había notado que Elena no me quitaba ojo de encima?. ¿Estaría celosa?, mejor dejo mis películas para otro momento.
Mi hermano jugaba con la pequeña hija de mis vecinos al parecer eran de la misma edad igual que yo y Elena. Mi madre estaba bastante entretenida con sus padres, se veía que lo estaban pasando bien. Y aquí estaba yo sentada junto con Alicia y Elena donde se podía cortar la tensión que había.
-Ahora vuelvo – me levante para dirigirme al baño necesitaba salir de ahí y echarme un poco de agua en la cara.
-¿A dónde vas? – me pregunto Alicia que no le hizo mucha gracia quedarse un rato a solas con Elena.
-Al baño – la mire con mala cara.
-¿Sabes dónde está? – dijo la otra susodicha que no sé porque pero no paraba de reírse, eso me ponía demasiado nerviosa.
-Claro te recuerdo que mi casa es igual a la tuya.
Me encamine hacia el baño y cerré la puerta detrás de mí. Abrí el grifo y me eche un poco de agua por la cara y la nuca. Hemos empezado bien la tarde habría que ver como terminaría todo esto. En ese momento baje de las nubes y vi que alguien estaba abriendo la puerta. Que no sea ella, que no sea ella por favor. ¿Y quién era la que asomo por la puerta y la cerro al entrar?. Pues sí; nada más ni nada menos que quien yo imaginaba, Elena.
Nos quedamos mirando durante unos minutos sin decir nada. Empecé a temblar y a retroceder hacia atrás. Se dio cuenta y empezó a avanzar hacia mí. Yo no podía retroceder más estaba acorralada entre la pared y ella que cada vez estaba más cerca. Apenas podía correr el aire entre nosotras. Nuestras bocas estaban apenas a pocos centímetros de distancia. Apoyo sus manos en la pared dejándome completamente inmóvil. Me miraba con ¿deseo?. Mi respiración se iba acelerando; ¿cómo podía ser si ni siquiera me había tocado?. Se mordía el labio mientras no quitaba la mirada de los míos. ¡Hazlo ya! gritaba para mis adentros ¡¡bésame!!. Como si me hubiera leído el pensamiento me beso. Al principio nuestros labios solamente se rozaron. Puso sus manos en mi cintura atrayéndome hacia ella. Me retiro el pelo del cuello y empezó a darme pequeños besos. Mi respiración se entrecortaba y ella iba bajando por todo mi cuello acompañando a los besos de pequeños mordiscos que me hicieron gemir.
Se paró en seco, me miro y nuestros labios se volvieron ajuntar pero esta vez fue más intensamente no solo un roce. Fue un beso con deseo, ganas, con pasión. Nadie jamás me había besado así. Tampoco tenía con quien compararlo. Bueno si al de anoche pero no se parecían. Cogí a Elena y la empotre contra la pared sus manos recorrían mi espalda de arriba abajo. Los besos cada vez eran más intensos, nuestras lenguas jugaban y nuestros labios se compenetraban a la perfección.
De repente alguien toco a la puerta asustándonos a las dos.
-Erika ¿estás bien llevas un rato ahí metida? – que bien era Alicia.
-Si ems si dame un momento ahora salgo – dije recuperando la respiración. Elena me miraba y se reía. La verdad es que la situación tenía su gracia.
-Está bien te espero en el jardín no tarde anda – y se fue.
-Que inoportuna – Elena puso los ojos en blanco aún seguía contra la pared y mis manos en su cintura.
-Si – me fui apartando hasta dejar el suficiente espacio entre nosotras. Me mire el espejo y me arregle un poco, menudos pelos se me habían quedado – deberíamos volver ya.
-Tienes razón pero antes – me agarro la cara y me planto un beso en los labios – ahora ya podemos salir – dijo sonriéndome.
Volví yo primero; a los pocos minutos salió ella. La noche pinto bien comimos, jugamos con los pequeños e hicimos unas cuantas bromas. Elena y yo; nos sonreíamos, nos mirábamos y las dos nos sonrojábamos recordando lo que había pasado en el baño. Con cualquier pequeño acercamiento me rozaba la mano o me la cogía cuando nadie nos veía. Alicia estaba con la mosca detrás de la oreja y nos observaba con lupa.
Así se pasó la noche a la hora de irnos nos despedimos. Cuando lo hice con ella, esta me susurro al oído.
-Me ha encantado que vinieses – se me erizo la piel y creo que lo noto porque seguido me sonrío.
Llegamos a casa y mi madre fue acostar a mi hermano que estaba muertecito el pobre. Ali y yo nos metimos en mi habitación, esta se tumbó en la cama mientras yo fui a ponerme el pijama. Al regresar ella ya se había puesto el suyo, me señalo la cama para que me tumbara a su lado.
-¿Podemos hablar? – me pregunto cuando me tumbe a su lado.
-Ali ya es tarde y estoy cansada ¿puede esperar a mañana? – la verdad es que no quería que se estropeara el día y mucho menos quería hablar sobre vete tú a saber qué.
-Claro – me beso en la mejilla. Al poco rato caímos dormidas las dos.