[16] Reunión.

11.2K 1K 25
                                    

AMALIA.

Apreté mis manos con fuerza contra la tela de mis vaqueros e intenté regular mi respiración, sabiendo que intentarlo con mi pulso era algo imposible. Latía con tanta rapidez que estaba segura de que cada uno de los presentes en la sala estaban escuchándolo. Me removí con nerviosismo mientras me apoyaba en la fría pared y miré a Damon, que estaba al lado de su padre con una expresión tranquilizante, a pesar de que la situación era justamente al contrario. La tensión recorría el aire mientras los cuatro Alfas y sus respectivas parejas llegaban. Minutos después, la sala de reuniones estaba al completo.

Sentí la mano de Rebecca posicionarse sobre mi hombro en señal de apoyo cuando Jake entró con la furia clavada en sus ojos mientras seguía a su padre. La culpa me recorrió mientras, sin tener que preguntarle nada, supe que acababa de discutir con su padre por mí... Por lo que había hecho.

Apreté las manos con fuerza cuando todos se sentaron a la mesa: diez asientos estaban ocupados –por las parejas Alfa, el Rey Lucan y su compañera–, mientras que Jake, Damon, Rebecca y yo tuvimos que quedarnos de pie. Realmente, lo agradecí. No quería estar sentada a la mesa con unas personas que tenían la clara intención de discutir sobre mí; debía mantenerme callada y atenta. Esas habían sido las instrucciones del Rey Lucan.

  –Bienvenidos –empezó a decir el vampiro rey, con una leve inclinación de cabeza–. Lamento haber aplazado durante tanto tiempo esta reunión, pero no me parecía justo hacerla sin Amalia delante.

Me señaló con la mano y mi corazón se aceleró cuando la mirada de algunos Alfas cayeron sobre mí. No estaba preparada para aquella reunión, ni aunque hubiesen pasado años. Habían pasado dos días desde que desperté de aquella pesadilla, para darme cuenta de que mi propia vida se había convertido en una. Desde lo que ocurrió con Corina se extendió por la ciudad, no podía pisar la calle sin que la gente me mirara con más miedo u odio que antes... Además, el trato que me daban los lobos no había sido demasiado diferente; más bien, todo lo contrario. Y saber que iba a celebrarse esta reunión me tenía completamente descorazonada, pues sabía que nada bueno iba a salir de ella. 

  –No creo que deba estar presente en esta reunión, Lucan –le expresó con total claridad el Alfa de la manada de Rebecca, John–. Aunque quiera, no tendrá ni voz ni voto. 

El gruñido de Jake resonó por toda la sala como una advertencia y el desazón aumentó. ¡No quería que se buscase problemas por mi culpa! 

  –Mi Compañera tiene todo el derecho del mundo de estar aquí, John –le espetó Jake, con el lobo refulgiendo en su mirada–. Sobre todo si es de ella de quien vais a hablar.

El silencio se extendió por la sala y me llegué a temer lo peor cuando vi que John entrecerraba los ojos, en clara señal de disgusto y desafío. A pesar de que estaba suplicándole con la mirada a Jake de que retrocediera, ni siquiera me miraba mientras asesinaba al lobo adulto con los ojos.

  –Basta –dijo de pronto una voz femenina y terriblemente irritada. La dueña de la voz se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco–. No tengo todo el día, y asuntos me esperan. Dejad las peleas estúpidas para otro momento y centraos.

Me sorprendió oír a la mujer hablando con tanta autoridad entre los hombres; sobre todo, me sorprendió saber que tanto John como Jake obedecieron. Mirando a la mujer de ojos grises, le agradecí con la mirada aquella repentina ayuda. Al verme, sonrió levemente.

–Marie tiene razón –le apoyó Lucan–. El tema que nos trae aquí es largo y complicado, así que será mejor empezar cuanto antes –mi garganta se apretó cuando los rojizos ojos de Lucan recayeron sobre mí levemente–. Estamos aquí para hablar sobre lo ocurrido dos semanas atrás.

Todos asintieron levemente. Mi pecho se apretó mientras sentía la mano de Rebecca apretándome con fuerza la mía en un duro intento de que no me derrumbase. Todavía me destrozaba recordar lo que no había hecho; lo que me había obligado a hacer. El odio que refulgía en la mirada de Corina cada vez que me miraba me lo dejaba bien claro.

  –No se sabe muy bien qué es lo que pasó realmente pero...

  –Amalia atacó a Corina, eso es lo que pasó –intervino la madrastra de Jake con el ceño fruncido y el odio rebosando en su voz. Un músculo empezó a temblar en la barbilla del rey vampiro, demostrando que estaba empezando a hartarse del comportamiento de los lobos–. Casi mató a mi hija, y me importa una mierda si estaba siendo poseída por su padre. ¡Quiero justicia! 

  –Silencio –le espetó Lucan, con los ojos rojizos brillando furiosos pero con el rostro sereno–. Aunque seas la Compañera de un Alfa, sigues estando en mi territorio y se cumplirán las leyes a mi manera, ¿está claro? 

La loba se quedó callada, tensa, y gruñó con fuerza mientras se levantaba de la silla y salía airosamente del lugar. Al instante, Marie suspiró y miró al padre de Jake con una ceja alzada.

  –Me alegro de que no sea tu verdadera compañera, Andrew. Esa mujer es demasiado caprichosa –el padre de Jake no respondió y simplemente suspiró.

–Acabemos con esto de una maldita vez –gruñó en respuesta, cruzándose de brazos.

Lucan cerró los ojos con clara expresión de irritación y se cruzó de brazos mientras repasaba a todos los presentes con la mirada.

–Sabéis que lo ocurrido con Amalia es algo altamente peligroso. Si lo que dice Alessandra es cierto, estamos en graves problemas –me dolía que estuviesen hablando de mí como si fuera una bomba, a pesar de que realmente lo era. Las lágrimas empezaron a picar en mis ojos–. Enric ha podido dejar parte de su alma en la mente de Amalia, y si es cierto que puede llegar a controlarla... No sé lo que vamos a hacer.

Me clavé las uñas en las palmas de mis manos. Dolor. Esto dolía como el infierno, y el enorme sentimiento parecía estar causando estragos en mi interior.

  –Si no podemos controlarlo, deberíamos buscar otra manera. ¿Quizá podríamos encerrarla en algún lugar hasta que se encuentre una solución? –propuso el padre de Diana, con una clara mueca de disgusto.

–Me niego rotundamente, no seré yo quien vote para encerrar a alguien –replicó Marie, con el ceño fruncido–. No pienso permitir que se le robe la libertad a una niña que no se merece lo que le pasa. Tiene que haber otra solución. 

El silencio se hizo pesado mientras una enorme gratitud se creaba en mi pecho hacia la loba. La madre de Rick era una Alfa increíble. 

–Alessandra está buscando alguna manera de alejarla de Enric, o al menos de protegerla de su control. Sin embargo, todavía no ha encontrado nada que pueda combatirlo... Y si vuelve a tomar el control de Amalia, puede causar grandes estragos en la ciudad –susurró Lucan, pensativo. Tragué saliva mientras imaginaba lo que ocurriría si eso pasaba. ¿Cuántas muertes producirían mis manos sin yo quererlo? ¿Cuando despertase, podría ser capaz de mirar de nuevo al rostro de alguno de ellos? 

Me estremecí y negué con la cabeza, respondiéndome a mí misma. Dolía, pero sabía la respuesta.

  –Entonces sólo quedan dos soluciones: o la expulsión de la ciudad, o la muerte –sentenció el padre de Jake, impasivo.

Sin embargo, aquellas palabras lo único que consiguieron fue desatar el caos. Lo único que consiguió salir de mi garganta antes de que Jake gritara, fue una súplica desesperada para que se detuviese.

 –¡No!–grité.

UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora