Capítulo 50

8K 579 63
                                    

Nicolas

Se detiene el coche a un lado de la carretera y nadie dice nada por un buen rato.

Pienso y pienso en ese día y es bastante confuso.

– ¿Y bien?

– ¿Y bien que? – le contesto sin dejar de ver la ventana.

– ¿Acaso tengo que preguntar?

Cierro los ojos, no sé por cuánto tiempo, pero él no presiona tampoco.

– Después de que se instalara Evangelina en la casa, comenzó a buscarme y tratar de estar pegada a mi en cada momento, en un principio no me molestaba, era agradable y manteníamos una buena conversación, yo siempre la traté bien.

– Hasta...

– Hasta que comenzó a meterle ideas a mis padres de que los dos seríamos una buena pareja, mi madre la quería pero sabía que era decisión mía, en cambio a mi padre le agradó la idea. Tanto que no paraba de insinuarse que debería pensar en hacerme pareja de Evangelina.

Comienzo a frustrarme, yo jamás quería eso, ni sabía porque mi padre no entendía que era elección mía.

– ¿Y hablaste con Evangelina de eso? – pregunta y comienza a dar pequeñas respiraciones y enciende el auto arrancando.

– Por supuesto que lo hice – digo un poco agobiado – Hable con ella amablemente, jamás la ofendí y nunca la hice menos, solo, solo no sentía nada por ella. Me agradaba eso era todo.

– Y ella no lo tomó muy bien al parecer.

– No, comenzó a decir incoherencias, diciendo que ella sabía que yo la miraba, jamás hice tal cosa – digo frunciendo el ceño – Yo solo fui amable y considerado. Después me gritó y trató de besarme, después le dije que no tenía porque hacer eso y comenzó a llorar, la tranquilice y al mirarme había algo, nunca supe qué pero en sus ojos ya no había nada de la chica agradable que conocí.

Cierro los ojos con fuerza, comienzo a sentir que la cabeza me da vueltas y siento punzadas.

– ¿Cómo fue después?

– Después, un infierno – digo abriendo los ojos y mirándolo – Hablaba más con mi padre, le metía ideas y se hacía la víctima, con mi madre no funcionaba mucho ya que le decía que si no se daba era por algo. Yo ya no soportaba estar en casa, pasaban los días, meses y Evangelina no se iba, no se como lograba convencer a su madre de quedarse, pero ella pasó de ser una visita a estar permanente ahí. Lo que hacía era salir desde temprano con amigos para no estar en ese lugar, mi madre se preocupaba por mi y yo trataba de que entendiera que no quería a Evangelina más ahí pero me decía que ella no podía hacer eso en realidad mi madre la apreciaba, yo por otro lado comencé a salir de fiesta no era mucho de emborracharme ya que tenía pequeños episodios de ira y a veces tenía que romper algo para calmarme pero trataba de no tomar demasiado y así evitar caer en eso, Evangelina se molestaba porque me iba y no pasaba tiempo con ella, desde ahí comencé a tratarla menos amable. Mi padre también comenzó a reprenderme y a castigarme, pero me fugaba con tal de no estar cerca de ella, peleábamos mucho y llegábamos a los gritos para después yo terminar saliendo echó una cabra.

Sigo mirando a Dante y se ve sereno, como si estuviera contándole otra cosa y no el desastre de mi vida.

– ¿Cómo terminó todo eso?

– No me gustaba ver a mi madre triste, pero ya no sabía qué hacer. También mi madre salía y regresaba con una cara de pena, siempre lo relacioné con la situación que había en la casa, no sabía cómo quitármela de encima, iba a mi cuarto cuando llegaba de fiesta y trataba de acostarse conmigo, pero jamás funcionaba no estaba lo suficientemente borracho como para dejar que eso ocurriera. Pero un día.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora