California » Magcon Boys » EN EDICIÓN

Cuatro.

Esos ojos pertenecían sin duda alguna a Nash Grier, el famoso viner. Y todos los que iban con el eran viners también. Todos. Chris me había hablado de ellos, los antiguos Magcon.
Diez viners en mi casa. Esto no podía ir peor.

No sé si todos tienen la estúpida obsesión de que youtubers y viners no se pueden llevar bien, pero seguro que alguno sí, por lo que si me reconocían la cosa se pondría fea.

''No seas estúpida'' pensé. ''No eres internacional, no entienden tus vídeos''. Entonces recordé mis colaboraciones con Chris y que varios fans habían traducido un par de vídeos a otros idiomas como el inglés y el italiano.

Tierra trágame.

Entonces Nash se acercó a mí, con Cameron y Matthew detrás.

—Hola, tú debes de ser la hermana de Carlos. Es un buen chico. Soy Nash, el Cam y el Matt. —señaló a los chicos que se encontraban a su lado, sonriéndome.

Me miró como esperando algo, una reacción de fan loca o algo por el estilo. A pesar de no mentir nunca, se me daba bastante bien, así que sonreí y contesté lo más natural que pude:

—Encantada. —dije. Entonces Nash me dio un beso en la mejilla y automáticamente yo le di el segundo en la otra.— Ay, perdona, la costumbre, en España...

No pude acabar. Matt me miró con los ojos como platos y supe al instante que me había reconocido. Le lancé una mirada de socorro y el asintió, como diciéndome que él lo respetaba.

—¿Y tú eres...? —preguntó Cameron sonriendo. Mierda, no lo había dicho, estaba quedando como una estúpida, a este paso iban a pensar que era fan.

—Sí, perdón. Sara. —se hizo el silencio.— Bueno al fondo están haciendo la barbacoa así que id a coger sitio. Adiós. —dije y subí corriendo hasta la habitación de Dani. Al llegar dije lo mas calmada que pude.— Hay 10 viners en casa.

Dani abrió la boca y la volvió a cerrar. Repitió el gesto varias veces hasta que llegó a una conclusión.

—¿Los chicos de Magcon? —preguntó. Yo asentí frenéticamente.— ¿Te han reconocido?

—Solo Matthew de tres. Le he conocido junto con Cameron y Nash.

—¿Y están todos? —preguntó preocupado. Yo volví a asentir.—  Joder. Bueno, pero ellos también tienen canales de Youtube.

—Pero ya sabes lo que nos explicó Nina. —le recordé. Nuestra amiga nos había explicado que aunque tengas Youtube y Vine, en algunos países tienes que considerarte sólo con uno. Y que hay bastante rivalidad entre ambos.

—Pues vamos a tener que apechugar. Seguro que son buenos tíos. —dijo tranquilo. Dani el pasivo, le llaman.

Volví a asentir. Estaba tan nerviosa que no podía hablar. Mi experiencia con viners, quitando dos o tres, no eran muy buenas que digamos. Bajé y vi de lejos a Matt, este también me vio y se separó con cuidado del grupo para venir a hablar conmigo. Fui hasta la cocina y me seguió.

—¿Cuántos odian a los youtubers? —dije dándome la vuelta y encarándole.

Él medio sonrió.

—Nash no lo lleva muy bien, Taylor no los soporta, Aaron suele despotricar pero sólo de algunos en concreto y Carter... se podría decir que los odia a casi todos. El resto somos imparciales o fans. Chris Collins es amigo de varios. —comentó. Sonreí al escuchar su nombre, después de las colaboraciones habíamos hablado mucho y éramos muy amigos. Mejores amigos, de hecho.

Nota mental: llamar a Chris para decirle que estoy en California.

—Es un buen amigo mio. —comenté.— ¿Se lo tomarán muy mal?

-No lo sé, la verdad. —respondió pensativo.— Nash es completamente imprevisible y Carter un cabezota. El más fácil de convencer sería a Tay, si le caes bien. Y con Aaron depende del día.

—¿Por qué me quieres ayudar? —pregunté dudosa. Normalmente la gente no te ayuda porque sí. En ese sentido soy bastante desconfiada gracias a Youtube.

—Chris es un buen amigo, y la verdad es que me habló de ti unas cuantas veces, dice que eres estupenda. Y me encantan tus vídeos, aunque sólo veo los que subtitulan. —dijo rascándose la nuca.

Vaya, Matthew Espinosa es mi fan y además está nervioso.

—A mi también me gustan vuestros vines. No es que os siga ni nada pero los veo de vez en cuando. —comenté.— Deberías volver, te van a echar de menos.

—Ven conmigo. —dijo cogiéndome de la mano con toda confianza. Reí internamente por ello.

—Matthew, si me reconocen... —empecé a decir. Si alguno me reconociese y dijera quién soy se podría montar una buena.

—Si te reconocen seríamos seis contra cuatro. Malo será.

Le sonreí y fuimos juntos hasta el jardín, donde estaban todos los chicos.

—No pierdes el tiempo Matt. —comentó Johnson. Yo me reí por lo bajo.

—Sara, estos son Jack, Shawn... —empezó, pero le interrumpí antes de que pudiese seguir.

—No te molestes, sé quienes sois. —comenté algo tímida.

Todos se miraron entre sí.

—Vaya, no pareces fan. —dijo Taylor extrañado.

—No lo soy. —volví a decir, esta vez más segura de mí misma. Todos se volvieron a mirar entre sí y yo expliqué.— Conozco vuestro trabajo y es bueno, pero no lo sigo.

Todos sonrieron, sobre todo Gilinsky. Le miré levantando una ceja a modo de pregunta.

—No es habitual encontrarnos a chicas que nos conozcan pero que no sean fans. —explicó.

—Si, es una curita de humildad. —dijo Aaron riéndose y todos se rieron con él. Yo seguía tensa, y Matt lo notó porque me paso el brazo por los hombros y me apretó a modo de ánimo.

—Di algo en español. —soltó Hayes. Todos le miraron con cara de ''¿y tu como sabes que es española?''. Me había reconocido. El pobre no sabía dónde meterse, y Matt le ayudó.

—Se le nota en el acento, chicos. Di algo en español.

Sonreí internamente. Vaya, dos de estos chicos me conocen y son fans. Nunca me hubiese esperado tener fans en un lugar tan alejado. Al parecer estos dos chicos no pensaban igual que otros viners. Nunca lo entendí porque ellos mismos tienen vídeos en Youtube, pero se consideran viners. Es extraño.

—No sé... ¿Qué hay de comer? —dije en español.— Hola me llamo Sara y tengo 16 años. Me gusta el deporte, soy asquerosamente estudiosa y toco el piano. —me encogí de hombros.

Todos se quedaron callados, Carter con la boca abierta.

—¿Qué te pasa Carter? —le preguntó Shawn riendo.

—Tío, estabas súper sexy hablando en español. —dijo, aún con la boca abierta.

—La baba. —le regañó Gilinsky dándole una colleja. Yo le sonreí mientras todos reían. Entonces alguien me abrazó por la espalda y todos dejaron de reír. No me hacía falta girarme para saber quién era.