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Cincuenta y uno.

Me despierto más cómoda que de costumbre, y es que tengo toda la cama para mí. ¿Dónde está Chris? No, espera, hoy dormí con Nina... ¿Y dónde está ella?

Me desperezo poco a poco, y cuando decido que media hora es suficiente tiempo de remoloneo voy al baño y me lavo la cara.

Ahora más despierta, me pongo unos pantalones gastados de andar por casa y una camiseta básica azul.

Bajo las escaleras y me encuentro a Dani solo, desayunando y viendo Shin Chan, en español. Frunzo el ceño, ya que la tele la tenemos programada en inglés.

Me siento a su lado y le robo una magdalena, y me río ante una de las muchas tonterías de Shin Chan.

-¿Qué hace la tele en español? -pregunté apoyando la cabeza en su hombro.

-Tengo morriña. -respondió. Levanté la mirada, pero sólo vi su mentón, con algo de barba, por cierto. ¿Cuándo hemos crecido tanto como para que Dani tenga barba?

-Yo también. -confesé. No era nada raro, pero decirlo en voz alta sentaba bien.

-No me malinterpretes, los chicos son geniales, pero nosotros ya teníamos nuestra vida allí. Echo de menos a nuestro squad. -dijo y me reí al recordarles. El squad éramos Nina, Dani, Leire, Luis, Fer, Ángel y yo.- Mantenemos el contacto, pero no es lo mismo, solamente Nina ha venido. No les culpo, pero seguramente con el tiempo se olviden de que existimos.

Asentí de acuerdo.

-Yo echo muchísimo de menos la relación con papá y mamá. -dije.- Están tan distantes, antes eran mucho más... ¿cercanos? Ahora es como si no existiéramos casi.

Esta vez Dani asintió.

-Supongo que es lo que pasa cuando te mudas a otro país, encuentran un trabajo genial y les cansa. Piensan que ya nos valemos por nosotros mismos por tener diecisiete años. -dijo Dani, y se me empezó a formar un nudo en la garganta.- Tú y yo apenas hablamos en español.

El nudo se hizo mayor. Yo aún necesito mis charlas con papá, y los consejos de mamá.

-¿Por qué no podemos tener las cosas buenas de España aquí? -pregunté con un hilo de voz.- ¿Por qué todo tuvo que cambiar? -miré a los ojos a mi hermano.

No me respondió, me abrazó e hizo que apoyara mi cabeza en su pecho, mientras soltaba alguna lágrima y me acariciaba el pelo.

-Te prometo que todo irá bien, Sarita. -depositó un beso en mi coronilla y siguió con lo de antes.

Nos quedamos en silencio, sólo las quejas de Shin Chan y los gritos de Misae llenaban el espacio.

-Cuando el instituto empiece será todo tan extraño... -comenté.- ¿Los institutos serán como los pintan? ¿Con deportistas, animadoras, raritos, populares... ?

-No lo sé, pero tu podrías ser animadora. O futbolista. -añadió y solté una gran carcajada.

-Podríamos marcarnos un Ella es el chico. -dije con una sonrisa asomando en la comisura de mis labios, recordando el día que vimos la peli por primera vez. Mi hermano soltó una pequeña carcajada.

-¿Te lo imaginas? Sería brutal hacer algo así, podrías convertirte en alguien legendaria. Vacilar a los chicos de tal manera...

Me quedé pensando un rato. Sí, sería graciosísimo. Y no me importaría tener de compañero a Channing Tatum, no me importaría en absoluto.

-Haz un vídeo conmigo. Ahora. -dije.

-Está bien, voy a por la cámara. -se levantó y miré los dibujos durante unos cinco minutos, el tiempo que Dani tardó en llegar con la cámara.