[8] ¿El remedio?

12.6K 1.2K 27
                                    

¡LAMENTO HABER TARDADO TANTO! Realmente, no tengo muy seguro el por qué, pero creo que ha sido porque me he centrado en terminar la otra historia para poder tener más tiempo para esta. ¡Lo siento!

Muchos besos, gracias, abrazos. <3 

PD. Cortito, lo sé... ¡Subiré mañana!

Paula~.


AMALIA.

Sentí el vapor del agua caliente flotando en el aire mientras Tobias dejaba la bandeja de nuevo sobre la mesa. Dándole una sonrisa de disculpa, le di las gracias mientras él miraba a Jake de reojo, nervioso.

  –Gracias por haber traído de nuevo el agua, Tobias –le dije algo nerviosa, sabiendo que dentro de unos minutos estaría comprobando si aquellas hojas funcionaban de verdad–. Lamento haberte molestado.

–No es molestia –respondió rápidamente él, tragando saliva y alejándose instintivamente de Jake, que no podía ocultar una sonrisa lobuna. Conteniendo mis ganas de reír, sonreí ampliamente mientras el joven vampiro se despedía–. Si quieres algo más, llámeme y estaré aquí al instante.

Me reí suavemente e intenté agradecerle sus palabras, sin embargo, una ronca voz me interrumpió.

–Lo hará –dijo Jake mientras caminaba hacia la puerta y la abría, mandándole claras señales a Tobias de que se fuera. Me sonrojé un poco e hice una mueca mientras atravesaba con la mirada a mi Compañero–. Adiós Tobias. 

Me quejé mentalmente cuando un gruñido acompañó al nombre del joven, que palideció y salió rápidamente de la habitación. Cruzándome de brazos, contuve una sonrisa mientras Jake se reía entre dientes, divertido por haber asustado a un niño.

  –Déjale tranquilo, lobo –le advertí divertida mientras recogía las pequeñas hojas verdes que se habían caído de mi mano al sentir que Jake se iba. Me sonrojé un poco cuando recordé nuestro beso, pero no dije nada y aproveché que estaba agachada para ocultarme tras mi pelo.

–El niño va detrás de ti, Amalia –me respondió burlón mientras se acercaba a mí y me observaba mientras recogía las hojas–. No hay nada de malo en asustarle un poco. 

Me reí levemente y no pude controlar mis palabras:

  –Pensé que el perro era el mejor amigo del hombre –le espeté burlona, mientras me levantaba y dejaba las hojas sobre la mesa. Apoyándome en el borde de la mesa, mi risa disminuyó cuando él se acercó a mí con sus ojos negros brillando de manera profunda.

Observé como alzaba ambas cejas y sonrió ampliamente, lamiéndose los labios mientras en su rostro se fundía la diversión y la irritación. Inclinándose con nuestros cuerpos a punto de rozarse, me quedé inmóvil mientras él susurraba:

–Yo soy un lobo, Amalia... Yo muerdo –abrí los ojos por la sorpresa, pero antes de que pudiese esquivarle sentí sus dientes clavándose suavemente en mi labio inferior. Con la respiración entrecortada, le devolví el beso mientras todavía sentía las emociones golpeando contra mi pecho con rapidez.

Después de aquel beso, simplemente no pude decir nada más. Jake había posado sus manos en la mesa, rodeando mi cintura pero sin llegar a tocarme... y sin embargo, sentía temblor por todo mi cuerpo mientras sus ojos negros –que parecían haber adquirido ese brillo dorado– me traspasaban. Apartándome un mechón del rostro, él se rió levemente y dio un paso hacia atrás. Segundos después el aire entró en mis pulmones, haciéndome saber que había contenido la respiración.

 –Creo que... –susurré con una pequeña sonrisa avergonzada–. Podré vivir con ello.

Él sonrió ampliamente y señaló con la barbilla la tetera.

  –Me alegra saberlo pero... será mejor que lo prepares ya, no quiero que el niño vampiro tenga que volver y pueda seguir con sus intentos vanos de conquistarte.

–¿Intentos vanos? –pregunté burlona mientras echaba el agua hirviendo en el vaso de cristal–. Es bastante guapo, y no importa tener que esperar un par de siglos. La edad no importa para nosotros, ¿recuerdas?

Él hizo una mueca molesta a pesar de que su voz sonó divertida:

–No me hagas asustar a un niño, nena –dijo él mientras se cruzaba de brazos y estaba pendiente de lo que hacía.

Me reí levemente y agradecí que estuviese conmigo. Mientras hablaba con él no pensaba en nada más; no pensaba en las consecuencias que podría haber si las hojas funcionaban mal, o en lo dependiente que me haría de ellas si realmente funcionaban. ¿Tendría que pasar toda mi vida tomándolas diariamente para poder adormecer mi mente? ¿Las pesadillas terminarían cuando recuperase mis fuerzas? ¿Jake sería capaz de aceptarme si no lo hacía?

Aquella última pregunta me dejó fría e inmóvil mientras observaba el vaho saliendo lentamente del agua; cuando sentí una cálida mano sobre mi espalda, desperté. Los profundos ojos de Jake me atravesaron a la vez que me entregaba una pequeña hoja de un verde oscuro. Intentando tranquilizar mi respiración, la cogí y la dejé caer en el agua lentamente. Me quedé sorprendida mientras la hoja parecía absorber el agua hasta el punto de volverse casi negra para segundos después disolverse en un líquido verde oscuro.

  –Ahora debes echar dos gotas de tu sangre, nena –susurró Jake con la preocupación rebosando en su voz. 

Casi podía verle agarrarse así mismo para evitar que siguiese con esto; agradecida de que no lo hiciera, llevé la yema de mi pulgar hasta mi boca y usé la punta afilada de uno de mis colmillos para hacer una pequeña herida. Apartando rápidamente mi dedo de mi boca, lo dejé sobre el vaso y observé durante largos segundos como la sangre se acumulaba y caía como pequeñas gotas. A la segunda, paré y observé algo asqueada como el líquido se oscurecía hasta el punto de volverse negro. Mi estómago se apretó.

  –Si no estás segura, no lo hagas –me pidió Jake, cogiéndome de la mano y obligándome a que le mirase.

–Tengo que hacerlo –debía hacerlo, debía tomar aquel líquido que parecía asqueroso. Debía buscar soluciones. Y observando nuestras manos unidas, supe que las necesitaba más que nunca–. Voy a hacerlo.

Miré hacia el vaso a la vez que él maldecía entre dientes y apretaba mi agarre. Mientras sabía que me observaba, cogí el vaso ardiente y casi agradecí que estuviese a esa temperatura. Cuando posé el vaso en mis labios, cerré los ojos con fuerza y tragué rápidamente el contenido... que resultó tener un sabor entre dulce y metálico. 

Cuando lo terminé, lo dejé en la mesa lentamente y no abrí los ojos mientras esperaba que ocurriese algo. Podía escuchar la respiración acelerada de Jake a mi lado, o incluso la mía propia. Sin embargo, nada ocurría... hasta que, de repente, el suelo empezó a desvanecerse y sólo tuve tiempo de abrir los ojos para encontrarme con un alarmado Jake gritando mi nombre mientras la oscuridad me absorbía.

  – ¡Amalia!  

 



UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora