Siempre he pensado que he tenido muchísima suerte con mi familia. Mis padres son modernos y amables. Tengo un hermano mellizo que es mi otra mitad y un hermano pequeño de 7 años un poco incordio, pero muy bueno. Siempre hemos vivido en un bonito adosado a las afueras de Madrid, lejos del ajetreo de la ciudad y felices. Mi padre tiene un buen trabajo en una multinacional y mi madre es abogada aunque ya no ejerce. Mis hermanos y yo somos estudiosos y responsables, aunque eso no significa que no sepamos divertirnos.
Mi vida era perfecta, gran familia, grandes amigos, fama... hasta que llegó el fatídico día de la charla. Quedaban dos semanas para que acabasen las clases. Adiós primero de bachiller. Yo sólo tenía que hacer otro examen más -que ya tenía preparado por supuesto- para acabar todos los exámenes. Llegué a casa con Dani detrás de mí, yo con una enorme sonrisa en la cara. Me dirigí a la cocina, le di un beso a Carlos en la cabeza y este se quejó.
-Mamá, he clavado el examen de biología. El nueve no me lo quita nadie. -sonreí feliz.
-Sacarás un diez, como siempre. -me sonrió mi madre dándome ánimos- ¿Qué tal te ha ido a ti, Dani?
Este puso los ojos en blanco y se sentó en una de las sillas de la cocina.
-Mal, no me dio tiempo de responder a la pregunta de las enfermedades provocadas por falta de riego sanguíneo.
-Pero Dani, esa pregunta solo valía un 1'25, aun te puede dar para un 9. - le consolé yo. Normalmente mi hermano no se machacaba mucho con los estudios, pero este año y el siguiente son muy importantes y se lo está currando mucho, cosa que valoramos.
-Lo sé, lo sé, pero seguro que el Señor Martínez me bajará a un ocho solo para tocar los cojones. -dijo enfadado.
-Esa boca. -le avisó mamá con una de esas miradas de madre que te atraviesan el cuerpo. Carlitos, por otro lado, rió disimuladamente.
Mi hermano levantó los brazos en señal de perdón y subió a su habitación. Yo le revolví el pelo a Carlos y subí también a la mía. Dejé la mochila tirada de cualquier manera y me tiré a la cama boca abajo. Grité contra la almohada para ahogar el ruido. A veces era agotador tener que ser la hija perfecta; notas perfectas, deportista, música y amable, pero ver luego el orgullo de mis padres hacía que valiese la pena.
-Toc toc. -dijo Dani pasando y sentándose a mi lado.- Te he escuchado gritar. -susurró, y le miré extrañada. La almohada era para algo.- Vivimos pared contra pared, no me mires así.
Ambos nos reímos. A él aún le quedaban dos exámenes, ya que yo tengo francés y el tecnología. Era la única clase que no hacíamos juntos. Ambos hacíamos el bachiller de ciencias puras, sin embargo me encantaba francés y no congeniaba con el profesor de tecnología.
-No queda nada. Parece que fue ayer cuando entramos por primera vez en el instituto. Y estamos acabando el penúltimo año.
-Sí, el tiempo vuela. -dijo. Aunque lo dijo tan bajito que fue casi un susurro. Ambos nos sumimos en un silencio para nada incómodo, aunque no fuésemos conscientes de él. Cada uno recordaba andanzas de los cinco maravillosos años que llevábamos en el instituto, porque sí, a pesar de todo el estrés que me proporcionaban los exámenes, adoraba el instituto.
-¡Mellis! -nos llamó nuestra madre desde la cocina. Era nuestro apodo desde que teníamos memoria.
Comimos todos juntos, cosa rara ya que nuestro padre siempre come fuera. Trabaja en el centro de Madrid y no le compensa ir y volver.
Durante toda la comida mis padres estuvieron echándose miraditas y yo me extrañé, nunca hacen eso. No eran miraditas de enamorados, si no que denotaban algo de nerviosismo, sobre todo mi madre, que no paraba de tirarse de los tirabuzones rojos para luego dejar que volvieran a su sitio.
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California » Magcon Boys » EN EDICIÓN
FanfictionMudarse a otro país; empezar de cero; conocer a chicos fantásticos; plantearte tu futuro; fiestas; tardes increíbles; conocer a tu ibf; que tú mejor amiga te visite; tu hermano se enamore; sentir algo por ciertas personas y no sabes qué es lo que es...