Capítulo 53

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Cielo

– Lo lamento, en serio – trato de que me crea.

Me mira un poco dolido y no me gusta verlo así, se ve tan triste.

– No me he sentido muy bien tío Jad – digo y se levanta de la silla. Lo veo moverse por mi oficina, me han dicho que alguien vino a verme, y no contaba con que el que iba a entrar era mi tío Jared.

– Cielo, no has contestado ninguna de mis llamadas, me preocupas – dice y no puedo más. Me levanto, voy a hacia él y le doy un abrazo que los dos necesitábamos.

– Lo lamento – susurro – En verdad lo siento tío.

Dios, estoy apunto de derrumbarme. Me abraza y deja salir un gran suspiro, comienzo a sentir como poco a poco va dejando de estar tenso.

– Mi niña, ¿qué pasa?

Me acaricia el cabello y dejo salir una que otra lágrima.

– Oh tío, solo... – lo abrazo aún más fuerte.

– Puedes confiar en mí cariño.

¿Qué puedo decir? ¿Que me he enamorado de un hombre misterioso y además no confía en mí? No, no llegaríamos a ningún lado.

– Solo, solo quiero estar sola...

Digo alejándome de su cálido abrazo y hago una especie de sonrisa que termina siendo una mueca.

– Pero no puedes huir de tus problemas, te van a alcanzar quieras o no – comienzo a sentirme nerviosa – Se que tiene que ver con Nicolas.

– Yo...

– Vamos cielo, no pasa nada cariño todo estará bien.

– ¿Cómo va a estar bien? – digo y me alejo para ir a mi escritorio – Nada está bien y no se que hacer.

Me siento tan cansada.

– No hay porque mortificarse – dice un poco más cerca – Te enamoraste, fin de la discusión.

Se siente aún más real una vez que lo escucho.

– No puedo tío – se acerca y me abraza con tanto cariño, no sabía la falta que me hacía este hombre.

– Vas a estar bien cariño – besa mi cabello – Todo estará bien, no te hundas mi niña no estás sola.

– Tío Jad, te he extrañado tanto – se lo digo con todo el amor que puedo expresar.

– Yo también mi niña, yo también – dice dándome a entender que si trato de huir él siempre estará un paso detrás de mí.

Nos quedamos así un momento, él tranquilizandose y yo pensando una infinidad de cosas. Una de ellas es que no sé en qué momento me enamoré y además tan fácil. En realidad ya lo sabía, solo que no supe cómo aceptarlo, doy un gran suspiro y me alejo de mi tío para verlo mejor. Es un hombre que a pesar de sus años es muy guapo y mi padre tendría ese mismo aspecto ahora, sonrío con melancolía no me hace nada bien tener esos pensamientos.

– ¿Qué te parece si vamos almorzar algo? – pregunto con una sonrisa que él me devuelve.

– Vamos cariño – está contento.

Caminamos hacia la puerta de mi oficina, pero antes de siquiera acercarnos se abre de golpe con un estruendo y ahí parado con el cabello revuelto y con la respiración alterada está el hombre del cual estoy locamente enamorada.

– Nicolas – digo su nombre y veo como tiembla al escucharme, rápidamente se lanza contra mi y me estrecha tan fuerte que me comienza a faltar el aire. Nos dejamos caer al piso y me aprieta aún más.

– ¡Te dije que no entraras así! – creo escuchar a Dante pero no puedo mirar a ningún lado ya que solo veo el pecho de Nicolas.

Escucho cómo hablan y creo percibir la voz de Leonor y a mi tío tranquilizandola. No veo, casi no escucho y solo siento un cuerpo duro apretar el mio.

– Nicolas, hijo la estás ahogando – trata mi tío de razonar con él.

– Mía – susurra en mi oído y tiemblo – Eres mía.

– Vamos muchacho, sueltala un poco – pobre de mi tío no sabe que este hombre es una mole.

Obedece y me aleja solo para tomar aire, pero sigue sin soltarme. Lo veo a los ojos y sigue igual de bello, a excepción de que se ve tan cansado. Toma mi rostro y comienza a darme pequeñas caricias, no se que hacer, solo lo veo y trato de decir algo pero no puedo.

– Hola – susurra.

Hago amago de toda mi fuerza para contestar.

– Hola – el mío fue tan débil en comparación. Cierra los ojos y junta nuestras frentes. Se que nos miran pero en realidad no tengo fuerza para echarlos. Me alejo un poco y miro detrás, está mi tío recargado en la pared y a un lado veo a Dante y está sonriéndome, se la devuelvo lo eh extrañado igual y parece que quiere acercarse.

– Oh Ángel – corre hacia nosotros pero una voz lo detiene.

– Ni se te ocurra – dice inmediatamente Nicolas.

Veo a Dante congelado a medio camino con los brazos extendidos y con el ceño fruncido.

– ¿Pero qué te pasa? – pregunta recomponiendose, parece frustrado.

– No la toques – me aprieta aún más.

– Pensé que habíamos dejado eso en el pasado – se ve indignado, en realidad da un poco de risa.

– Nadie la toca, es mía – dice amenazador.

Veo acercarse a mi tío y oh dios quiere discutir.

– ¿Qué has dicho? – me mira y sonríe – Es MI sobrina.

Quiere molestarlo, bien se lo merece. Dejaré que lo torture un poco. Lo siento tensarse porque quiere dejar en claro que soy suya y a la vez no porque respeta a mi tío.

– ¿Cómo está eso que es tuya?, no lleva tu nombre, lleva mi sangre, es más mía que tuya – dios trata de sacarlo de sus casillas y por como siento que tiembla al parecer lo logró.

Me suelta y se levanta para quedar cara a cara con mi tío.

– Sabes qué es mía – se está conteniendo.

– ¿Por qué? – pregunta mi tío descarado.

– ¿Por qué?

– Si, ¿porque Nicolas? – lo mira directo a los ojos – Dime el porqué.

Comienza a mirar a todos lados y sus manos están hechas puños

– Vamos hombre – sigue mi tío – Entonces realmente no es tuya.

Pareciera que deja de respirar y lo mira duramente.

– La amo – lo escucho fuerte y claro.

– ¿Es en serio? – es un momento tan tenso que no puedo dejar de mirarlos.

– La amo con todos los pedazos rotos que quedan de mi maltrecho corazón.

Oh Nicolas.

– La amo, es mía porque no sabría que hacer sin ella – dice esta vez viéndome.

No me muevo.

No diga nada.

Solo escucho a mi corazón.

Yo también.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora