[22] Dura bienvenida.

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¡Lamento haber tardado tanto y que sea tan corto! Mañana subiré otro, e intentaré subir uno cada día para compensar y para aprovechar que ya terminé por fin los exámenes.

Gracias por el apoyo, muchos besos.<3


AMALIA.

Bajé del coche mientras contenía la respiración. 

Después de media hora en continuo silencio dentro de un coche con la calefacción al máximo, no podía evitar temblar por el aire helado que reinaba en aquel pequeño pueblo de montaña. Tiritando, miré a Rick que parecía estar buscando a alguien con la mirada. Al instante sentí la vergüenza por lo que le había dicho. ¿Cómo me podía atrever a insultarle por rechazar a Diana, cuando yo había estado haciendo lo mismo con Jake durante meses?

Sin embargo, ahora que había comprendido la importancia que Jake tenía para mí, me parecía una atrocidad lo que él estaba haciendo. ¿Cómo podía negarse a tener la mitad que le faltaba? ¿Cómo podía rechazarla sin tener una buena razón para ello?

  –Vamos –dijo Rick de pronto sacándome de mis pensamientos–. Nos están esperando.

Yo me quedé algo confusa e intenté preguntarle exactamente quién, pero el lobo ya estaba varios metros por delante de mí. 

Mientras caminaba tras su enorme espalda, no pude evitar curiosear con la mirada el pequeño pueblo que parecía estar unido con la vegetación de aquella montaña. Con las paredes de tonos oscuros, las casas casi parecían ser parte de aquel bosque. 

–Es precioso –susurré, maravillada por la enorme diferencia que tenía aquel lugar con la ciudad de los vampiros. 

Todavía no había salido de mi asombro, cuando casi me choqué con la enorme espalda de Rick. Mordiéndome el interior de la mejilla para no insultarle, me quedé muda cuando me fijé que había alguien delante de nosotros.

–Llegas tarde –espetó con ácido odio un enorme muchacho de pelo negro y ojos del color de la plata. Rick pareció tensarse ante la visión del lobo que pertenecía a su manada. Cuando el desconocido se dio cuenta de que estaba allí, sonrió de manera lobuna–. Así que tú eres...

  –Jacques –interrumpió Rick con voz pausada pero de manera amenazadora–. Cállate.

El rostro del lobo se descompuso de manera furiosa. Retrodecí algo asustada cuando me di cuenta de que estaba a punto de perder el control. ¿Sería capaz de convertirse por el simple hecho de que su Sucesor le hubiese dado una orden?

  –¡Basta! –dijo de pronto la Alfa, saliendo de la nada con una expresión de incomodidad.

Suspirando de alivio, miré como Marie entraba en escena con el ceño fruncido. Mirando a Rick, le suplicó con la mirada lo que le ordenó con la voz:

  –Vete.

Rick parpadeó lentamente sin obedecer la orden. De pronto me di cuenta de que estábamos rodeados de personas curiosas por saber lo que estaba ocurriendo; entre ellas estaba Diana, Robert–el ruidoso lobo que nos había traído– y Tobias. Sin embargo, no había señales de Jake y eso empezaba a preocuparme.

 El silencio se extendió por la pequeña plaza; el único sonido que se escuchaba era el del viento helado colándose entre las casas. De pronto, contuve un escalofrío cuando Rick se giró sin decir nada con clara intención de irse, a pesar de que tenía la sensación de que quería desgarrarle el cuello al desconocido lobo que casi le ataca.

El momento incómodo aumentó de repente, cuando se escuchó una simple y única palabra, que pareció desencadenarlo todo:

  –Bastardo –escupió Jacques, mirando con un increíble odio a Rick.

Rick se quedó inmóvil en el sitio, me quedé sorprendida cuando un gruñido amenazador rompió el aire, y tuve que contener un jadeo cuando me di cuenta de que venía de él.

–¡Silencio Jacques! –ordenó Marie, con el rostro descompuesto por un profundo dolor que no llegaba a comprender.

Con la orden de su madre, Rick pareció relajarse mínimamente. Sin girarse continuó caminando, alejándose de todos como si no le importara quedarse solo. Girándome, clavé la mirada en el lobo que acababa de insultar a su Sucesor. ¿Qué estaba pasando con ellos dos?

Sin embargo, mi pregunta no pudo ser contestada. Mi estómago se apretó de pesar cuando vi desaparecer a Rick entre la maleza de aquel enorme bosque y de pronto comprendí por qué amaba tanto ese lugar. Si había recibido un trato así durante su vida, la soledad de la naturaleza habría sido el único lugar en el que habría podido estar. 

Pensando en eso, mi pesar aumentó. Poco a poco la gente fue desapareciendo al ver como Marie castigaba a Jacques con duras palabras.

  –¡No tienes derecho a decirle eso, Jacques! –espetó Marie con furia en medio de la casi desierta calle–. ¡Él es tu hermano pequeño y tu futuro Alfa!

–¡Él no es mi hermano maldita sea, es un jodido bastar...! –sus palabras fueron calladas por una enorme bofetada. Los ojos plateados de Marie brillaron con dolor mientras miraba a su hijo y le ordenaba que se marchase.

Casi pensé que desobedecería, pero no fue así. Mientras veía alejarse al lobo moreno, no pude evitar sorprenderme. ¿Era el hermano de Rick? ¿Por qué se llevaban así? Y sobre todo... ¿Por qué le llamaba bastardo? 

No obstante, tuve que salir de mis pensamientos cuando noté como alguien se posicionaba a mi lado; sorprendida, me di cuenta de que Diana estaba junto a mí observando el lugar por el que había desaparecido Rick. Con el labio mordido y una clara expresión de querer seguir a su Compañero, parecía no haberse dado cuenta de la incómoda situación que acababa de ocurrir. 

Sin saber muy bien qué hacer, le cogí la mano y esperé a que me mirase. Sus ojos dorados estaban plagados de lágrimas cuando lo hizo y casi me emocioné al ver el dolor en su mirada.

  –No sé qué hacer –susurró, alejando su mirada del lugar y pasándola por los pocos lobos que quedaban allí.

Yo suspiré al saber que no podía darle una respuesta. ¿Qué era lo que debería hacer? ¿Seguirle y arriesgarse a un nuevo rechazo que heriría profundamente su alma? ¿Quedarse y sufrir por no poder aliviar el dolor que seguramente su futuro Compañero estaba sufriendo? 

Me quedé muda e hice lo único que se me ocurría: abrazarla. La loba me apretó con fuerza mientras escondía su rostro en mi hombro; pronto, sentí la humedad de sus lágrimas. Me mordí el labio y la abracé el tiempo que necesitó, pues estaba segura de que una loba tan orgullosa como ella no querría que la viesen llorar.

  –No te preocupes Diana, encontraréis una solución –aseguré en voz baja mientras continuaba consolándola.

Cerrando los ojos, apreté el abrazo que le tendía y aproveché el momento para consolarme a mí misma. Jake no había aparecido todavía, pero estaba segura de que lo haría. Sin embargo, la loba que tenía entre mis brazos no tenía la seguridad que yo tenía.

Suspirando de nuevo, deseé que Rick se diese cuenta de lo que estaba a punto de perder, al igual que yo lo hice.

Por el bien de ella, y por el suyo propio. 



UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora