En el closet

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Hace un tiempo que vivo con mi tía luego de quedar huérfano, por motivos que la gente no cree. Ni ella misma lo hace. La policía no me creyó. No lo hicieron mis amigos ni nadie. ¿Podrías tú creerme? ¿Puedes creer todo lo que pasó por ignorar un mensaje? ¿Puedes creer lo que pasó ese día, cuando yo estaba en el closet...?

Aquel trágico incidente se dio cuando mi amigo Ethan me invitó a jugar en su casa. Toda la noche fue de videojuegos y tonterías por internet, sin interrupciones, pues los padres de ambos estaban de viaje por sus respectivos trabajos, y no vieron problema con que me quedara en su casa.

Luego de tanta diversión con la consola, nos pasamos un buen rato viendo fotos de chicas hermosas en la web; fue un buen rato. Ya eran las tres y veinte de la madrugada, y llegó un mensaje al Hotmail. Decía:


Los espíritus los van a visitar a las 3:30 AM; sonarán como gente que conocen pero no deben abrir la puerta. Ellos se los llevarán y los matarán; deben tener cuidado pues aunque se oigan como sus madres y padres, no son ellos.

No es una broma; les advierto.


Ethan y yo nos asustamos un poco, pero luego él echó a reír. Decía que había sido una "buena broma", pero yo le decía que parecía real. No me creía.

En esto, miramos el reloj y ya era la hora dicha. Un ruido ensordecedor nos hizo mirar en dirección a la puerta principal; parecía un choque automovilístico. Escuchamos a los padres de Ethan pidiendo ayuda y él quiso ir a revisar.

Intenté detenerle recordándole el mensaje, pero el repitió que era una broma de mal gusto y se alejó de mí, saliendo de la casa.

Tenía un muy mal presentimiento, por lo que huí a ocultarme dentro de un closet; escuchaba sus gritos y el sonido de los órganos golpeando el suelo, su carne siendo desgarrada, sus quejidos mientras moría poco a poco. Callé, apenas respiraba y retenía el llanto abrazando mis rodillas.

Estuve allí adentro hasta las nueve de la mañana, cuando tomé valor para salir. La casa estaba llena de los restos de Ethan, esparcidos por doquier; vomité en ese momento. Salí apresurado para encontrarme con los cuerpos de nuestros padres en el mismo estado, y apenas podía ver a la policía llegando entre lágrimas que me entorpecían la vista.

Sollocé, grité y me dejé caer en la desesperación.

Le conté a los oficiales lo que había pasado y no me creyeron; además, el mensaje había desaparecido aunque no recuerdo haberlo borrado. Me dieron por loco. Lo dejaron como un caso sin resolver.

¿Puedes creerme? ¿Quieres creerme? Por favor, créelo. No sé lo que pasó cuando estaba en ese closet, pero sé que es verdad.

Eso mató a mi familia. Eso mató a mi amigo y a los suyos. Eso puede matarme a mí, ahora que escucho la voz de mi tía afuera. El reloj de mi celular marca las tres y media de la madrugada, y sé que están aquí de nuevo.

En el closet, tiemblo de miedo mientras alguien abre las puertas.

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