JAKE.
Gruñí de dolor profundamente mientras hundía las garras en la tierra húmeda y fría de aquel bosque de montaña y el paisaje que tenía delante de mis ojos se difuminaba. Con el aire frío recorriendo mis pulmones y el dolor asentándose en mi espalda, agradecí no poder hablar para no tener que soltar todas las maldiciones que estaban pasando por mi cabeza.
Cerrando los ojos momentáneamente, inspiré una gran bocanada de aire frío y me sorprendí cuando percibí un leve olor que me resultaba demasiado familiar. Sin embargo, era muy improbable que él se encontrase aquí, al borde de la frontera de las tierras que pertenecían a su madre. Frunciendo el ceño, me dejé llevar por mi curiosidad y avancé con sigilo entre los árboles, refugiándome en la naturaleza e intentando averiguar qué era lo que ocurría.
Sin embargo, jamás pude pensar que lo que vería minutos después, sería real. Agazapado entre la maleza, observé con asombro al enorme par de lobos que había en medio del claro. Ambos de un color semejante a la plata, tuve que contener un gruñido cuando los pelos de mi espalda se erizaron al ver al mayor de los dos lobos. Adulto y completamente salvaje, tenía una enorme cicatriz recorriéndole la mejilla y el ojo izquierdo que le daba un aspecto todavía más amenazador, aunque sobre todo lo que resaltaba más eran los enormes y afilados dientes que tenía desenfundados, con los que amenazaba al joven lobo que se le parecía.
De pronto, gruñí con fuerza cuando el más pequeño se giró hacia mí y descubrió mi posición. Maldije mentalmente al brusco cambio de aire que les había llevado mi olor y me tensé completamente con la intención de atacar cuando el mayor también se percató de mi presencia. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, ambos gruñeron con fuerza y desaparecieron entre la espesa vegetación del bosque.
Suspirando mentalmente de alivio pues sabía que no habría tenido ninguna posibilidad contra ellos en mi estado, salí de mi escondite y estuve observando el lugar por el cuál habían desaparecido, con una única pregunta rondando por mi mente.
¿Rick? ¿Aquel lobo joven era Rick?
* * * * * * * * * * * *
AMALIA.
Suspiré con pesar mientras apretaba con fuerza la taza caliente que tenía entre mis manos. Con el humeante vapor empañando mi vista, cerré los ojos y deseé no volver a hacer lo que llevaba horas haciendo: observar por la ventana y esperar a alguna noticia de Jake o de Rick. Para mi desgracia, no había recibido ninguna de las dos.
Mientras oía el sucesivo golpeteo del pie de Diana sobre la madera del salón, levanté la vista y la pegué en ella. Con su pelo negro cayendo por su espalda, sus brazos cruzados delante de su pecho y su ceño levemente fruncido, parecía realmente cabreada; sin embargo, sabía que lo que realmente brillaba en su mirada era la preocupación por la inminente desaparición de Rick.
–Volverá pronto –aseguró Marie por quinta vez, casi como una oración–. No es la primera noche que pasa en el bosque solo y tampoco será la última.
Sin embargo, su tono no era tan firme como ella quería afirmar.
–Si queréis puedo salir a buscarlo –se ofreció de pronto Tobías, saliendo de la cocina con un leve sonrojo avergonzado–: Voy a pasar la noche despierto, y...
–No, Tobías –se negó Marie con seriedad. Sus ojos plateados atravesaban al niño casi con fiereza–. Jamás salgas al bosque solo, y mucho menos de noche. Este lugar no es como los otros, cariño.
El pequeño vampiro se sonrojó todavía más y asintió rápidamente. Casi sentí lástima por la rudeza de la loba, pero estaba segura de que había tenido una buena razón para hablar así.
Cerrando los ojos, estaba a punto de pegarle un pequeño trago a mi té cuando lo sentí. Un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza como un rayo, y segundos después había dejado la taza sobre la mesa y me había levantado del sofá. Él estaba aquí. Él había aparecido.
Con el cuerpo temblando por las ganas que tenía de verle, salí rápidamente al exterior de la casa mientras oía las exclamaciones preocupadas de los demás. Sin embargo, ellos no podían notar a Jake... Y yo sí.
Corriendo por la oscura calle mientras sabía que Marie y Diana me seguían, llegué a la entrada del pequeño pueblo y escaneé la primera línea de árboles que había delante de mí. Con el corazón latiendo con rapidez y el frío helándome las mejillas, me mordí el labio por puro nerviosismo mientras lo notaba cada vez más cerca.
Minutos después, un enorme y majestuoso lobo negro salía lentamente de entre los árboles. Con la cabeza gacha y sus oscuros y brillantes ojos negros refulgiendo por aquella llama dorada y por la luz de la luna, no había duda alguna de que se trataba de mi Jake. Suspirando de alivio, me mordí el labio y esperé pacientemente a que se acercara a mí a pesar de que estaba muriéndome de ganas por correr y abrazarle.
Sin embargo, algo andaba mal. Tenía la garganta seca mientras observaba sus movimientos lentos y calculados. Frunciendo el ceño, de pronto noté que caminaba con una tensión que no era propia en él; escaneándole, no pude encontrar ninguna herida en su cuerpo pero sin embargo, sufría.
–Jake –pronuncié su nombre con preocupación. Me acerqué él mientras un profundo gruñido de dolor se escapaba de su garganta– ¿Qué te pasa? ¿Jake?
Dejándome caer de rodillas en la fría tierra, hundí mis manos en el helado pelaje de su cuello y observé como cerraba los ojos con expresión de dolor. Con el miedo martilleando en mi estómago, observé con lágrimas en los ojos como se recostaba sobre mi regazo con clara expresión de profunda fatiga.
–¡Ayuda! –grité alarmada mirando hacia mi espalda.
Al instante, Marie y Diana parecieron reaccionar.
Marie salió corriendo hacia el interior de la pequeña aldea mientras gritaba que necesitábamos ayuda; por el contrario, Diana se acercó a mí con algo de miedo en su mirada y apretó con fuerza mi mano mientras que yo simplemente podía abrazar a Jake mientras notaba como se balanceaba entre la consciencia y la inconsciencia.
–Te curarás –le susurré mientras intentaba no llorar.
Besé su hocico mientras notaba como por fin se dejaba caer en un profundo sueño; supe, a partir de ese instante, que esa noche iba a ser demasiado larga para mí.
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UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||
WerewolfSegunda temporada de LOBO BLANCO :) Amalia Sellers era una vampiro, pero no una vampiro cualquiera. Ella era la hija de Enric Sellers, el vampiro milenario que empezó la Última Guerra entre Razas, liderando a los vampiros que no querían aceptar los...