Capítulo 17

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CAPITULO 17

Había pasado más de medio mediodía durmiendo cuando por fin me levante y salí de mi desordenada habitación si es que se podía llamar así. Aún seguía en un estado un poco confuso por todos los acontecimientos de ayer.

-¿Papá, mamá? – era bastante extraño que mis padre después de las voces de anoche no me hubieran despertado.

Me dirigí hacia la nevera buscando algo para beber. En la misma puerta de la nevera había una nota pegada de mi madre, reconocía su letra de lejos.

Hemos salido a ver a tus abuelos del pueblo. En la nevera te dejo los macarrones de ayer. Cuando lleguemos hablaremos, de momento estas castigado sin salir.

Genial, ahora no voy a poder ni salir tan siquiera a dar una vuelta.

Me puse cómodo en el sofá con mi plato de macarrones precalentado en el microondas. No había nada decente o que me gustase en la tele, así que me levante y fui a coger mi portátil de mi habitación para ponerme una película por internet.

Cuando volví a sentarme en el sofá sonó el timbre. Me lleve una gran sorpresa nada más abrir y ver que era Alicia. La que se había tirado toda la santa noche llamándome por teléfono.

-¿Qué haces tú aquí?.

-Venía hablar contigo ya que no respondes a mis llamas ni a mis mensajes.

-Creo que no tenemos nada de lo que hablar Alicia.

-Yo creo que sí que tenemos bastantes cosas de las que hablar, además tengo que enseñarte algo – saco su móvil del bolsillo y estuvo buscando algo en él, cuando lo encontró me lo paso - ¿tú sabias algo de esto?.

De primeras solo vi una foto de dos personas besándose en la playa, luego me fui fijando mejor y la de la foto era ¿Erika? con ¿Elena?.

-¡¿Esta es Erika con Elena?!.

-Si esa es su cuenta de instragram y si te fijas se ha subido hace unas pocas horas.

Los ojos no me daban para abrirlos más de lo que ya los tenia, vi como si todo se me derrumbase poco a poco. Como si la ilusión que años tras años me hice se fuese marchitando a medida que sentía ese dolor agudo en mi pecho.

-Veo que tú tampoco sabias nada – dijo tras ver que yo no reaccionaba a lo que tenía delante de mis narices.

-No, no tenía ni idea – apenas me salieron las palabras – anda pasa para dentro.

-¿Tú habitación?.

-Por allí – le indique donde estaba y entro en él – está un poco patas arriba.

-Ya veo – retiro lo que había encima de mi cama y se sentó en ella.

Yo me quede de pie, apoyándome en el armario esperando a que me dijese lo que me tenía que decir y acabar cuanto antes.

-¿Y bien?, di lo que tengas que decir y vete.

-Rubén no seas así.

-¿Así como? – se levantó de la cama y de pie enfrente de mi guardando una distancia.

-Pues así comportándote como un crio.

-Habla y vete.

-Joder Rubén solo te dije que estaba enamorada de ti creo que no es justo que me trates así – cada vez que hablaba se acercaba más.

-¿Eso es todo? Ya sabes dónde está la puerta – tal vez sí que me estaba pasando mucho con ella y es verdad que ella no me había hecho nada. Solo se había enamorado sin quererlo como yo lo hice de Erika, simplemente paso y eso no lo puedes controlar.

Pretendía salir de la habitación cuando me corto el paso y se abalanzo sobre mí besándome. La aparte, pero ella volvió a besarme una vez más. Esta vez no la separe de mi si no que la atraje pegándola contra mí, besándola sin pensarlo, intentando olvidar toda la mierda que sentía por dentro. Intentando olvidar que la que es el amor de mi vida jamás me corresponderá. Los besos iban a más y la temperatura comenzaba a subir, se notaba la tensión sexual acumulada que había en el ambiente.

Paro de besarme y en un visto y no visto se deshizo de mi camiseta y me tiro a la cama poniéndose a horcajadas. Rápidamente le quite la camisa que llevaba dejándola en sujetador, cogí sus manos y en un acto rápido la deje debajo quedando yo encima de mí. Llevo sus manos hasta mis pantalones queriendo quitármelos, deje que lo hiciese dejándome sin nada más debajo de ellos. Se quitó lo poco que le quedaba y se subio encima de mí, subiendo y bajando primero lentamente. A medida que pasaba el tiempo aumentaba más la intensidad inundando la habitación de gemidos y gritos. Me deje llevar perdiendo así la poca cordura que me quedaba ese fin de semana. 

Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora