CAPITULO 18
Si no hubiese sido por Hugo no nos hubiésemos dado cuenta de que ya había anochecido y de lo tarde que era. Para nuestra suerte o desgracia a esas horas de la noche ya no pasaba ningún autobús, y no teníamos suficiente dinero para coger ningún taxi. Así que Hugo y David insistieron para que nos quedáramos a pasar la noche con ellos en aquella pedazo de casa, que por habitaciones y camas no seria.
Yo no tenía problema ya que mis padres no volverían hasta mañana tarde, pero Erika estaba preocupada por como se pondría su madre. Le deje mi móvil y le estuvo explicando la situación omitiendo ciertas partes. No puso ninguna pega algo que a ella le extrañaba por el carácter que tenía su madre en estas ocasiones.
Con todo arreglado nos dispusimos a hacer una barbacoa en el jardín, se notaba el frio húmedo que venía de la playa, aun así no se estaba del todo mal eso sí con una chaqueta.
-¿Que ha dicho al final tú madre? – pregunto Hugo mientras iba poniendo la carne a la brasa.
-Para mí sorpresa no ha puesto pegas, eso sí que antes la avise.
-Que enrolla se está volviendo tú madre – dije acercándome a ella para abrazarla por detrás – eso es gracias a que sales conmigo que lo sepas.
-Seguramente será por ti.
-Obviamente, ¿por quién si no?.
-Oh que bonito su primera discusión de pareja – apareció David de la cocina con un par de bebidas.
-Tú calla – Erika cogió un cojín del sillón que había cerca de nosotras y se lo estampo en la cara.
-Ay era una broma bruta.
-Si si.
-Haya paz chicos – intervino Hugo poniendo la comida en un plato – nene puedes ir metiendo las cosas dentro parece que va a llover.
-Podías habérmelo dicho antes de sacarlo todo.
-Venga no te pongas de morros – se acercaron y acabaron besándose, son muy monos estos chicos, en cierto modo se parecen a nosotras dos.
La cena estuvo bastante bien y la comida, madre mia como cocina este chico, si fuese por mí me lo llevaba para que me cocinase siempre. Aunque no sé si a su novio le iba hacer mucha gracia.
-Estaba todo delicioso Hugo.
-De verdad, te voy a secuestrar para que me cocines – dije yo.
-De eso nada es mio – David se le pego como una autentica lapa, pobrecito no le dejaba ni mover ni un brazo.
-Bueno no te enfades también te secuestro a ti y haces de chacha, ¿qué te parece Erika?.
-¿La chacha y el cocinero? Si me gusta la idea.
-Solo nos quieren para eso mi niño.
-Son unas brujas – no echamos a reír tras el comentario de David.
Tras la cena Hugo nos acompañó a la habitación donde dormiríamos Erika y yo. Como no teníamos pijama ninguna de las dos nos prestó un par de camisetas súper grandes para dormir.
La habitación era realmente enorme, era el doble que la mía. En medio de la habitación había una cama gigantesca, parece que todo en esta casa es a lo grande. A sus lados unas mesitas con unas lámparas muy modernas y como no, bastante grandes para lo normal. Tenía un cuarto de baño, sencillo y normal para lo que era el resto de la casa.
-Buenas noches chicas, a ver lo que hacéis que estamos en la habitación de al lado.
-Adioooos Hugo – Cogí y lo eche de la habitación cerrando la puerta en su cara.
-Encima que te acojo así me tratas, voy a llorar – se escuchaba detrás de la puerta como se reía.
-Buenas noches chicos – dijimos las dos a la vez.
Me acerque hasta la cama donde estaba Erika y me tire encima de ella, quedando ella inmóvil debajo. Nos quedamos mirándonos a los ojos sin decir absolutamente nada, no hacia ninguna falta.
-Sera mejor que vaya a ducharme.
-¿Quieres que te acompañe? – dije saltando de la cama para ir detrás de ella.
-Eso será en otra ocasión – y tras eso cerró la puerta con el pestillo y me dejo allí en medio de la habitación. Se la escuchaba reírse por lo bajo.
-Mala – decía mientras hacía pucheros.
-Da igual que hagas pucheros no te veo – abrió la puerta un instante y me tiro la camiseta que llevaba hace un rato a la cara y cerro rápidamente otra vez.
-Eso no se hace Erika – cogí la camiseta y me tumbe en la cama, olía a ella. Por unos instantes me quede durmiendo abrazada a ella. Pero Erika me despertó dejándome besos por la nuca.
-Venga dormilona tira a ducharte.
-Un ratito más por fi.
-Tira – me saco de la cama a rastras dejándome tirada en el suelo mientras se partía de la risa.
-Vale, vale ya voy pesada.
Tarde menos de lo ella había tardado, cuando salí la vi toda tapadita en la cama. Me metí sigilosamente para asustarla, pero andaba con un ojo abierto.
-Ven – me acerco a ella y poco a poco nuestros labios se fueron juntando, introduje mi mano por debajo de su camiseta, acariciando su erizada piel por nuestro roce. La intensidad de los besos iba a más, empezaba a faltarnos la respiración entre beso y beso. Se fue separando de mí y se tumbó en mi pecho.
-No hare nada que no quieras pequeña – le dije al oído.
-Lo sé, tomémoslo con calma, quiero que sea especial.
-Contigo no me importa esperar Erika.