Cincuenta y ocho.

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Sara Pov.

-¿Dónde está Nina? -pregunté mirando al rededor. Había desaparecido hace un rato con Pablo, Chris los fue a buscar, y ahora los chicos han vuelto, pero ella no.

-Vendrá ahora, no te preocupes. -contestó Nate encogiéndose de hombros y dando un largo trago a su cerveza.- Joder, tengo un mono.

Sonreí comprensiva. Está tan acostumbrado a fumar día sí día también que lo tiene que estar pasando fatal.

-Oye, si ves que no aguantas lo entiendo. No pasa nada. -puse una mano en su hombro a modo de apoyo.

-No, voy a cumplir la apuesta. Aunque cueste. -hizo una pose de superhéroe, lo que me hizo reír.

-Nate, sólo han pasado x días y ya estás que te subes por las paredes. ¿No te parece que dejar así de golpe puede ser peligroso? -di un sorbo a mi refresco. Estamos en la cocina, yo subida a la encimera y él de pie, apoyado en frente.

-Yo puedo con eso y más. -dijo seguro y me reí de lo tontos que son a veces los chicos. Siempre tienen que ser unos machitos.

-Tú mismo dijiste que la maría era como tu novia, que te cuidaba y toda esa mierda. -recordé la noche que dormi aquí y no podía dormir, y al bajar le ví fumando fuera.

-Tengo bastante borrosa esa conversación. Pero recuerdo que tú hablabas de alguien. -dijo divertido.

-¿Yo? ¿Qué dices? Sólo hablamos de como empezaste a fumar. -mentí. Es verdad que al final yo había dicho algo pensando en alguien especial, pero no quería recordarlo ni volver a planteármelo.

Ni siquiera me permito pensarlo.

-Tengo tres posible chicos de los que podrías estar hablando. -dijo contando con los dedos y rodé los ojos. Parece que esta conversación va a tener un final que no quiero.

-No quiero oírlo. -respondí apartando la mirada. Miré a través de la cristalera como todos reían y charlaban, como si fuese lo más interesante del mundo. Todo con tal de no mirar a Nate.

-Necesitas oírlo. -dijo serio, de repente. Oh, mierda. Lo que menos necesito ahora es una charla seria con Nate. Y no le voy a poder echar la culpa a que esté fumado cuando me diga verdades como casas que suenen a chorradas.

-¿Cómo ha derivado la conversación a esto? Hablábamos de Nina. Mejor voy a buscarla. -bajé de la encimera de un salto y caminé por la casa mirando en todas las habitaciones. Puse la oreja en la habitación de Shawn, pero tampoco estaba ahí.

Desde el piso de arriba se escuchaban los gritos y risas de todos en el jardín. Sí que hacemos ruido. Los demás vecinos tienen que estar hasta las narices de nosotros, pero nunca se han quejado.

Me giro y me tropiezo con alguien, perdiendo el equilibrio. Por poco caigo, pero una mano me agarró del brazo devolviéndome el equilibrio.

Levanto la vista y me encuentro con unos ojos azules mirándome.

Genial. Maravilloso. ¿Ahora es cuando sale la cámara oculta y me dicen que es una broma, no? Cuanto más le evito más nos encontramos.

-Ey, cuidado. -me dice con una sonrisa torcida. Vuelve a abrir la boca pero le corto antes de que pueda decir nada.

-¿Has visto a Nina? -pregunto. Me mira sarcástico y se apoya de lado en la pared.

-Estáis todo el día pegadas, no hay que llevar la amistad a ciertos extremos. -bromeó, pero para mí no tuvo gracia.

-Muy gracioso, y lo dijo la mitad de Cash. ¿Cuándo aceptaréis vuestra homosexualidad? -le piqué.

-Cuando aceptes que te vuelvo loca. -dijo con la mayor de sus sonrisas en su estúpida cara.

California » Magcon Boys » EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora