A mí nunca me gustó nuestra casa. Era un lugar aterrador y oscuro, muy oscuro. No digo que fuera la típica casa encantada llena de espectros y ruidos raros, para nada. Según mi familia, ellos no sabían de qué me asustaba, nuestra casa no era nada del otro mundo, ni siquiera especialmente grande o espeluznante.
Igualmente, yo nunca dejé de tenerle miedo. Lo que más odiaba de la casa era que, primero, las habitaciones eran enormes y estaban muy separadas unas de otras, y me hacían sentir aislada del mundo. Segundo, mi hermano no ayudaba mucho que digamos a que dejara mi trauma psicológico a un lado. Se disfrazaba de fantasma, vampiro, etc. Puede que parezca infantil, pero siempre me peleaba con él por eso.
El día que me confirmé a mí misma que aquella casa era peligrosa en algún sentido era un sábado por la mañana, un día lluvioso y gris, un día "triste" en mi opinión. Yo iba desde el vestíbulo a mi habitación para coger un chubasquero antes de salir para ir a comprar un par de cosas en la tienda de la esquina.
Si había algo en lo que le tenía real manía a esa maldita casa era pasar por ese pasillo. Era el más largo de todos, y hasta mi madre reconocía que era un poco siniestro. Suspiré, respiré hondo y decidí que ya estaba bien. Por culpa de ese estúpido miedo todos los chicos y chicas de mi clase se reían de mí a mis espaldas. Hasta mis padres pensaban llevarme a un psicólogo. Mi hermano mayor no dejaba de insultarme y de llamarme con motes absurdos.
Caminé tranquilamente hasta la mitad de el corredor. Me detuve un momento porque noté como si estuviera pisando algo, que estaba húmedo y era de color rojo oscuro. Me dio un escalofrío al darme cuenta de que era sangre.
Entonces, levanté aterrada la vista y vi..., una silueta. Por lo oscuro que estaba no se podía deducir el sexo, además de que estaba al final del pasillo y no se distinguía mucho, pero lo que si podía asegurar es que era un niño (o una niña). Se oían lamentos y sollozos procedentes de aquel ser infantil, que yo no calificaría por humano. Sin duda, el cuerpo sí lo era, pero, por lo que yo veía, flotaba unos centímetros por encima del suelo. Llevaba una especie de túnica blanca manchada de sangre. Tal vez algunos penséis que en ese momento me encontré con alguna persona muerta, posiblemente asesinada por aquel fantasma.
Eso no pasó. Es más, el niño mismo parecía herido de algún modo. Me sentía muy confusa. En ese momento perdí el conocimiento.
Unos meses después vendimos la casa. Yo nunca volví a ser la misma. Solo quiero que sepas esto porque creo que la gente debería saber que sí existen las criaturas sobrenaturales y que las personas que creen en ellas no siempre están locas.
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Historias De Terror e Invocaciones.
De TodoHistorias de Terror. De esas, que te provocan miedo sólido puro... De esas que no te dejan dormir por la noche, ni caminar en tranquilidad...