JAKE.
Había pasado una semana desde que regresé junto a Amalia. Mi Compañera, para alivio de mi corazón, parecía estar recuperando la vida poco a poco. A pesar de que su aspecto seguía siendo frágil, su corazón latía con fuerza y su respiración se había regularizado.
No podía esperar para que ella despertara, para decir todo lo que no había podido decirle, para hacer todo lo que no tuve tiempo de hacer. Ella era única parte de mí que merecía la pena, la única por la que moriría... Y necesitaba decírselo. Me relamí los labios, nervioso. No sabía si ella podía oírme, pero su cuerpo tembló suavemente. Suspirando, me incliné y pegué nuestras frentes después de besar sus labios.
–Vamos, nena. Abre los ojos, déjame respirar de nuevo –susurré acariciando su mejilla con los labios, que había recuperado algo de color–. Me estás torturando, ¿lo sabes, no? Llevo una semana aquí, viéndote dormir y recuperarte después de haber luchado a muerte por nosotros, por la seguridad de tus amigos, y jamás me había sentido tan jodidamente orgulloso por nadie –me reí entre dientes, afectado por mis propias palabras, y cerré los ojos con fuerza. Nunca le había dicho nada parecido a alguien, pero algo me decía dentro de mí que ella valía la pena. Que debía hacerlo, aunque ella no estuviera del todo consciente–. No tuve tiempo para decírtelo antes, mi chica terca, pero has conseguido atraparme. Te amo nena, vuelve a mí.
Cuando abrí los ojos de nuevo no podía creerlo; mi corazón se paró durante varios instantes. Jamás había visto una mirada tan hermosa, unos ojos tan brillantes y cautivadores... Los ojos de mi Compañera. La emoción me embargó cuando vi aquel par de gemas rojas brillando con mil sentimientos y con unas lágrimas que los hacía cristalizarse. Eran hermosos, maldita fuera. Toda ella era bella. Y ahora, después de mi ruego, había despertado por fin.
No podía moverme. Había imaginado este instante durante días; imaginé que la abrazaría, que la besaría, que le diría todo lo que no había tenido tiempo para decirle... Pero ahora solo estaba en blanco, hundido en aquella mirada descarnada que me estaba desgarrando poco a poco. Jamás había estado tan seguro de mis palabras como ahora: ella había conseguido atraparme con solo una mirada. Tragué saliva.
Sentí entonces el miedo resurgiendo en mi pecho, el terror que había sentido al verla casi muerta a mi regreso... Todavía me desgarraba aquella imagen. Estaba seguro de que lo seguiría haciendo durante el resto de mi vida. Jamás había sentido tanto miedo por perder a alguien... Maldita fuera ella.
–Jake –su voz sonaba ronca y emocionada. Las lágrimas salían sin control de sus grandes ojos rojos y se perdían en su cabello negro. Ni siquiera teníamos que tocarnos para que la intensidad fuera asfixiante. Quería besarla, pero temía que al moverme aquella magnífica visión se desvaneciera.
–¿De verdad has despertado por fin? ¿No eres un sueño? –su barbilla tembló mientras su llanto seguía. Mi susurro parecía haberla afectado, pues negó lentamente con la cabeza. Mi pecho se apretó. Ella estaba aquí. Despierta. Viva. Gruñí roncamente–. Demuéstramelo, Amalia.
–Jake –sollozó ella todavía entre lágrimas. Me tensé completamente al verla alzar las manos y acunar mi rostro entre ellas. Cerré los ojos con fuerza por la electricidad que pareció recorrernos–. Soy yo, lobo obstinado. He... he vuelto.
Cerré los ojos con fuerza y, aceptando por fin que no era un maldito sueño, la abracé con fuerza. Ella ahogó un grito ahogado por la sorpresa de mi rápido movimiento, pero no me importó. La estreché todavía más entre mis brazos, hundiendo mi rostro en su cuello y observando la marca de mis dientes, que estaba a punto de desaparecer. Gruñí entre dientes.
Sus brazos me rodearon y sus manos se hundieron en mi cabello. No había ni un solo centímetro de nuestros cuerpos que no se rozaran, y por primera vez sentí que podía respirar con normalidad. Mi mitad estaba bien. Estaba bien y junto a mí, joder. Temblé.
* * * * * * * * * * *
AMALIA.
Sus palabras todavía rebotaban en mi mente mientras su aroma me envolvía. Había estado sumida en mis tinieblas, en mi dolor, pensando que estaba muerta y que nada de esto volvería a ser real... Hasta que su voz había llegado a mí, arrastrándome y obligándome a despertar.
Mi Compañero, después de todo, me había salvado de aquella horrible oscuridad.
Estábamos sentados sobre el colchón tras haberme arrastrado hacia él. Sentada sobre su regazo, mis rodillas descansaban a cada lado de sus caderas y mis brazos lo rodeaban y lo mecían. Sentía su boca pegada a mi marca. A su marca. Mi corazón se tambaleó al notar su temblor, y casi no pude creerlo cuando lo noté. Mis lágrimas no podían dejar de caer, pero aumentaron cuando noté las suyas. Mi chico terco, mi lobo obstinado, estaba temblando por el miedo de perderme.
En ese entonces, a pesar de que ya estaba enamorada de él hasta la médula, sentí que mi amor rebosaba y me hundía todavía más.
–Mi lobo –susurré obligándole a que me encarara. Sus ojos negros brillaban con aquella luz dorada y por las lágrimas que se había negado a mostrar hasta ahora. Él había pasado por tanto dolor... Me mordí el labio y utilicé mis pulgares para limpiar la humedad de su rostro–. Te he echado tanto de menos...
Él cerró los ojos con fuerza y gimió. Todavía sobrepasada por los sucesos, me incliné hacia delante y uní nuestros labios con fuerza. Jake abrió sus ojos, fijándolos en los míos, mientras nuestras bocas se reconocían. Casi pude sentir como mi corazón volvía a latir con la misma fuerza que antes: con la misma fuerza que solo Jake podía darme.
Nuestros labios se separaron entonces, pero no así nuestras miradas. Jadeaba contra sus labios, desesperada por volver a sentirle, por volver a alimentarme de su sangre. Cerré los ojos con fuerza.
–Jake, necesito... –supliqué en un susurro, aferrándome a sus hombros con fuerza.
Ni siquiera había sido consciente de que lo había obligado a acostarse con la espalda sobre la cama y conmigo sobre él. Me sonrojé profundamente, pero escondí mi rostro en su cuello. Su olor me embriagó.
–Lo sé –susurró él interrumpiéndome y besándome el hombro. Aquel gesto me desarmó y trajo nuevas lágrimas de emoción a mis ojos–. Lo sé, Amalia.
Levanté la mirada hacia él. Nuestros ojos colisionaron. Mi respiración se entrecortó.
Y una sonrisa pícara apareció en su rostro, recordándome quién era mi Compañero, haciéndome olvidar por un instante todo el dolor que habíamos tenido que pasar para estar juntos.
–No pienses en eso, nena–me dijo él, leyendo mis pensamientos–. Ahora solo debes recuperarte del todo. Toma todo lo que necesites... que yo haré lo mismo.
Una sonrisa tiró de mis labios ante el gruñido que salió entre sus palabras.
¡Ey! Buenas, señoritas. ¿Qué tal están? Solo quería avisaros de que el próximo capítulo tendrá algo de... 'hot'. Jejeje. Sé que algunas de vosotras queríais algo así en la Unión de Amalia y Jake, pero como no se me ocurrió nada en ese momento... pues lo hago ahora, y ya está.
*;) ;) codo codo.*
Un enorme beso para todas. Gracias por vuestro increíble apoyo. Os amo, bebés.<3
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UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||
WerewolfSegunda temporada de LOBO BLANCO :) Amalia Sellers era una vampiro, pero no una vampiro cualquiera. Ella era la hija de Enric Sellers, el vampiro milenario que empezó la Última Guerra entre Razas, liderando a los vampiros que no querían aceptar los...