[18] La marcha.

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¡LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO! Merezco que me apedreéis, lo sé. He tardado muuuucho en actualizar, pero es que... ¡Bueno, basta ya de excusas! Ya sabéis por qué no puedo actualizar tan rápido como querría, pero intentaré hacerlo cuanto antes. Muchas gracias por vuestro apoyo, os quiero.<3

Paula.


AMALIA.

Cerré la pequeña maleta con un suspiro y miré la habitación que había sido mi guarida durante meses. Allí había sido el único lugar en el que me había sentido completamente segura; sin embargo, ahora debía abandonarlo.

Volví a suspirar cuando escuché unos suaves golpes en la puerta, segundos después Rebecca estaba asomándose desde el pequeño hueco que había abierto. Sus grandes ojos pardos brillaban con desasosiego, con pesar. Sin embargo, tuve que sonreír cuando ella entró en la habitación y me acogió en un enorme y cálido abrazo. Desde luego, se había convertido en una importante persona para mí.

  – Te voy a echar mucho de menos, Amalia. Espero que puedas... curarte cuando antes, y puedas volver a casa –su voz tenía un tono tembloroso, al borde de las lágrimas. A pesar de que intenté contener un sollozo, no tuve la fuerza suficiente para hacerlo–. Eres capaz de hacerlo. Sé que lo eres.

No quise responder a sus esperanzas, pues sabía que mi futuro era demasiado oscuro e incierto. Le había prometido a Marie que lo conseguiría, también se lo había prometido a Jake, pero sin embargo no estaba segura de tener la fuerza para combatir al monstruo que dormitaba en mi interior. ¿Cómo iba a ser capaz de ganar contra alguien como mi padre? 

Minutos después de varias palabras de ánimo y despedidas, me sorprendí enormemente cuando Rick entró en la habitación con una pequeña sonrisa. El sucesor me miró con aquellos ojos plateados, tan parecidos a los de su madre, y sin decir nada simplemente cogió mi maleta y salió de la habitación. Rebecca se echó a reír después de aquel extraño comportamiento.

  –Juro que ese lobo es demasiado silencioso –sus ojos pardos brillaron divertidos–. Es tan diferente a ella... Va a ser explosivo, ya lo verás.

Yo fruncí el ceño ante sus extrañas palabras y predicciones. ¿De quién estaba hablando la loba Blanca? A pesar de que intenté preguntarle, otro tema invadió mi mente al instante. La culpa me recorrió.

–Lamento no poder estar en tu boda, Rebecca –empecé a decir cabizbaja–. Espero que... 

  –No te preocupes por eso, Amalia. La boda... bueno, será aplazada hasta que estés completamente recuperada –mi estómago se apretó ante sus palabras y las lágrimas inundaron mis ojos cuando ella sonrió ampliamente–. Damon y yo tenemos mucho tiempo para vivir juntos, no te sientas mal por esto. Quiero que todo el mundo que es importante para mí esté en ese día tan especial, y no me importa tener que esperar un cuantos meses. Además... así puedo disfrutar un poco más de mi noviazgo.

Negué con la cabeza, agradeciendo mentalmente haber podido conseguir la amistad de alguien como ella.

Media hora después de haber confirmado que no había nada más por recoger, nos encontrábamos en el jardín del enorme palacio, rodeada de todos aquellos lobos que iban a volver a la manada de Marie... y de algunas personas que habían decidido despedirse de mí. Pasando la mirada por los presentes, me costó un mundo no echarme a llorar cuando cada uno de ellos empezó a despedirse de mí. 

  –Espero que vuelvas cuanto antes –decía Damon mientras me abrazaba–. Rebecca se va a poner muy pesada si tú no estás por aquí.

Me reí entre dientes mientras oía el gruñido molesto y triste de la nombrada. Parpadeando para contener las lágrimas, agradecí haber conseguido una amistad con Damon, a pesar de todo lo que nos había ocurrido en el pasado. 

UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora