[39] ¿Fin?

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AMALIA.

Atacaba continuamente, sin pausa, sin querer pensar en las repercusiones que esto estaba teniendo en mí misma. Cada golpe que daba parecía rebotar en mí, hiriéndome profundamente... Sin embargo, me negaba a parar; no cuando estábamos tan cerca.

Escuché un grito inhumano, pero no sentí remordimientos ante ello. Mi padre estaba sufriendo por una vez, pero ¿qué más me daba? ¿Debía sentirme mal por herir a la persona que me había dado la vida? ¿Debía sentirme mal por devolverle una parte del enorme daño que él me había dado a mí? 

No, claro que no... ¡Esta era mi venganza, y no pensaba desperdiciarla!

Peleaba al lado de Tobías, maravillándome por la enorme fuerza que poseía. Jamás habría pensado que alguien tan joven pudiese abarcar tanto poder como él; sin embargo, lo tenía. Él repelía los ataques de mi padre, nos protegía. Y a pesar de estar segura de que no aguantaría mucho más, solo necesitaba unos minutos más para derribar las últimas de sus defensas.

Armándome de valor, cerré los ojos y me preparé para la onda de dolor que estaba segura que iba a sentir. Segundos después, la última de sus barreras había caído bajo el peso de nuestras mentes.

Me aparté el pequeño hilo de sangre que empezó a manar de mi nariz y parpadeé para no caer en la inconsciencia.

 <<Aguanta, Amalia. Aguanta un poco más>>

La voz de Tobías resonaba en mi mente, todavía más cansada y dolorida que la mía. Mi garganta se apretó con fuerza al pensar el enorme dolor que debía estar sintiendo y lo insignificante que debía ser lo que a mí me ocurría en comparación. Las lágrimas picaron en mis ojos, pero me negué a dejarlas caer.

  <<Solo un poco más>> Me repetía una y otra vez.

 Entré en la mente de mi padre mientras el frío se clavaba en mis huesos. Miles de imágenes horripilantes y terroríficas desfilaron por mi cabeza, y a pesar de que muchas de ellas las había revivido en mis pesadillas, no podía evitar sentir la bilis en mi garganta. 

Me obligué a hundirme en lo más profundo de su mente, hasta llegar a la parte más vulnerable de él. La frialdad allí era extrema, y la sangre parecía manchar las paredes de su mente. Por primera vez, vi cuán loco estaba mi padre. El miedo me carcomió. 

Sentí entonces una cálida mano agarrando la mía, entregándome algo de calor. Tobías estaba conmigo, no estaba sola en aquel infierno. 

  – ¿Cómo habéis...? –la incredulidad y el odio brillaba en la voz tenebrosa de mi padre. Su rostro estaba descompuesto por la ira y el dolor– ¡Os mataré a los dos!

Tobías repelió su ataque a pesar de su extremo cansancio. El sudor hacía brillar su rostro y el dolor descomponía sus rasgos. 

  –No –susurró él, con los ojos entrecerrados. Su mirada rojiza parecía brillar con una sabiduría impropia en alguien de su edad–. Vamos a ser nosotros quienes acabemos contigo... No volverás a hacerle daño a nuestros amigos.

Mi padre profirió un grito furioso, concentrando su poder en un último ataque. 

<<¡Ahora!>> Me urgió Tobías.

No supe muy bien como ocurrió después, solo actué por instinto. Mi padre nos atacó con todo su poder, pero no sentí nada. La sangre empezó a manar con fuerza de mi nariz mientras perdía completamente la visión y el oído.

Simplemente, todo se desvaneció. Y yo caí sin quererlo a la inconsciencia. 

* * * * * * * * * 

JAKE.

Sentí un pinchazo profundo en el corazón, pero no supe exactamente por qué. El miedo me carcomió por dentro, pero supe que no podía parar ahora. No cuando tenía el olor de Corina y Marcella tan cerca.

La sangre manchaba mis patas delanteras, pero no me importaba. Gruñí por lo bajo mientras me obligaba a fijar mi vista de nuevo; me negaba a caer en la inconsciencia ahora, después de todo lo que había tenido que pasar.

Salté por encima de un tronco caído y pasé un pequeño y helado arroyo. La frialdad del agua me devolvió un poco de lucidez, y pude centrarme mejor en lo que estaba buscando. La oscuridad casi se había hecho total. El cielo sin estrellas era únicamente iluminado por una luna creciente, y cada vez era más difícil correr por aquel retorcido bosque.

Fue entonces cuando el olor de las lobas se hizo cada vez más notable. Aceleré el paso y me adentré a un pequeño claro... Sin embargo, no estaba preparado para lo que allí vi.

Me quedé inmóvil a pocos metros de ellas... o de lo que quedaban de sus cuerpos. Mi garganta se apretó de incredulidad mientras la sangre brillaba bajo el reflejo de la luna, haciéndola parecer negra. Sus ojos brillaban apagados, sus rostros se habían congelado en una eterna expresión de terror y dolor.

Levanté la cabeza de aquella carnicería y miré hacia la primera línea de árboles, intentando encontrar a los culpables de esto. Por primera vez, recordé al enorme lobo plateado que había visto junto a Rick y supe que él había sido el responsable de esto.

Sentí entonces como si mil ojos se clavaran en mí desde todas las direcciones. La tensión aumentó rápidamente mientras me alejaba de allí, sin poder realmente imaginar qué era lo que aquel oscuro bosque escondía en su interior.

Y lo más importante de todo: ¿Qué era lo que tenía que ver Rick con aquel enorme lobo? 

UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora