[44] Andrew.

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¡Buenos días!

Quería pediros perdón por haber tardado tantísimo tiempo en actualizar :( Resulta que se me olvidó avisaros de que en cuanto acabase la semana de exámenes, tendría que irme al viaje de estudios y que no podría actualizar hasta que volviese. 

Lo siento mucho por la molestia y tardanza, hoy mismo subiré los últimos capítulos que falten y acabaré la historia en compensación.

Muchas gracias, besos.<3

AMALIA.

Apreté con fuerza la mano de Jake mientras los oscuros ojos de su padre nos recorrían. La tensión era palpable en el ambiente, y ni siquiera el viento frío de la montaña era capaz de apaciguar la ardiente furia que brillaba en la mirada de ambos lobos.

Tragué saliva y lancé una rápida mirada a los demás vehículos, que empezaban a entrar con lentitud en la aldea. Pronto, todos los Alfa estarían reunidos de nuevo.

  – ¿Dónde están? –preguntó entre dientes Andrew, mirando fijamente a su hijo.

Jake no respondió; nadie se atrevió a hacerlo. Marie se posicionó al otro lado de Jake, dándole su apoyo de manera silenciosa y sabiendo que tendría que interferir si Andrew atacaba al recibir la noticia.

–Ellas están muertas –respondió Jake minutos después, cuando vio que su padre todavía esperaba una respuesta.

La aldea entera enmudeció. Los ojos negros de Andrew brillaron de manera peligrosa, pero no fui capaz de encontrar ningún rastro de dolor por la pérdida. Me sentí completamente extrañada por esto.

  –¿Has matado a Marcella y a su hija? –preguntó él lentamente, furioso y con los ojos entrecerrados. También podía encontrar una especie de estupefacción en su voz.

Jake abrió la boca para responder, pero fue Marie quien habló en su lugar.

–Jake no tuvo nada que ver con sus muertes–dijo ella seriamente. La sorpresa me recorrió por completo, pues había estado segura de que Jake había salido a buscarlas para justamente eso. Suspiré con alivio–. A pesar de que Corina y Marcella se infiltraron en mi territorio sin mi permiso y nos atacaron, ninguno de los míos fue el asesino de ellas.  Ambas, en su huida, fueron tan estúpidas de entrar en un lugar del bosque que no me pertenece –la voz de Marie tembló tan levemente que casi pensé que lo había imaginado–. Fue allí donde el Alfa ordenó que las mataran, y Jake únicamente encontró sus cuerpos cuando fue en su búsqueda.

La voz ronca de Marie me hizo pensar que estaba guardando demasiada información. Fruncí el ceño mientras pensaba en sus últimas palabras. ¿A qué Alfa se refería? 

Pasé mi mirada por los líderes de las Manadas, pero la estupefacción brillaba en cada uno de sus rostros. Apreté con fuerza la mano de Jake, llamando su atención, pero él solo tenía ojos para el rostro descompuesto de su padre. Sentí el dolor y la lástima de mi Compañero, y maldije mentalmente todos los problemas que todavía quedaban por resolver.

  –¿Quién ordenó sus muertes? –preguntó furioso Andrew–. ¿A qué Alfa te refieres, Marie?

Nadie se atrevió a responder. Sin embargo, el sonido de un último coche atrajo la atención de todos. Era el único coche con las ventanas tintadas, así que solo podía pertenecer a los vampiros. Jake pasó un brazo por encima de mis hombros en señal de apoyo mientras las puertas se abrían y salían cuatro personas muy importantes para mí: Lucan y su esposa, Damon y Rebecca. 

Mis ojos se humedecieron al ver a la pareja, cogidos de la mano con firmeza y una pequeña sonrisa en los labios. El vientre levemente abultado de Rebecca me hizo sonreír a pesar de la extraña y tensa situación; el abrazo de Jake se hizo más fuerte.

  Todos nos quedamos en silencio mientras la familia se acercaba al enorme círculo que se había creado a la entrada de la aldea.

  –Alfas –saludó el rey Lucan con un rostro sereno, mirando a todos a los ojos–. Tenemos mucho que discutir, y la pregunta que ha formulado Andrew es algo que no nos concierne, solo a ella. Lo mejor será que entremos y dejemos este tema para después.

Me quedé sorprendida al descubrir que el viejo vampiro había sido capaz de oír la voz de Andrew a pesar de haber estado dentro del vehículo.  Sin embargo, todo el mundo pareció estar de acuerdo con el vampiro soberano, pues empezaron a dispersarse y a dejar a los Alfa a solas.

Cuando los Alfa desaparecieron dentro de la cabaña de Marie, seguidos de Damon y Rebecca, aproveché para agarrar a Jake del brazo. 

Cuando sus ojos negros se clavaron en los míos, no pude evitar expulsar todas mis dudas.

  –¿Qué le ocurre a tu padre, Jake? –pregunté con incertidumbre. Esa era la duda más grande que había tenido en mucho tiempo–. ¿Por qué no parece... desolado?

Jake hizo una mueca y miró por el mismo lugar por el cual había desaparecido su padre.

–Él... él no siente nada, desde que murió mi madre, él ya no siente nada –confesó Jake en un susurro, acercándome a él y abrazándome con fuerza. El sentir su lástima trajo lágrimas a mis ojos–. Esa es la razón por la que se comporte así, incluso conmigo. Cuando un lobo pierde a su mitad, no solo pierde a la persona más importante de su vida... Sino todo lo que ella le trae consigo. Es extraño definirlo, pero es como si nada te importase de nuevo, como si el sol se hubiese apagado para siempre. Para un vampiro, la falta de su Compañera trae la muerte por el dolor y la pérdida de su sangre; para un lobo, trae la locura de no sentir nada salvo el dolor de la pérdida, y eso puede llevarnos a la muerte–Jake inspiró el olor de mi pelo, apretándome más contra él. Jamás habría pensado que esto era lo que les ocurría; era algo aterrador–. Alessandra me dijo una vez que mi padre estaba sumido en la oscuridad, pero jamás pude llegar a entenderlo del todo hasta que pensé que moriste... Fue aterrador, y desde entonces admiro profundamente a mi padre por ser capaz de soportarlo día a día.

Me quedé en silencio mientras repetía sus palabras en mi mente. Por primera vez, fui capaz de entender el comportamiento de Andrew con todos, su frialdad con respecto a los sentimientos de su hijo y a los míos propios. 

Jake suspiró.

  –No tendría que haberte dicho nada –dijo él con una sonrisa apenada, acunando mi rostro con sus manos–. No quiero ver la lástima en tu mirada, Amalia. Él decidió vivir para cuidarnos a mi hermana y a mí, y solo por eso se merece toda la admiración del mundo.

Cerré los ojos con fuerza. Jake tenía razón, pero aún así no podía concebir un mundo de la manera en la que Jake me lo explicaba. El dolor me habría vuelto loca, y ni siquiera toda la frialdad del mundo habría sido capaz de evitar que dejara que la muerte me llevara. No quería ni pensarlo.

Me puse de puntillas y besé sus labios, buscando consuelo.

–Admiro a tu padre por su aguante, pero nadie se merece lo que describes–susurré con dolor.

Él cerró los ojos y negó con la cabeza.

  –Es su decisión después de todo–me respondió él con serenidad, a pesar de que sabía que este tema le dolía demasiado–. No puedo obligarle a tomar otro camino; cuando él esté preparado para morir, yo estaré allí para apoyarle.

Abracé con fuerza a Jake y hundí mi rostro en su hombro, guardando silencio. Acabábamos de hablar de un tema demasiado delicado para él, y no sabía cómo actuar. Sin embargo, no tuve tiempo de decir nada más cuando una serena y cálida voz que reconocía incluso con los ojos cerrados, nos llamó.

–Chicos, creo que es hora de entrar –nos interrumpió Rebecca cruzada de brazos. Sus ojos pardos brillaban felices y a la vez serios–. Tenemos mucho de lo que hablar, ¿no creen?

UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora