Capítulo 47

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Cielo

– Aquí, por aquí, una más aquí, por último aquí, y si no es molestia otra más aquí.

Bien, ustedes se preguntarán ¿qué demonios estás haciendo? Pues tengo delante de mí un millón de papeles que firmar.

– ¿Eso sería todo Simón? – pregunto con una ceja alzada.

– Claro señorita Ward, sería todo por el momento – dice y se va de mi oficina, casi siento que ese "por el momento" no me durará mucho.

Desde que llegué a Londres y comencé mi día laboral no han parado de llegar papeles que necesito leer y firmar, pareciera que perdí el ritmo. Me sumerjo en el trabajo que tengo delante y ya se porque me gusta trabajar, me hace olvidar todo a mi alrededor. Escucho el intercomunicador y me sobresalto un poco.

– Dime Leonor – digo y sigo trabajando.

– Señorita Ward, su tío al teléfono – dice y detengo mi labor por un momento.

– Estoy ocupada, dile que yo le regreso la llamada – prosigo con lo que hago y no me detengo ni siquiera a meditarlo.

Bien señorita, se lo hago saber – y se corta la comunicación. Tal vez sea mejor así, necesito mi espacio, y saber que mi vida no es un caos. Después de dejar el hogar de mi tío no miré atrás y seguí mi camino. Rápidamente informé de mi llegada y no tardé en aparecer por la oficina y comenzar a trabajar.

[...]

Después de ponerme al corriente en la oficina, y de las muchas llamadas de mi tío que hizo en todo el día y que ninguna contesté, regreso a mi departamento. Abro la puerta y entro, y como los pocos días anteriores, es la primera vez que mi casa no la siento muy acogedora. Voy directamente a mi habitación, lanzo los tacones y aviento el bolso y me dejo caer en mi cama, una cama demasiado grande, antes me sentía tan cómoda en ella, pensaba que nadie podría separarme de mi increíble cama, y ahora me fastidia que sea tan grande.

Y lo peor de todo es que jamás creí volver a sentir ese dolor tan peculiar, la pérdida de alguien. Siento que he perdido demasiado, si antes me sentía sola ahora definitivamente me siento tan poca cosa. Ni siquiera me he quitado el traje, y la verdad no pienso moverme.

– Hay veces que el cuerpo aguanta demasiadas cosas, que el corazón no es posible de soportar – digo a la nada – Dicen que es mejor estar solo que mal acompañado, lo que no saben es que tú mismo eres la peor compañía.

Y así, poco a poco me sumerjo en un profundo sueño en donde una pequeña niña llora por la muerte de sus padres y al final.

Se encuentra con ellos.

[...]

Nicolas

Veo a Jared mover la cabeza de un lado al otro en forma de negación.

– No me contesta ninguna llamada – dice, y quiero subir por las malditas paredes – No puedo creer que ni siquiera desee hablar conmigo.

Ha pasado casi una semana desde que Cielo se fue y no se que hacer, no se si debo de darle su espacio y dejar que se calmen las cosas o ir a por todas y rogarle de rodillas que vuelva.

Si, esa última idea suena tentadora.

Veo tan triste a Jared, ni siquiera me mira. Tal vez si lo hace, rompa a llorar. Estamos todos en la sala de estar, Dante y su madre, los chicos Thor y Trevor con sus chicas y yo que no paro de caminar por todos lados.

¡Maldita sea!

Necesito saber que pasa, necesito saber si está bien.

Necesito tanto saber de ella, que es lo que está pasando por su cabeza y si es que tengo oportunidad de no perderla para siempre.

– Tengo que ir a buscarla – digo de repente.

Todos voltean a verme y Jared me mira con el ceño fruncido.

– No quiere verte.

– Pues hago que quiera – digo desesperado.

Cierra los ojos y hunde los hombros, se ve más viejo de lo que aparenta. Le está afectando demasiado que Cielo se haya ido.

– No se que paso en realidad – Dante y yo nos miramos nerviosos – Pero tampoco quiero saberlo, ya que puede que tome cartas en el asunto, y no quiero ir por ahí.

Nadie dice nada, todos se levantan unos a la cocina otros se mueven de lugar, y no se que puedo hacer.

– Dejen pasar unos días – dice de repente Jared – Y después arreglen esto y Nicolas... si no hay más que hacer y mi sobrina no te quiere ver más espero no volverte a ver nunca cerca de ella.

Y se va, dejándome peor de lo que estaba.

[...]

– Vamos, tal vez tenga razón Jared hay que dejar que pasen unos días – dice Dante tratando de aligerar el ambiente. Otro dato es que decidimos hacer una tregua, ya que los dos necesitamos el perdón de Cielo y acordamos ayudarnos mutuamente.

A esto he llegado.

Estamos en una especie de cafetería tratando de juntar esta mierda. Pero me siento tan perdido, que no se que hacer conmigo mismo.

– Maldita sea – me estoy empezando a frustrar – Todo por ese maldito vídeo.

– ¿Qué vídeo? – pregunta curioso.

Cierro por un momento los ojos y respiro profundamente.

– El vídeo en donde están Cielo y tú hablando – digo amargamente.

Frunce el ceño y mira hacia la nada, veo que se queda un buen rato así, tal vez le dió algo. Después de un momento me mira atentamente y sin pestañear.

– Nicolas, ¿quién te envió ese vídeo?

No comprendo mucho, ya que...

Esperen.

¡Maldito seas! Claro!

– Evangelina, me lo envió Evangelina – la verdad no se que siento mas, si euforia o enojo.

Dante sonríe como el gato de Alicia, y por primera vez siento escalofríos.

– Bien amigo, al parecer ya tienes la causa de todos tus males.

– Hay que hacerle una visita a esa mujer que le encanta joderme la vida – le sonrío con sorna.

Al final, puede que Dante y yo hagamos buenas migas.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora