AMALIA.
Desperté con la sensación de estar flotando sobre una nube, mientras una cálida brisa me acariciaba el pelo. Estremeciéndome con fuerza, parpadeé lentamente y por fin pude abrir mis ojos, sorprendiéndome con lo que me encontré: Jake estaba acariciándome el pelo, tan concentrado que ni siquiera se había dado cuenta de que había despertado... Hasta que mi respiración varió y sus ojos se clavaron en los míos.
Su sonrisa fue como una luz en medio de la oscuridad. Al instante se la devolví, con la emoción clavándose en mi pecho. Incorporándome y sentándome en la cama, miré a Jake con la vergüenza extendiéndose por mi rostro; sus ojos negros me miraban divertidos mientras extendía su mano hasta mí, con un vaso de agua entre sus dedos.
Al instante, sentí como si mi garganta se hubiese secado durante la noche. Tosiendo levemente, bebí el vaso con rapidez y casi agradecí que el agua estuviese helada.
–Un efecto secundario de las hojas –dijo él sin más mientras me quitaba el vaso vacío de las manos y dejándolo sobre la mesilla.
Me aclaré la garganta y negué con la cabeza cuando capté en su voz la esperanza de que no volviese a tomarlas, sabiendo que eso era algo imposible. Casi tenía ganas de echarme a reír por el alivio que sentía, por la ausencia de las agujas que se habían estado clavando en mi mente cada vez que despertaba y sobre todo, me alegraba no notar el propio sabor de mi sangre en mi garganta por los gritos que expulsaba cada noche.
Todo eso había desaparecido gracias a aquellas hojas, y no había modo de que pudiese alejarme de ellas. Podrían traer mil efectos secundarios, que ninguno sería tan doloroso como lo que llevaba sintiendo desde que había salido aquella noche del Internado; por primera vez, podía ver la luz al final de aquel túnel de tinieblas y pesadillas.
–No importa Jake, me encuentro bien –afirmé mientras me levantaba de la cama, con las piernas algo temblorosas. Parpadeé sorprendida cuando me tuve que sentar para no caer, y me sonrojé cuando escuché el gruñido molesto de Jake; segundos después, me había agarrado de la mano y sus ojos negros me atravesaban con ironía–. Estoy bien, de verdad. Ha sido sólo un pequeño mareo.
Y aunque era cierto que me sentía bien, era extraño que me temblase todo el cuerpo. Sin embargo, me negué completamente a admitirlo.
–Llevas durmiendo casi dos días, Amalia –dijo Jake de pronto cuando conseguí levantarme y caminar hasta el armario. Aquella frase me golpeó con fuerza, y jadeé sorprendida. Dos días. Había estado durmiendo dos días... Maldita sea–. Rebecca ha estado muy preocupada por ti. Joder, yo también. No es normal que una sola hoja te deje así... Por favor, no tomes más. Encontraremos alguna solución para lo que sea que te ocurra.
Su voz sonaba terriblemente enfadada, y cuando le miré sus ojos estaba brillantes de aquella luz dorada. Tragué saliva y me apoyé contra la puerta del armario, negando con la cabeza mientras la desesperación me inundaba de nuevo. No podía dejar aquellas hojas, no después de haber despertado sin lágrimas en mis ojos. ¡Me negaba!
–No, Jake –apreté los labios y caminé hasta la mesa donde estaban las hojas; guardándolas en el pañuelo, las apreté contra mí y miré fijamente a mi Compañero. Él se había cruzado de brazos y, aunque sabía que estaba intentando controlarse, el gruñido furioso que salía desde lo más profundo de su pecho me demostraba que no estaba contento con mi respuesta–. Estas hojas son lo único que funcionan, créeme. No puedes quitármelas ahora... Estoy segura de que... he dormido tanto porque llevaba mucho tiempo sin hacerlo. Mi cuerpo lo pedía y las hojas me han dado la oportunidad para hacerlo; por favor confía en mí.
Él apretó los dientes y masculló algunas palabras, la mayoría maldiciones, pero no me eché para atrás. Mi corazón empezó a latir con rapidez cuando él me miró fijamente, cruzó la habitación en varias zancadas, y sin esperar aquella reacción suya, agachó la cabeza y me besó con profundidad, haciendo que mi corazón se estremeciera por las emociones que me hacía sentir aquel contacto.
–Una vez. Sólo te doy una vez más. Si vuelves a tardar tanto en despertar, quemaré esas putas hojas y buscaremos otra maldita solución, ¿está claro?
Y aunque estaba arriesgándome a perder aquellas hojas, estaba segura de que no quería perderlo a él. Por eso, a pesar de que el miedo a que las pesadillas volvieran se clavó en mi pecho, asentí con la cabeza sin decir una palabra.
Me arriesgaría si él me lo pedía, pero sobre todo lo haría para que el miedo pasado que se dejaba entrever en su mirada desapareciera. No iba a hacerle daño, no por esto. Ni por nada.
* * * * * * * * * * * * * *
Salimos de mi habitación con las manos enlazadas y bajamos al comedor donde empezaba a reunirse la gente. Sonrojándome con profundidad cuando nos encontramos con Rebecca y Andrea; ambas se echaron a reír y nos miraron de manera pícara.
–Al fin os dignáis a salir de la habitación –dijo Rebecca con voz melosa, cruzándose de brazos.
–Espero que hayas hecho un buen trabajo, lobo –se burló Andrea, con sus ojos rojizos brillando de manera divertida mientras sonreía, mostrando sus colmillos–. Dos días trabajando debe de ser muy duro para ti...
–O más bien para ella –añadió Rebecca, haciendo que ambas se echasen a reír a mi costa.
Con las mejillas ardientes pero con unas extrañas ganas de echarme a reír, miré como Jake intentaba disimular una sonrisa ante las palabras pervertidas de mis dos amigas. Parpadeé sorprendida cuando me di cuenta de que aquellas dos habían conseguido convertirse en personas muy importantes para mí. Sólo por eso, pude sonreír y negar con la cabeza.
–Sois unas degeneradas –espeté, haciendo que ambas se echasen a reír con más fuerza.
Suspiré con diversión y miré a Jake, suplicándole algo de ayuda. Él, sin embargo, se cruzó de brazos con la clara intención de no sacarles de su error. Me sonrojé todavía más.
–Ni siquiera aguantaste a que dijese la noticia, Amalia –dijo Rebecca, limpiándose una lágrima rebelde causada por las risas–. Desapareciste tan rápido que no pude contártelo... ¡Damon y yo nos vamos a casar!
Aquella noticia me hizo sonreír, contenta por ella. Me lancé a abrazarla y a felicitarla mientras sentía algo de culpa clavándose en mi pecho mientras notaba la mirada fija de Jake en mí, y recordé todas las veces que él intentó hablar en el Internado conmigo sobre nosotros, y todas las respuestas que le había dado eran que yo sólo quería a Damon.
Me sonrojé, y le miré sobre mi hombro con una disculpa grabada en mis ojos. Él resopló y negó, regalándome una pequeña sonrisa.
–Me alegro mucho por vosotros, Rebecca, habéis pasado por mucho y os merecéis...
Mi sonrisa se borró al instante, cambiándose por una expresión de estupefacción cuando las puertas del salón se abrieron de golpe. Parpadeando sorprendida, observé como una voluptuosa mujer de cabello rizado y moreno caminaba de manera furiosa hasta nosotros.
–¡Jake! –gritó ella con rabia, sus ojos verdes brillando furiosos– ¡¿Cómo te has atrevido a emparejarte con ella?!
Sentí como si me golpeasen en el pecho. ¿Quién era aquella mujer que me miraba con tanto desprecio?
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UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||
WerewolfSegunda temporada de LOBO BLANCO :) Amalia Sellers era una vampiro, pero no una vampiro cualquiera. Ella era la hija de Enric Sellers, el vampiro milenario que empezó la Última Guerra entre Razas, liderando a los vampiros que no querían aceptar los...