Capítulo 21

12.7K 764 6
                                    

Cielo

A veces pienso en la vida que se nos brinda...

En que no muchos sabemos cómo vivirla, cómo saber aprovecharla. O que a veces la vida es muy injusta.

Ya casi se acerca y se que no podré detener este sentimiento que me consume, ya no me afecta tanto la pérdida de mis padres, solo ese día en específico. Cuando llega ese día pareciera que todo pesa cada vez más.

Cuando estaba aquí con mi tío él siempre me acompañaba. Me compraba muchas gomitas y aunque a él nunca le gustaron, siempre las comía conmigo.

Todo eso cambió cuando llegué a Londres.

Me encerraba durante toda una semana. Rompía todo lo que estaba a mi alcance, gritaba, lloraba como nunca. Hubo momentos en que sin darme cuenta tenía cortes en mis brazos y piernas.

Y al día siguiente de esa semana, estaba como nueva como si nunca hubiera pasado. Pero ahí seguía, muy en el fondo ahí estaba. Y muy pronto estaría en uno de esos días.

Me encuentro en el balcón de la habitación de mi tío.

Siempre me gustó su balcón, varías ocasiones me encerraba aquí haciendo solamente esto.

Viendo hacia la nada.

Respirando aire fresco y pensando cómo enfrentar todas mis mierdas. De repente siento una presencia y por el perfume que percibo se que es mi tío.

Sin voltear a verlo se que está a mi lado con su mirada hacia el frente.

– Ya casi – es lo único que digo.

– Juntos – dice sin moverse.

– Ya no soy una niña tío.

– Lo sé, pero dentro de poco serás otra vez esa niña de diez años.

Y vaya que lo sabía, me planteaba ser fuerte y llegaba a un grado de creerme pero algo pasaba, algo no me dejaba, y me derrumbaba por completo.

– Lo superaré – mientes.

– ¿Por qué quieres hacerlo sola? – dice esta vez mirándome.

– Porque estoy sola – estás equivocada.

– Sabes que es mentira Cielo – dice molesto – Sabes que cuentas conmigo soy tu familia, no me quites eso.

¿Por qué le hago esto?

– Debo enfrentarlo sola – no quiero estar sola.

Prometiste no volver a encerrarte en ti misma – se acerca a mi y me abraza.

No debo llorar, prometí no hacerlo.

Lo alejo un poco hasta que me suelta por completo.

Me mira y se que no he derramado ni una sola lágrima.

– No lo hagas, Cielo... – dice un poco asustado.

– ¿Hacer que? – lo digo sin una pizca de emoción.

Su mirada es triste – Alejarte de las personas que te aman.

¿Por qué lo lastimas?

No quiero en verdad no quiero.

¿Y por qué lo haces?

No lo sé.

– Estoy bien tío – digo lo más convincente que puedo.

– No lo pareces – dice acariciándome el cabello – Confía en mí.

– Lo hago, solo quiero hacer esto por mi cuenta – digo sincera.

Deja salir un suspiro y me da una sonrisa floja.

– Está bien cariño solo prométeme que me buscarás si necesitas ayuda – dice esperanzado.

Lo único que logró es asentir con la cabeza y abrazarlo.

Me separo de él y se encamina hacia la puerta para dejarme sola.

– Tío Jad – lo llamo y se da la vuelta – Mañana voy al cementerio, quiero ir sola y cuando regrese no quiero que nadie me moleste por favor.

No lo veo pero sé que está frunciendo el ceño.

– Bien.

Y se va dejándome con mis pensamientos y esa amiga mía que nunca me abandona.

Conciencia mía, te presento a tristeza.

Hola tristeza...

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora