Capítulo 29

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Cielo

Después de salir del restaurante sin mirar a nadie por la vergüenza camino por las calles solitarias sin rumbo.

Ni siquiera sé si en realidad estoy molesta, es más un dolor sordo. Como pude creer que Nicolás iba a importarle e iba a tener interés en mi.

No sé porqué acepté su invitación.

Él está con ella, no conmigo.

Siento pequeñas lágrimas deslizarse por mis mejillas y no las detengo, prefiero hacerlo ahora que llegar así a casa y que me vean en este estado.

Me quito los tacones y siento el frío del piso colarse por mis pies, llego a un parque y me siento en una banca.

Quiero llorar, bueno lo estoy haciendo pero, quiero gritar.

– ¿Por qué lloras ángel?

Su voz, abro los ojos y levanto la vista y ahí está.

Sonriéndome.

– Tu – digo sin creer que esté aquí conmigo.

– Yo – dice riéndose.

Le devuelvo la sonrisa – ¿Qué haces aquí?

Me ve y se encoge de hombros.

– La pregunta no es "que" si no "porque" – dice y se sienta a mi lado.

– ¿Cómo sabías que estaría aquí? ¿Me estás siguiendo? – pregunto ya que tengo que recordarme que es un extraño.

– ¿Porque llorabas ángel? – me devuelve.

Lo había olvidado por un momento.

– Nada de qué preocuparse – digo sin mirarlo.

– Es de preocuparse, cuando un ángel llora es porque algo terrible le sucedió – pone un brazo sobre mis hombros.

Se siente cálido, me sorprende la confianza que siento con él.

– Dime tu nombre – digo y me acurruco más en él, empieza a hacer frío.

Me aprieta pero no dice nada.

– ¿Es ilegal tu nombre? – digo en broma.

Sonríe.

– No, no es ilegal, ¿pero es importante que sepas mi nombre? – dice mirándome.

– Claro que es importante, me la he pasado hablando con un extraño al cual ya besé o mejor dicho me besó.

Sonríe de lado – Pues no escuchaba que te quejaras – me mira con un poco de reproche – Además puedo volver a hacerlo, ¿no es así?

¿A si?, ¿qué le digo?

¿Quiero?

– Si – digo en un susurro.

– Me alegro mucho – se acerca y pega sus labios con los míos solo es un casto beso, pero siento mil cosas que aun no logro entender.

Siento algo en el pecho que se comprime.

– ¿Porque estás llorando otra vez? – no me había dado cuenta de que lo estaba haciendo.

– No, no es nada en verdad – dejo salir un sollozo.

– Ven aquí preciosa – me toma en brazos y me pone en su regazo.

Me abrazo a él y trato de tranquilizar mi llanto.

– No se que te a pasado pero te ves hermosa con ese vestido, para quien sea que te lo hayas puesto es un gran idiota, me hubiera encantado que te vistieras así para mi – dice y me aprieta mas contra su pecho.

Estaría muy feliz de haberme enamorado de él pero el destino es injusto.

Ya más tranquila me separo de su pecho y lo miro a los ojos.

– Que bellos ojos tienes – digo sin poder evitarlo.

– Toda tú eres bella – dice dándome un pequeño beso.

– Debería irme, ya es tarde – digo bajando de él.

Me sigue y toma mi mano.

– Vamos, tengo mi coche cerca.

Al llegar al vehículo y subirnos me recargo en la ventanilla para ver hacía fuera todo el camino.

Llegamos a mi calle y empieza avanzar a mi casa, estando ahí baja del auto y viene hacia mi lado, abre la puerta y me ayuda a salir.

Caminamos hacia la entrada de la casa, llegando a la puerta tomo mis llaves y abro... en ese instante me llega un pensamiento a la cabeza.

Yo jamás le di mi dirección a este chico.

– ¿Cómo sabes mi dirección? – preguntó ya dentro y sin ningún temor.

Me mira pero sin decir nada aun.

En eso escucho que alguien baja las escaleras, volteo y es mi tío.

– Tío – corro y lo abrazo muy fuerte.

– Mi niña, ¿qué haces aquí abajo? – dice y posa su mirada detrás de mí.

Voy a presentarlos cuando de pronto mi tío le da un abrazo al chico misterioso. Y este se lo regresa con gusto.

– Jared – dice este último.

– Muchacho, tiempo sin verte – dice mi tío, ¿no podría haber dicho su nombre?

No entiendo muy bien esto.

– ¿Se conocen? – digo y me miran ambos.

Mi tío mira al rubio y este igual.

– ¿Lo sabe? – pregunta mi tío.

– No – dice el rubio.

¿Qué es lo que supuestamente tengo que saber?

– ¿Por qué no se lo has dicho? – prosigue mi tío.

El rubio me mira culpable – No he encontrado la oportunidad.

– ¿La oportunidad de decirme que? – pregunto ya nerviosa.

– De explicarte porque eres mi ángel...

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora