[28] Unión.

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AMALIA.

Su rostro se contrajo de dolor y felicidad. Era extraño que esos dos sentimientos, tan diferentes entre sí, pudiera llegar a reconocerlos en su rostro. Sin embargo, lo entendía. Entendía por qué sentía cada uno, y me odiaba por hacerle daño. ¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? ¿Qué había hecho en otra vida para que me estuvieran castigando de esta forma?

Mientras me limpiaba el rastro de sangre, no aparté mi mirada de sus ojos. Negros y profundos, me gritaban mil cosas que no podía llegar a entender del todo, pero que me hacía estremecer. Cuando la sangre por fin dejó de manar de mi nariz, tenía la mano llena de sangre y un gruñido de dolor se había estancado en su garganta. Odié a mi padre más que nunca.

–Perdón –susurré sin poder evitarlo. Lamentaba profundamente que le hubiese tocado como Compañera, que tuviese que ser yo su otra mitad. Él no merecía el dolor que yo le iba a traer, o incluso la muerte que tan firmemente parecía querer aceptar.

Él negó con la cabeza, cerrando los ojos momentáneamente. Sentía su dolor como el mío propio, sentía su impotencia y la rabia incontenible. Yo me habría sentido exactamente igual, de no haber sido por el enorme cansancio que recorría mi cuerpo y mi mente.

Sin embargo, no tenía pensado desperdiciar esto. No ahora, cuando por fin había aceptado mi final. Agachando la cabeza, besé lentamente sus labios hasta que toda la tensión desapareció de su cuerpo.

–Estás débil –susurró él entonces, con la culpa marcada en su rostro–. No sé si será seguro que...

Negué rápidamente con la cabeza, sintiendo un enorme mareo ante el movimiento brusco. Apoyé la frente en su hombro y suspiré.

–Nada es seguro ya, Jake... Pero no quiero parar esto –mi voz sonó casi como una súplica. Realmente, lo era–. No sé cuánto tiempo aguantaré, pero... quiero terminar esto. Por favor, no tengas miedo.

Noté como él temblaba levemente. Sus brazos me acogieron en un enorme abrazo que yo necesitaba fervientemente. Sin decir nada, me obligó a levantarme para después dejar que me sentara sobre él, con mis rodillas a cada lado de su cuerpo. Me estremecí levemente, sintiendo como me sonrojaba. 

–Beberás primero –me exigió él, con los ojos negros y brillantes. Podía escuchar al lobo en su voz, obligándome a obedecer por mi propia seguridad. Sonreí levemente y asentí.

Cuando él giró su cuello hacia un lado, sentí por primera vez el nerviosismo recorriéndome. Era extraño que algo que era natural para mí, se hubiese convertido en un acto tan íntimo. Apreté mis manos contra su pecho, obligándolo a acostarse. Sus ojos no se apartaban de mí, entrecerrados y deseosos. Me mordí el labio, con algo de miedo.

¿Cómo se sentiría? ¿Le haría daño? No quería que eso ocurriera, pero no podía alargarlo mucho más. Cerrando los ojos e inspirando su olor, abrí la boca mientras sentía como mis colmillos se alargaban.

Mi Compañero.

Sentí mi corazón acelerarse cuando clavé mis dientes en su cuello. Escuché un pequeño jadeo saliendo de entre sus labios, una mínima tensión que se esfumó al instante... y un gruñido de profunda aceptación.

Agradecida, cerré los ojos y antes de tragar por primera vez, supe que me había vuelto adicta. Su olor embargaba mis sentidos, su sabor me enloquecía. Gemí levemente. Era como si mil rayos hubiesen pasado por mi cuerpo a la vez; sentía tanta energía dentro de mi cuerpo, que parecía imposible que hace unos minutos hubiese estado al borde del desmayo.

Sentí sus brazos abrazarme con fuerza durante los largos minutos que estuve bebiendo de aquella ambrosía. Casi me sentí avergonzada cuando desclavé los colmillos de su cuello y vi las profundas incisiones. ¿Le había hecho daño?

Observé su rostro entonces, y tuve que contener un jadeo sorprendido. Sus ojos eran completamente dorados, sin rastro de aquel negro que tanto se asemejaba a un cielo sin luna... Su lobo brillaba en su mirada, salvaje y cruda. Sin tener que abrir la boca, supe que no le había hecho daño. Una parte de mí me lo decía; sus ojos me lo decían. Sonreí levemente, sonrojándome todavía más.

Me sentí nerviosa entonces, jamás había sentido su presencia como la sentía ahora. Notaba como la energía de su sangre viajaba por mi venas, como me recuperaba todas las fuerzas perdidas. ¿Tanto poder tenía la sangre de un Compañero de Vida?

Estaba completamente sorprendida, pero no pasó mucho tiempo más cuando su boca se apoderó de la mía. En ese momento, todo desapareció de mi mente. El beso fue corto pero intenso, lo suficiente como para que no notase nuestro cambio de lugar: ahora, él me tenía apresada bajo su cuerpo. Me sonrojé todavía más cuando él sonrió de forma lobuna. 

–Ahora me toca a mí, ¿verdad? –su tono ronco y bajo fue más de lo que pude soportar. Apretando los labios para intentar retener un gemido que no pude controlar, sentí como su boca viajaba hasta mi cuello.

Sus besos no se hicieron de esperar, y, junto a sus dientes, hicieron que terminase temblorosa bajo él. Hundiendo las manos en su pelo, le obligué a que me mirara... a que clavara sus dorados y extraños ojos en mí. 

–Hazlo, lobo –le pedí en un tono que se asemejaba demasiado a una orden, pero no aguantaba más. La espera me estaba matando.

Él sonrió todavía más y me besó profundamente en los labios, mordiéndolos antes de susurrar:

–Hablas como una Alfa... –pude detectar el orgullo en su ronca voz. Sonreí levemente–. Y yo no puedo desobedecerte, ¿verdad?

Me reí entre dientes mientras negaba. Sus ojos brillaron con diversión, antes de hundir su rostro en mi cuello y acariciar mi sensible piel con los dientes. El aire se escapó de mis pulmones.

Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar, cuando sentí que sus dientes se hundían en mi piel. Me arqueé contra él en un acto reflejo y gemí mientras le clavaba las uñas en los hombros. Intenso, era demasiado intenso. Cerré los ojos con fuerza mientras sentía un enorme calor recorriendo todo mi cuerpo, naciendo únicamente de su mordisco. Me mordí el labio para no gritar por la enorme sensación.

Sentí como si hubiesen pasado siglos hasta que separó su boca de mi cuello. Sentía la respiración y el corazón acelerados como nunca antes. El ardor del mordisco fue disminuyendo, pero no desapareció. Cuando él abrió sus ojos y los clavó de nuevo en mí, sentí una nueva ola de calor.

–Amalia –susurró con la voz demasiado ronca, demasiado animal. Sentía su cuerpo en tensión, tembloroso sobre el mío. Parecía que le estuviese costando horrores contener a su lobo, su mirada refulgía con salvajismo–. Necesito saber que estas bien, o largarme de aquí cuanto antes. No puedo contenerme más. Sólo dime que te encuentras mal, y saldré de aquí ya.

Apreté mis uñas contra mis palmas, sintiendo como mi pecho se llenaba de amor por él. Mi Compañero, mi lobo terco, estaba aguantándose a la parte más feroz de su alma por mí... de manera innecesaria. Cerrando los ojos para evitar que las lágrimas saliese de mis ojos, cogí su rostro y deposité un suave beso en su boca.

–Estoy perfecta, Jake. Gracias a ti –le susurré entonces, abriendo los ojos y uniéndolos a los suyos. Gruñó con alivio y noté como se fue destensando lentamente a la vez que le abrazaba.

Segundos después, tenía su boca pegada a la mía, con su parte más feroz desatada pero sabiendo que Jake jamás me haría daño... Por fin, después de tantos meses, nuestra Unión estaba a punto de completarse.


UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora