JAKE.
Maldije entre dientes mientras me apoyaba en el borde de la mesa, mirando fijamente a Carlo. Tenía que contenerme para no lanzarme sobre él y arrancarle el cuello, pues eso era lo que él se merecía. ¿Cómo podía ser tan ruin y rastrero? ¿Cómo había podido traicionar a mi padre de esa manera?
Y Marcella... Gruñí entre dientes y agaché la cabeza. Ella tenía toda la culpa de esto, estaba seguro de que había sido ella la que lo había planeado todo; Corina era demasiado cruel y estúpida, habría ido directamente contra Amalia... Sin embargo, su madre, era capaz de crear un horrendo y retorcido plan como este.
–Entonces, ¿queríais quitar de en medio a Tobías para evitar que Amalia sobreviviera?–susurré, furioso con todos. Jacques se aclaró la garganta, incómodo, mientras se mantenía alejado de mí en un rincón de la sala– ¿Mi padre tiene algo que ver con esto?
Carlo apretó los dientes e intentó no hablar, como llevaba haciendo desde hacía una hora. Parecía creer que podría desobedecerme por no ser todavía su Alfa, pero lo que no sabía es que tenía más de un método para hacerlo hablar. Y ahora, furioso como estaba, me atraía mucho utilizarlo.
–Que te jodan, niñato –espetó entre dientes, sudando por la enorme tensión que se estaba provocando a sí mismo.
Apretando los dientes, me moví rápidamente hacia él y le agarré de la nuca, golpeándole contra la mesa. Gruñí furioso, mi lobo en advertencia.
–No juegues conmigo, Carlo–le susurré, hundiendo mis garras en su piel. El olor de la sangre inundó la sala, junto con los sollozos lastimeros del lobo que tenía bajo mi mano–. Hace mucho tiempo que pasaste la línea de mi paciencia. Justo cuando hablaste sobre asesinar a mi Compañera–apreté el agarre hasta el punto de casi desgarrarle.
–Jake –susurró Jacques, inmóvil e incluso asustado–. Él es el único que puede llevarnos hasta Marcella. No lo mates... por ahora.
Sabía que él tenía razón, maldita sea si lo sabía. Sin embargo, el deseo de arrancarle la vida a aquel jodido cabrón estaba desgarrándome por dentro. Todavía podía recordar las lágrimas de Tobías, viajando por sus pálidas mejillas mientras me relataba el miedo que había pasado subido a aquel árbol, pensando que uno de los lobos aparecería y lo atraparía. Sobre todo, el rostro de Amalia brillaba en mi mente junto con el deseo ardiente de protegerla.
Sin embargo, solo podría protegerla si alejaba a Marcella de allí. Y esa fue la razón por la que le solté.
Al instante, Carlo se llevó la mano a la nuca y se miró la palma llena de sangre. Gruñí de nuevo.
–Mi padre –le recordé con toda la paciencia perdida.
–Él no sabe nada –susurró Carlo, ahora asustado. Mi lobo gruñó orgulloso de haberle dejado claro quién era el líder aquí–. La Alfa le dijo que íbamos a Keros a visitar a la loba Blanca. Al parecer, está embarazada.
Aquella noticia fue impactante, pero no me extrañó que no hubiésemos recibido noticias. Esta aldea estaba tan alejada de todo, que era casi imposible conseguir comunicarse con el exterior. Interiormente me alegré por ella y por Damon, ambos merecían ser felices después de todo.
–¿Cómo has podido traicionar a tu Alfa, por segunda vez? –le pregunté con asco.
Carlo se encogió de hombros e hizo una mueca de dolor por la herida de la nuca.
–Esa vampiro debe morir, niño –me gruñó con los ojos ardientes de odio–. No voy a vivir bajo las órdenes de un niñato y de su zorra chupasangre.
Aquello explotó en mí como la pólvora. Me lancé contra él de nuevo con intención de matarlo, pero un cuerpo se interpuso entre ambos y tuve que maldecir cuando casi desgarré el cuello de Jacques. Temblando por la ira, intenté controlar a mi lobo que estaba fuera de control.
–Prepárate –le dije seriamente a Jacques, que seguía entre ambos. Había tardado varios minutos en conseguir controlarme, pero no estaba seguro de lo que haría si volvía a ver el rostro de aquel jodido lobo–. Saldremos en busca de Marcella y Corina.
Salí de la sala antes de cometer un enorme error, como el de asesinar al único idiota que podía llevarme hasta ambas.
* * * * * * * * * * * *
AMALIA.
Sentí un pequeño roce acariciando mi mejilla. Segundos después, algo cálido se posó sobre mis labios brevemente. Aunque no sabía que era, sonreí interiormente. Me gustaba esa calidez, me gustaba ese olor... Y sobre todo, me gustaba quien lo desprendía.
Jake.
Intenté abrir los ojos para ver su rostro, a pesar de que me lo sabía de memoria. Escuché como me susurraba algo al oído que no podía escuchar; me frustraba no poder entenderle, y casi me eché a llorar cuando su olor empezó a alejarse. Pronto, volví a caer en aquella profunda negrura.
No supe cuanto tiempo estuve sumergida entre aquellas olas negras, ni por qué no era capaz de despertar. ¿Las hojas que me había tomado antes de acostarme habían sido capaces de provocar esto? Me mordí el labio con algo de nerviosismo.
Me estremecí entonces, cuando noté algo helado rozándome el tobillo. Mi corazón se aceleró por el miedo, y deseé poder ver algo dentro de aquel maldito mar oscuro. Volví entonces a notarlo, y quise gritar. Quería despertar, quería ver la luz del sol, quería alejarme de aquella oscuridad... Me encogí, agarrándome a mí misma por las rodillas y hundiendo mi rostro sin poder soltarme de aquel agarre. No quería tener miedo, no quería que aquella frialdad me quemara como justamente estaba haciendo. Gemí de dolor cuando aquel tentáculo trepó por mis piernas; al poco tiempo, estaba envuelta en algo helado y siniestro. Me negué a llorar, a pesar de que quería hacerlo.
Jake, ¿dónde estás?
De pronto, sentí como si me estuviese hundiendo a gran velocidad. Empecé a gritar sin control, a moverme para intentar soltarme. Sin embargo, fue inútil.
Y caí sin poder evitarlo.
* * * * * * * * * * *
TOBÍAS.
Me aparté una gota de sudor de la frente, y me obligué a mí mismo a ser valiente. Yo me había ofrecido para estar aquí, para ayudarla, para demostrar que mi don no era una maldición. Yo podía salvarla de aquel vampiro, solo tenía que entrar.
De pronto, Amalia gimió de dolor y sentí como la sangre abandonaba mi rostro. Tenía que hacer algo, tenía que entrar ya en su mente.
–Perdóname, Amalia –susurré con pesar. Esto le dolería, mucho.
Cerrando los ojos, me concentré en ella. Pronto vi aquellos enormes muros negros que se estaban creando alrededor de su mente, aislándola de cualquier salida. Intentando ignorar el latido acelerado de mi corazón y el miedo que estaba empezando a inundar mi pecho, me introduje en su mente y rompí cada defensa que ella, inconscientemente, me ponía por delante.
Era horrible hacer esto, me dolía dañar a alguien... Al parecer, esos niños habían tenido razón. Yo no era bueno, mi don no era bueno... Pero iba a hacer todo lo posible para que, a pesar de haber hecho algo malo, se convirtiera en algo bueno.
Salvaría a Amalia y le demostraría a todos que no era un monstruo.
Y con ese pensamiento, rompí la última barrera y entré en aquel mundo horrible que su padre había creado en su mente.
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UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||
WerewolfSegunda temporada de LOBO BLANCO :) Amalia Sellers era una vampiro, pero no una vampiro cualquiera. Ella era la hija de Enric Sellers, el vampiro milenario que empezó la Última Guerra entre Razas, liderando a los vampiros que no querían aceptar los...