CAPITULO 35
-¿Qué hacemos aquí Ali? – le dije señalando la cafetería.
-Café – respondió sin más. Era raro pues apenas se veía luz desde fuera – que haces ahí parada todavía, vamos.
Al entrar apenas se veía nada, hasta que de repente todas las luces se encendieron.
-¡Feliz cumpleaños! – gritaron saliendo todos los presentes de donde estaban escondidos. La cafetería estaba llena de globos de colores y una par canta gigante en medio de esta. Hugo y David fueron los primeros en acercase, seguido de Rubén. A Elena podía verla en un rincón, Alicia me abrazaba por detrás tan sonriente que era contagioso, los demás se unieron al abrazo formando una piña, todos menos Elena que seguía parada mirándome de lejos. La cafetería estaba totalmente vacía solo estábamos nosotros, tampoco se veía al tío de Hugo por allí. Una vez que todos se dispersaron me acerque hacia Elena.
-Ey.
-Hola – para mi sorpresa me cogió la cara y me beso delante de todos – feliz cumpleaños mi amor – susurro contra mis labios.
-Pensaba que te habías olvidado de mí.
-Nunca podría olvidarme de ti Erika – puse mis manos en su cuello acercándola más a mí para besarla de nuevo.
-Tortolitas dejad algo para después – grito David que se veía muy divertido con los demás. Nos unimos al resto que debatían que clase de pizzas iban a pedir, lo que era algo cómico verlos. Estábamos esperando que llegase la comida cuando todos sacaron sus regalos, me gire hacia Elena que me miraba de forma picara.
-El mío te lo daré cuando estemos a solar – me susurro al oído, lo que me hizo sentir un poco incomoda con todos mirándonos, en especial por la forma en la que me miraba Alicia, que sin esperarlo se puso de horcajadas encima de Rubén y comenzó a besarlo lo que me provoco nauseas ¿por qué se comportaba así?
-Cuanto amor se respira en el ambiente verdad cari – le dijo Hugo a David quienes también estaban bastante acaramelados.
La velada fue bastante tranquila quitando ciertos momentos en los que me sentí fuera de lugar. Comimos entre bromas, lo que relajo el ambiente. La puerta se abrió lo que nos extrañó a todos, pues hoy estaba cerrado de cara al público. Elena pego un brinco de la silla, lo que provoco que yo casi me cállese, ya que estaba sentada encima de ella. Cuando me gire para mirarla estaba totalmente pálida mirando hacia la puerta al igual que los demás.
-Alex... – ¿Alex? ¿quién era Alex? En la entrada había una pelirroja no más alta que yo, exactamente igual de pálida que Elena llorando.
-¿Cómo has podido hacerme esto? Por eso no querías que viniera verdad, porque ya te estabas follando a otra. Como he podido ser tan ingenua y tonta – aquella chica salió corriendo hacia la calle dejándonos a todos en shock.
-Espera Alex – Elena salió corriendo tras ella, no podía creerme lo que estaba pasando, mi cuerpo no reaccionaba y mi cabeza no asimilaba lo que había oído. De un momento a otro salí corriendo detrás de ellas, estaban en mitad de la calle Elena intentado tocarla y la chica gritándole mientras lloraba. Me acerque con cuidado.
-Te lo he dado todo Elena, hubiese hecho cualquier cosa por ti.
-Déjame que te lo explique.
-No me tienes que explicar nada eres una hija de puta – le dio una fuerte bofetada – y tu – dijo dirigiéndose a mí – eres igual o peor que ella – no dijo nada más, desapareció corriendo de allí.
-Erika – me cogió del brazo a lo que la aparte de inmediato.
-Ni la toques – dijo una voz que yo conocía muy bien.
-Tú no te metas Alicia.
-Como se te ocurra volver a tocarla o a mirarla si quiera te juro que te mato perra.
-Esto no va contigo – se acercó a ella apretando los puños por lo que me puse en medio de las dos quedando de frente hacia Elena.
-Eres lo peor que me ha pasado en mi vida, confiaba en ti y...no quiero volverte a ver jamás, no quiero que me llames, no quiero me mires, olvídame – el nudo en la garganta no me dejaba hablar, las lágrimas amenazaban con salir. Sentí la mano de Alicia entrelazarse con la mía y nos fuimos cuanto antes de allí.
***
-Ya he llamado a tu madre no hay ningún problema porque te quedes a pasar la noche.
-¿Y a tú...?
-¿A mi abuela te refieres?
-Si bueno.
-No tranquila, las cosas están tranquilas entre nosotras.
-Si quieres contarme algo sabes que puedes.
-Lo se Erika, ¿estás bien?
-Dentro de lo que cabe.
-Sabía que no era de fiar Erika.
-Si está bien tenías razón ¿contenta?
-No – se sentó a mi lado – no lo estoy, odio lo que te ha hecho, es más odio que te hagan daño Erika – no pude retener más las lágrimas – no mereces llorar por esa idiota – acerco su mano a mi cara limpiándome las lágrimas – te mereces a alguien que vea lo perfecta que eres, que te cuide, que se preocupe por ti tanto como lo haces tú por los demás, que te haga reír hasta que no puedas más, alguien... - notaba como cada vez se iba acercando más. Sus labios se estrellaron contra los míos, mi cuerpo reacciono en seguida, sus manos acabaron en mi cintura pegándome completamente contra ella. Los besos cada vez eran con más ganas, nuestras lenguas se entrelazaban como si hubiese esperando una eternidad para ello. Se puso encima de mí tumbándome en la cama, mis manos recogían su espalda necesitando más contacto, se movía encima de mí de una forma que me estaba volviendo completamente loca. De repente paro, nos quedamos mirándonos, paso su mano por mi cara dándome pequeñas caricias - ¿alguien como yo? – cogí su cara y la acerque hasta mi para besarla pero esta vez con calma sin ninguna prisa, ella paso sus manos por debajo de mi camiseta lo que me hizo temblar por el contacto tan directo. Me incorpore levantando su camiseta para quitársela, ella levanto sus brazos ayudándome así a que desapareciera quedando solo en sujetador, ella hizo lo mismo con la mía – DIOS – sus ojos me devoraban, sentí como mis mejillas se enrojecían. Me volvió a recostar con cuidado mientras iba dejando pequeños besos por todo mi cuello seguido de mordidas que hacían que me estremeciera. Mis manos fueron a parar a su trasero dándole un buen apretón lo que hizo que soltara un gemido, era el mejor sonido que había escuchado nunca. No tarde mucho más en quitarle la ropa sobrante y dios mío no había visto tanta perfección en mi vida. Ahora era yo la que tenía el control, comencé besando su cuello hasta acabar por su pechos, me lleve a la boca su pezón juro que oírla gemir de esa manera me estaba excitando demasiado, seguí bajando hasta llegar a su entrepierna, estaba realmente húmeda, pase mi lengua por su clítoris, comenzó a moverse contra mi boca, sus gemidos cada vez eran más y más fuertes, estaba a punto de llegar – Erika... – note como se tensaba y soltaba un gemido. Me cogió la cara y la llevo hasta la suya, nuestras lenguas se volvieron a encontrar.
-Que bien sabes – le susurre. En un rápido movimiento acabe debajo de ella.
-Me toca – con cuidado me fue quitando lo que quedaba de mi ropa, quedando al fin desnudas una frente la otra – eres preciosa Erika – sus manos subían y bajaban por todo mi cuerpo, mientras que su boca estaba muy ocupada en mi pezón, no pude reprimirlo más y de mi boca salió un gemido, lo que parece que le encanto. Sentía como mi centro palpitaba.
-Alicia...por favor – le suplique, me estaba torturando de una forma que no era normal. Su mano bajo hasta mi centro – hazlo ya... – introdujo el primer dedo y yo me movía contra su mano, sus movimientos cada vez eran más rápidos y yo no podía dejar de moverme. Quito su mano de mi entrepierna, quedo sobre mí, nuestros centros se tocaban, sus movimientos cada vez eran más rápidos, notaba que estaba llegando, lleve mis manos a su trasero para que se moviese más rápido y en un fuerte gemido nos consumimos las dos.