Dieciocho.

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Entré en mi habitación y me encontré a Chris sin camiseta. Vaaaaya, este chico no estaba nada mal. Me sonrojé un poco ante mis propios pensamientos.

—¿Así? ¿Sin un cine ni nada? —pregunté divertida. El rió y se puso una camiseta ancha para dormir. Yo ya estaba en pijama: camisetas largas forevah.

—Ya sabes que soy muy directo. —respondió subiéndome a su hombro en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué los chicos hacen eso todo el rato?

—Chris, ¡que no llevo pantalones! —grité desesperada. Me bajó y me sentó en la cama.

—Ups. —soltó y los dos empezamos a reír. Me metí en la cama y le miré, se estaba rascando la cabeza. ¿Chris Collins, mi mejor amigo, prácticamente un Dios Griego, nervioso por dormir conmigo? Nah.

—¿Piensas dormir en el suelo Collins? —le pregunté divertida. El negó con la cabeza y se metió en la cama.— Esto es raro. —acabé diciendo. Me giré para quedar cara a cara con él y le sonreí.

—Ya. Después de tantos años hablando a través de máquinas... —dejó la frase sin acabar y acarició mi mejilla. Asentí y cerré los ojos. A los cinco segundos me dormí.

Me desperté abrazada a Chris, con la cabeza apoyada en su pecho y sus brazos rodeándome. Ya era de día, pero tenía demasiado sueño como para levantarme. ¿A qué hora acabamos ayer de ver las pelis? No sé, pero estoy muerta de sueño. Volví a cerrar los ojos y me sumergí en los brazos de Morfeo.

Me volví a despertar con una sensación extraña, me incorporé con cuidado de no despertar a mi amigo y abrí los ojos.

—¿Pero qué narices...? —dije ante los tres pares de ojos que nos observaban.

—Estábais muy monos. —explicó Matt encogiéndose de hombros.— Os sacamos una foto, mira. Sois tan goals. —me tendió su móvil, la foto era realmente bonita.

Vi que Aaron me miraba con picardía y rodé los ojos, apoyándome otra vez en Chris.

—¿Qué pasa? —preguntó este, que se había despertado y miraba a los chicos y luego a mí.

Échales, quiero dormir. —murmuré en español. Él me entendió, pues llevaba años estudiando español. Rió ante mi comentario y me acarició el pelo. Me dio un beso en la frente y sonreí.

—Buenos días. —dijo con la voz aún soñolienta. Los chicos emitieron una serie de ''ooooooh'' y les miré asesina.

¿Por qué entre un chico y una chica no puede haber una simple amistad?

—¿Por qué nos despertáis? —pregunté claramente enfadada. ¿Quién osa despertarme?

—Porque son las dos de la tarde. —respondió Hayes divertido. Abrí los ojos como platos y miré mi móvil. 14:09. Wow.

—Está bien, me ducho rápido y bajo. —los chicos salieron de la habitación y cogí la ropa apurada. Le indiqué a Chris donde había otro baño y se fue también.

Me metí en la ducha y me relajé. Me encantaba estar con los chicos, pero no tenías ni un momento para pensar. Todo el rato están hablando o cantando o cotilleando como viejas. No te da tiempo ni para pensar qué día es. Y ahora que lo pienso... ¿qué día es?

Al salir de la ducha ya cambiada miré mi móvil, tenía 2 llamadas perdidas de mi madre así que la llamé.

Tardó dos tonos en descolgar.

—¿Hija? ¿Estás bien? —preguntó exageradamente. Quiero a mi madre, pero si no le contesto a la tercera llamada es capaz de coger un avión y volver.

No estoy exagerando.

—Sí, mamá, estaba en la ducha, lo siento.

—Ah, vale, qué susto. ¿Todo bien?

—Sí, te tengo que contar una cosa. —al otro lado no se escuchó nada, así que proseguí.— Chris está aquí, vino por sorpresa. —dije contenta.

—¿Chris nuestro Chris? —preguntó mi madre emocionada. Ama a Chris, ha hablado con él por skype y le tiene muchísimo cariño.— Cielo, qué alegría. ¿Está por ahí?

—Mmm, espera. —dije y bajé corriendo las escaleras hasta el salón. Estaba en un sillón tomando cereales y viendo Los Padrinos Mágicos.— Chris, toma. —le tendí el teléfono y lo miró extrañado.

—¿Hi? —saludó dudoso. Se le iluminó la cara al escuchar la voz de mi madre.— Señora Gonzalez, madre mía, ¡cuánto tiempo!

Sonreí y me fui a la cocina a ver lo que había para comer, creo que hoy también habría pizza. Y como si me hubiesen leído la mente, llamaron al timbre. Fui a abrir y me encontré con el repartidor de las últimas veces.

—Hola monada, últimamente pedís mucha pizza, me vais a hacer de oro. —dijo, como si fuese a comisión. Alguien apareció detrás de mí y le tendió un billete de cien dólares.

—¿Qué haces? —le pregunté a Nash.

—No vas a pagar tú siempre comida para trece. —respondió divertido.

—Wow, ¿trece? —preguntó el chico.— ¿Y eres la única chica? —asentí graciosa. No me había parado a pensarlo.— Tan bien acompañada como siempre, ¿eh?

—Sí, muy bien acompañada. —respondió Nash cortante.

Sonreí mientras me daba el recibo, de nuevo con números apuntados. Grier pasó su brazo por mi hombro y yo le miré como si estuviese loco.

—Adiós. —le dijo al repartidor con su tono más borde, este rió y se fue, no sin antes guiñarme un ojo. Cerré la puerta y le miré.

—¿Qué mierda fue eso, Grier? —le pregunté intentando parecer enfadada, pero por dentro me estaba muriendo de risa ante su estúpida escenita.

Que conste que no soy mal hablada, es Nina, que me corrompe, y como la echo de menos pues hablo como ella (esto definitivamente no puede sonar más a escusa).

—Esa lengua. —contestó sonriente.— ¿Te molesta que piense que estás con alguien? —preguntó esta vez desafiante mientras caminaba hacia la cocina y dejaba las pizzas en la isla.

—No, no me molesta que piense que estoy con alguien, en todo caso me molestaría que alguien piense que estoy contigo. —le encaré mirándole a los ojos. ¿Por qué tiene que ser tan asquerosamente alto?— Me molesta que estemos todo el día como el perro y el gato y que vengas ahora y te pongas celoso porque un repartidor intente ligar conmigo.

—¿Yo, celoso? —preguntó incrédulo abriendo mucho los ojos.

—''Sí, muy bien acompañada.'' —respondí intentando imitar su voz. Se quedó en un intento.— Y el bracito Nash, el bracito.

—Estás paranoica. —se limitó a decir y se encogió de hombros. Este chico es tonto, decidido. Salió de la cocina y yo me quedé ahí plantada flipando.

¿Pero este quién se cree?

¡Hola! Bueno, sé que es corto y que no es mucha cosa, pero prometo que el siguiente será mejor, prometido.

¡Hasta pronto Koalas!

California » Magcon Boys » EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora