Capítulo 54

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Cielo

Dios.

El me ama, dijo que me ama.

Tengo que tranquilizarme, comienzo a ver caras de susto en todos.

– Estoy bien – susurro y toco mi pecho, pareciera que se me fuera a salir en cualquier momento. Veo a Nicolas correr hacia mí, levantarme para ponerme en uno de los asientos que tengo y se arrodilla.

– ¿Nena estás bien? – se ve tan asustado. Pero es que estoy tan emocionada por lo que ha dicho que me duele el pecho.

– Si, si... no te preocupes me has tomado por sorpresa.

– Lo retiro entonces – dice muy serio.

– ¿Qué? – lo miro mal, ¿es un juego acaso?

– Es mentira cariño, cómo crees que me voy a retractar respecto a eso. Te amo Cielo – dice acariciando mis piernas.

Si sigue así me dará un ataque al corazón.

– Bien, bien, calla que me muero – estoy dramatizando un poco pero en verdad siento como salta mi corazón y no creo poder resistir.

– Todos fuera – dice Nicolas.

– ¿Qué? – miro a mi tío que está sonriendo y me guiña un ojo.

– Jared – lo llama. Y mi tío da la vuelta.

– ¿Si?

– Llévate a Dante – dice y vemos como el susodicho se acerca indignado.

– ¿Cómo te atreves?, ni siquiera he saludado a ángel como se debe y tu ya me quieres echar – parece que quiere llorar, si no fuera por la cara de burlista que tiene le creería – Insisto Nick, ¿qué nos pasó?, ¿en qué nos perdimos?

¿Es una canción?

Nicolas lo ve con el ceño fruncido y parece que le quiere gruñir.

– Quiero estar a solas con ella, no tiene nada que ver con lo demás, no cambia nada, ella sigue siendo solo mía.

Dante bufa y aun así con la mirada matadora que le da Nicolas se acerca a mí para darme un abrazo.

– Adiós ángel – dice para después susurrar al oído – Lo siento.

Lo miro y parece atormentado, me pide una disculpa con la mirada y hasta ahora comprendo. Niego con la cabeza para decirle que no hay nada porque pedir disculpas y pareciera que le acabó de decir que ha ganado la lotería por el cambio en su rostro. Me da un beso en la frente y se va sonriendo.

Escuchamos como cierran la puerta y comienzo a respirar más tranquila.

– ¿Estás bien? – pregunta y le sonrió un poco para tranquilizarlo.

– Un poco sofocada, pero estoy bien.

Me mira curioso y se muerde el labio inferior, parece que tiene una idea. Me mira a los ojos y estoy a la espera de que diga algo. Pero ni siquiera me da tiempo ya que comienza a arrancar mi camisa.

– ¿¡Pero qué!? ¡Nicolas! – trato de quitarlo pero es más rápido y veo mis botones salir volando por toda la oficina.

– ¿Estás loco? – y con eso rasga mi falda tubo de un lado y sale de mi cuerpo. Me encuentro en ropa interior y trato de levantarme pero él lo impide.

– Nicolas puede entrar alguien – digo un poco asustada – Por favor.

Parece que eso lo hace reaccionar, me toma en brazos y me lleva a la puerta del baño que está al lado de un librero. Entramos y pone el seguro, me siento un poco más tranquila con respecto a que me vean, pero me encuentro nerviosa por estar medio desnuda enfrente de este hombre.

– ¿Qué pasa? ¿Porque me has quitado la ropa? – pregunto confundida.

– Dijiste que tenías sofoco – me mira muy atentamente y comienza a respirar más fuerte.

No sé si abrazarlo por querer "ayudar", o matarlo por aprovecharse y querer tenerme desnuda. Se acerca más a mi y puedo sentir su aliento en mi rostro.

– Quiero abrazarte – me mira a la espera de que le de permiso. Y para mi mala suerte sí quiero.

– Hazlo – digo bajito. Me rodea con sus grandes brazos y recargo mi cabeza en su hombro, encajamos tan bien, huele mi pelo y me da caricias en todo el cuerpo, comienzo a ponerme aun mas nerviosa, dios no soy de palo.

– Nicolas – lo llamo, pero continúa con su recorrido por mi cuerpo.

– Me gusta sentirte – dice enterrando su cabeza en mi cuello.

– A mi igual – me aprieta aún más – Pero yo estoy casi desnuda y tu estás vestido, me parece que estoy en desventaja.

Se aleja de mí para mirarme y ya extraño su cercanía. Veo como comienza a quitar su camisa botón por botón hasta desprenderse de ella.

Mentiría si dijera que no me encanta verlo. Me toma de la cintura y me acerca a él, me siento caliente y no exactamente por el sofoco.

– Nicolas – susurro y trato de mantenerme serena, pero juro por dios que lo intento, además de que debo de recordar que no se porqué apareció en mi oficina – Nicolas, necesitamos hablar.

Se queda quieto por un momento, me mira y asiente para después tomarme en brazos, sentarse en la taza del baño y ponerme a horcajadas encima de él.

– Lo siento – dice volviendo a esconder su rostro en mi cuello.

– ¿Por qué? – acaricio su pelo y parece calmarlo.

– Por todo – susurra y me aprieta – Lamento haber dudado de ti cariño.

Tomo su cabeza para mirarlo y se ve tan abatido, oh Nicolas si supieras cuanto te quiero. Sonrío sin poder evitarlo y le doy un pequeño beso en los labios que lo hace suspirar.

– Todo está bien – digo y es verdad, en realidad ya no me importa nada solo él y yo en este momento.

– No me dejes.

Parece un niño perdido.

– No lo haré – digo abrazándolo.

– Por favor, en verdad no me dejes Cielo, te necesito tanto que si tu me dejaras...

– Nicolas, eso no pasará, te he extrañado tanto, dime que puedo hacer para que me creas.

Me mira estático y rápidamente esconde su rostro en mi cuello. Comienza a decir cosas pero no logro comprender ya que su escondite amortigua su voz.

– ¿Qué pasa?

Vuelve a decir incoherencias que no escucho.

– No te entiendo muy bien si estás escondido ahí.

Parece nervioso y se encuentra entre una lucha si decirme o no lo que quiere. No sé por qué reacciona así.

– Dime Nicolas, confía en mí – digo acariciando su espalda.

Sigue murmurando incoherencias.

– ¿Qué?

Sale de mi cuello y me mira tan intensamente y con tanto amor en sus ojos que no se hacer otra cosa que empezar a temblar. Veo sus labios moverse y comienzo a sollozar, lo abrazo fuerte y el igual a mi.

– Nena, cásate conmigo.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora