El alma en pena de la mina

482 24 0
                                    

  Antes del incidente yo vivía en un pequeño pueblo de apenas unos 800 habitantes. Los únicos recursos eran la agricultura, la ganadería y sobre todo de la minería.

Como en todo pueblo minero había una mina abandonada, algo alejada del pueblo. Cierto día le pregunté a mi abuelo por aquella mina abandonada, él me contó que hacia bastantes años hubo un derrumbamiento y un minero quedó sepultado tras la pared de escombros. Ante la imposibilidad de sacarlo, no tuvieron más remedio que dejar que muriera allí; sin embargo, no cerraron la mina como habría sido lo conveniente, es más, los trabajadores seguían yendo día a día, oían sus quejidos de hambre y sed hasta que un día cesaron...

Las autoridades se enteraron y inmediatamente buscaron el cuerpo del obviamente fallecido minero.Nunca lo encontraron, pero sí cerraron la mina.

Me pareció una historia curiosa y mis amigos y yo quedemos un día para ir a investigar. Llevamos linternas, pilas de recambio y agua, cogimos las bicis y fuimos. Tras media hora de viaje entramos... El mayor error de mi vida, comenzamos a descender.

Seguimos bajando a las profundidades de la mina y oímos un ruido, ahí debimos echarnos atrás y volvernos a casa, pero no lo hicimos aunque sí que íbamos muy asustados. Encontremos varios picos y vagonetas, más abajo había una especie de piedra brillante. Carlos, en su momento de mayor estupidez, intentó sacarla de la pared. Menudo necio, no se daba cuenta de que la pared estaba bastante dañada como para que hiciera eso, lo intentamos detener, pero no quería parar. Solo se detuvo cuando el ruido anterior volvió esta vez más cerca. Inmediatamente nos fuimos de allí, pero a lo que nos dimos cuenta nos habíamos perdido en aquel laberinto subterráneo. Horas caminando sin encontrar la salida, empecé a desesperarme.

Una a una las linternas se fueron apagando hasta que solo quedaba una. La única linterna alumbraba tristemente los corredores oscuros de la mina.

-No hay problema, llevamos recambio -pensé yo.

Pero al mirar en la mochila no encontré ninguna. Intenté relajarme pensando que saldríamos pronto. Rato después llegamos, por una entrada minúscula, a una sala bastante deteriorada.

Carlos, curioso, miró debajo de una vagoneta en busca de un objeto brillante. Empujó la vagoneta, no la pudimos frenar y se empotró contra la única salida bloqueándola, dejando un mísero hueco insuficiente para salir.

El pánico se apoderó de nosotros. Intentamos abrirla pero no pudimos.

Sin poder aguantarme me eché a llorar, no sabía por qué estaba llorando, nunca he temido a este tipo de cosas. Mi abuelo siempre me decía que siempre había una solución, pero por mucho que buscara aquí no había salida. El agua se acabó y teníamos hambre y frío. Eloy estaba tirado en una esquina llorando, Sergio golpeando la pared, Dani tirándose de los pelos y Amir estaba fatal, este último era diabético y necesitaba pincharse la insulina, estaba delirando.

Pero como el tiempo no espera, se desmayó... Intentamos reanimarlo de mil formas, pero no reaccionaba. Lo dimos por muerto. Yo, no sé si por el cansancio, estaba delirando, veía y oía cosas muy extrañas. Por el minúsculo hueco me pareció ver a un hombre extraño que en cuanto lo miré se fue corriendo, me asusté y grité. Nadie pareció darse cuenta, cada uno vivía su propia amargura.

Rato después empecé a oír un sonido extraño, cada vez se fue haciendo más claro, pensé que era algo arrastrándose, cada vez se hacía más audible. La poca cordura que me quedaba estaba menguando rápidamente.

El sonido estaba rechinando en mis oídos, ya me empezaba a doler cuando cesó de repente, dejando mis oídos zumbantes. En ese preciso instante Amir empezó a gritar como un loco, Dani intentó hacerlo callar como si temiera que lo escucharan, y Amir le mordió en el brazo y empezó a sangrar. Ante la imposibilidad de pensar, golpeé a Amir hasta dejarlo inconsciente. Me dolía hacerle eso a mi amigo, pero era la única solución. De nuevo, silencio.

Unas horas después volví a ver a aquel hombre, esta vez con más claridad: vestido a la antigua, llevaba un sombrero que le cubría los ojos, pero tenía una expresión triste y apagada.

No pude aguantar esa visión y me desmayé. Al despertar estaba a la entrada de la mina rodeado por mis amigos, pero noté que faltaba Carlos.

Me explicó que el hombre los liberó, pero que al huir asesinó a Carlos clavándole el pico en el pecho y luego la pared derrumbó. Al levantarme, noté un aliento frío en la nuca. Salí corriendo sin mirar atrás; sin embargo, oí una voz que decía algo pero no entendí.

Cuando llegamos contamos lo ocurrido y la guardia civil fue en busca del cuerpo, pero nunca lo encontraron... Nunca he vuelto a poner el pie en esa mina.


Historias De Terror e Invocaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora