Capítulo 51

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Nicolas

– ¿Lucía? – digo frunciendo el ceño.

Se gira y rápidamente contrae su cara en una mueca de dolor.

– Oh Nicolas – se acerca llorando y me abraza con fuerza dejándome un momento sin saber qué hacer.

Miro a mi alrededor y solo hasta ahora veo a mi padre en el sofá con Evangelina.

¿Llorando también?

Sus mejillas están rojas y mira hacia el suelo hipando y mi padre con esa mirada fría que lo caracteriza.

– ¿Lucía, qué está pasando?, ¿qué haces aquí? – digo verdaderamente confundido.

Me aprieta aún más y envuelvo mis brazos alrededor de ella..

– Nicolas, lo lamento tanto, no sabes cuanto lo siento.

Se siente bien, es cálida y suave ha pasado mucho tiempo desde que me sentí así de bien, un abrazo de forma maternal. Suspiro y miro a los demás que se ven confundidos, bueno a excepción de Evangelina. Me alejo un poco y me separo de ella tocando sus mejillas.

– ¿Por qué lloras Lucía?

Me mira y salen aún más lágrimas.

– Perdóname.

Sonrió un poco.

– Nunca te guardé rencor, a pesar de todo.

– Oh Nicolas, tu madre estaría tan decepcionada de mi

– ¿Cuánto hace que llegaste? – pregunto.

Se limpia las lágrimas y se pone un poco más seria.

– Acabo de llegar igual – dice y voltea a ver a Dante, la tomo de la mano y la acerco a él.

– Él es Dante, se podría decir que un amigo – digo un poco incómodo, esto es nuevo para mi.

– Es un gusto, lamento conocernos en estas circunstancias – dice dándole una de sus cálidas sonrisas – Lucía, la madre de Evangelina.

– El gusto... ¿Qué? – dice abriendo los ojos desmesuradamente pero rápido trata de parecer normal – Lo siento, es un gusto.

¿Cómo no darse cuenta? Evangelina es idéntica a su madre, pelirroja, mismo tono de piel, estatura a excepción de los ojos, Evangelina los tiene verdes, herencia de su padre y su madre tiene unos lindos y agradables ojos azul claro. Y por supuesto una que otra cana, pero se conserva muy bien. ¿Pero por qué se sorprendió Dante? Lucia es bondad y amor, así como mi madre y Evangelina es todo lo contrario, es vanidosa, cruel y caprichosa y a pesar de eso, siempre se llevaron bien, y se ve el amor que hay entre madre e hija, es el único confidente de Evangelina.

Lucía fue una excelente amiga de mi madre, siempre me trató bien y me quería como a un hijo más, cuando ella se enteró de lo ocurrido vino a casa y al verla ni siquiera se me acercó, solo agachaba la cabeza y tan solo una vez percibí una mirada de rencor hacia mí, jamás la culpé.

– Bien – dice mi padre levantándose con el ceño fruncido y me da una mirada de fastidio, la cual ignoro – ¿Qué es eso de tanta urgencia que querías decirme?

Lucía le da una mirada molesta por su comportamiento hacía mi y se acerca a él.

– Cameron, deja de comportarte así – dice molesta – Aurora no te lo perdonaría.

Mi padre solo frunce más el ceño y la mira mal.

– Lucía ¿a qué vienes? – dice mi padre con fastidio – ¿Y porque Evangelina no deja de llorar?

Miro hacia el sofá y ella ni siquiera ha levantado la cabeza, solo aprieta las piernas y se encaja las uñas en las rodillas.

¿Por qué está así? Jamás la había visto de esa manera.

– Evangelina – la llama su madre, pero en un tono amenazador – Es momento de que hables.

Nunca había visto a Lucía tratar así a su hija, la mira molesta y parece decepcionada. Se acerca a ella, y la jala del brazo para acercarla a nosotros, Evangelina solo solloza.

– ¡Vamos! – levanta un poco la voz – Dilo.

– Mamá – la mira suplicando.

– ¡No! – Lucía comienza a llorar y se aleja un poco – Tantos años Evangelina, ¿por qué?

– Por favor mamá – se ve asustada y es la primera vez que la veo querer salir corriendo de esta casa.

Mi padre se acerca y toma a Evangelina tratando de consolarla.

– ¿Qué es lo que pasa Lucía, porque la tratas así?

– ¿¡Porque!? – está un poco alterada – ¡Porque pensé que conocía a mi hija!

– Hay que tranquilizarnos – digo entrando en la discusión.

Mi padre voltea a verme y me lanza una mirada de odio.

– ¿Y tú qué haces en mi casa? – dice con desprecio – Tal vez deberías irte.

No me sorprende en absoluto su actitud.

– ¡Callate! – grita Lucía y nos sorprende a todos – Yo estoy aquí por él.

No entiendo absolutamente nada. Lucía agarra su bolso y saca un sobre rasgado.

– Adivina en donde encontré esto Evangelina – dice dirigiéndose a su hija – ¿Sabes lo que es?, debes de saber – lo dice amargamente, Evangelina tiene una mirada asustada y no deja de llorar – Si, lo sabes ¡porque tu tenías esto!

– ¿Y qué mierda es eso para que trates así a tu propia hija? – le recrimina mi padre.

– Cameron no tienes idea de cuanto me duele hacer esto – dice dolida – Pero me duele aún más lo que le hicimos a tu hijo.

¿Qué?

– ¿De qué demonios hablas? – pregunta mi padre.

Lucía llora y me duele verla así, pareciera que le ocurrió algo terrible.

– Es una carta de Aurora, para su hijo Nicolas – dice y mi corazón se detiene.

Por dios.

– ¿Qué? – digo acercándome.

– Vamos Cameron, suelta a mi hija que estás a punto de pedirle perdón de rodillas a tu hijo – dice mirando molesta a Evangelina.

Mi padre se ve confundido y descolocado.

– Lucía – dice nervioso – ¿Qué demonios pasa?

Miro hacia Evangelina y rehuye a mi mirada.

– Lucía – la llamo.

Me mira y su rostro cambia. No se aleja su tristeza y se ve tan cansada.

–En verdad lo lamento pequeño Nicolas – solloza.

– ¿Por qué estás así, a qué viniste? ¿Y porque dices que debo pedirle perdón a Nicolas? – habla mi padre molesto y arrogante.

Lucía regresa su vista a él y le lanza una mirada de odio, no comprendo y no estoy preparado para las palabras que dice a continuación.

– Nicolas no mató a su madre.

Nada.

No hay nada.

Solo un inmenso dolor.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora