Sesenta y uno.

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-No quiero ir a ningún lado. -debe de ser la décima vez que digo esto en lo que llevamos de día.

-Vamos Sara. -insiste el ojiazul. Qué pesado es cuando se lo propone.

Niego con la cabeza y se tira en el sofá, a mi lado, rendido.

Hoy es el segundo día sin los chicos y es un verdadero aburrimiento. Ayer nos pasamos el día viendo series y pelis, pero hoy Shawn y Nina se han ido a tener su primera cita oficial, Lox y Dani también han desaparecido, Chris se ha ido a cortarse el pelo y a comprar cosas, Nash está en su casa marginándose y Hayes quiere que vayamos a algún sitio, pero sólo quiero quedarme el resto de mi vida tirada en el sofá viendo capítulos repetidos de ''La chica invisible''.

-¿Por qué no vamos a jugar al baloncesto? -pregunta, captando mi atención. Sí, deporte. Eso me distraerá.

-¿A dónde? -pregunto incorporándome.

-A una cancha que hay aquí cerca. Voy a veces con mis amigos. -se encoge de hombros. ¿Amigos? Nunca he visto a Hayes con alguien que no viva ni en mi casa ni en la suya.

Es más, creo que nunca he visto a los chicos con ningún amigo que no se instale automáticamente en su casa.

-Está bien, en diez minutos en la acera. -digo y salgo corriendo a las escaleras. Escucho como se cierra la puerta principal y entro en mi habitación. Me pongo ropa de deporte y en una mochila meto una toalla, una camiseta para cambiarme y una botella de agua.

Bajo a la planta principal, compruebo que esté todo cerrado y cierro la puerta con llave.

Me siento en la acera y espero diez minutos a que Hayes salga. ¿Cómo puede tardar más que yo en arreglarse? Cuando sale lo entiendo: lleva unos pantalones de adidas, con la camiseta a juego, la chaqueta combinada con los tenis y la mochila.

Yo llevo unas leggins negros y una camiseta de ColaCao de Bart enseñando el culo.

¿Por qué ir divino si vas a sudar lo mismo?

-¿No viene Nash? -pregunto mirando a la casa.

-No. -responde escueto Hayes. Eso me extraña, ya que este chico suele explayarse mucho. Una vez tardó quince minutos en contarme que había una araña en su habitación.

-¿Qué le pasa a tu hermano últimamente? -pregunto y empiezo a caminar al lado de Hayes, haciendo equilibrios por el borde de la acera. Le sigo a él ya que no tengo ni idea de dónde está la cancha.

-No lo sé, casi no se mete conmigo. Es muy extraño.

Tiene el ceño fruncido y juega con la manga de la chaqueta, se nota que está preocupado. Le conozco bastante bien, a todos ellos, la verdad. Cada uno tiene un gesto diferente cuando está preocupado.

-Yo también se lo he notado, se mete menos conmigo. -digo con una media sonrisa.- No se lo digas, pero me cae bastante mejor de lo que parece.

Hayes suelta una pequeña carcajada.

-Ya, claro, como si hiciese falta que lo dijeras.

Frunzo el ceño confundida y el ojiazul vuelve a reír. Niego con la cabeza y decido no decir nada.

Hayes es un niño, o bueno, un chico muy observador. No me extrañaría que supiese más de mis sentimientos que yo misma. Por eso prefiero evitar esta clase de temas con él, aunque esta vez lo he sacado yo.

Me gusta tropezarme mil veces con la misma piedra. No soy tonta, es que le he cogido cariño al suelo.

-Ya estamos. -anuncia después de unos minutos más andando. 

California » Magcon Boys » EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora