Capítulo 60

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Nicolas

Silencio absoluto.

Estoy mirando a Dante y pareciera que sus ojos podrían salir de su órbita. No se como me veré yo pero tampoco me estoy moviendo.

Hace como cinco minutos la comida está en el suelo esparcida y todos estamos en estado de shock.

– ¿Hola? – susurra Cielo de nuevo.

– Ángel – Dante contrae su rostro y apuesto todo lo que tengo de que se pondrá a llorar – ¡Oh Ángel!

Se levanta como un rayo y corre directamente a ella, se abraza a sus piernas y lo vemos llorar como un niño.

En ese momento me levanto y ahí está.

Dios santo.

Cielo, mi Cielo está despierta y sonriéndome. Maldita sea.

– Hola mi pequeño Nicolas – dice y por dios no voy a llorar, no voy a llorar, No. Voy. A. Llorar.

– No llores, estoy aquí – y me sonríe aún más.

¿Qué?

– No estoy llorando.

Sonríe.

– No, claro que no lo haces – dice burlona y me encanta que pueda hacerlo.

Nos mira a todos y se ve feliz, pareciera que nunca se fue. Me duele el pecho y quiero gritar, Cielo repara en Dante y sonríe dulcemente.

– Oh Dante, cariño tranquilízate.

Y el chico trata de calmarse.

– Ángel no vuelvas a hacerme esto.

Ella niega y vuelve a mirarme. No se porque no corro hacia ella como quiero en este momento, mis piernas no me obedecen. Hablan y veo a Jared dirigiéndose a su sobrina, la abraza y se quedan así por unos minutos para después alejarse y puedo ver que también Jared lloro un poco. Ahora no me siento tan mal, pero rayos ni siquiera me importa que me vean llorar, mi Cielo está aquí conmigo y aún no puedo creer que siga en mi lugar, decido que es momento de actuar.

– Podrían dejarme a solas – en realidad no es pregunta. Todos me miran y comprenden mi decisión, menos Dante que quiere quedarse aún en las piernas de Cielo y terminan llevándoselo a jalones.

Se ve tan hermosa que duele, un poco pálida pero la sonrisa que me da hace que quiera arrodillarme.

– Cielo.

No puedo hablar, la fuerza que sentía hace un momento ya no está conmigo. Mi cielo solo me mira y se ve confundida.

– Nicolas ¿estás bien?

¿Qué le digo?

¿Qué he estado en el infierno sin ella? ¿Qué casi moría por volverla a ver? O tal vez decirle que la amarraré a mi por el resto de nuestras vidas.

Siento mis piernas moverse solas hasta llegar a ella y aplastarme con su cuerpo.

– No me vuelvas a hacer esto – digo gruñendo – No sabes lo que he sufrido por ti Cielo, me duele el corazón cariño.

– Ahora estoy aquí – dice envolviendo sus pequeños brazos alrededor de mi – Y no me iré.

No, no se irá, porque no se lo voy permitir.

– Vamos a casarnos – digo firme.

– Si.

– Mañana.

– Si.

– Vas a ser mía.

– Ya soy tuya.

¿Lo dirá en serio o juega conmigo?

– Cielo esto es serio – me levanto y le transmito toda la seriedad que puedo.

– Yo también hablo en serio – sigue sonriendo y me pierdo en sus muy hermosos ojos azules.

– Hace un mes no querías porque solo te di dos días – le frunzo el ceño y ella se encoge de hombros.

– Ahora quiero.

– ¿Hace un mes no? – me escucho dolido. Tal vez si presioné demasiado.

– No cariño... – toma mi rostro y me mira con tanto amor que quiero desmayarme – Solo tenía que darme cuenta, entenderlo y al parecer me tomó un mes.

Ríe y yo quiero apretarla en mi pecho y fundir nuestros cuerpos en uno solo.

– Nena, no sabes cuanto te amo, es demasiado, tanto que me duele.

– Yo también te amo cariño, tanto que no paro de sonreír – y es verdad, su cara es felicidad pura.

– Cambie de opinión – digo rápidamente – Nos casamos hoy.

– ¿Qué has dicho? – me mira con la boca abierta.

– Que nos casamos hoy – Comienzo a quitarle todo el cableado que tiene encima y a tomarla en brazos.

No hace ningún movimiento y me deja ser, la miro tratando de ver si está disgustada, y tiene la sonrisa más grande y bella que he visto. Se me hincha el pecho al verla así.

– ¿Y bien? – pregunto sacándola de la habitación.

Rodea mi cuello con sus brazos y me aprieta contra ella.

– ¿Qué esperas?, no quiero llegar tarde a mi boda.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora