Capítulo 1

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I'm waking up to ash and dustI wipe my brow and I sweat my rustI'm breathing in the chemicals  - Radioactive, Imagine Dragons

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I'm waking up to ash and dust
I wipe my brow and I sweat my rust
I'm breathing in the chemicals 
- Radioactive, Imagine Dragons

Clarke Griffin's POV
La nave en la que estamos descendiendo sufre sacudones fuertes al entrar en la atmósfera del planeta Tierra. Dos chicos se golpean contra una de las paredes de la nave y se corta el vídeo en el que el canciller nos estaba dando las instrucciones necesarias para vivir. La luz va y viene. Todo por culpa de Finn '"SpaceWalker" Collins.
— ¡Clarke, tengo que decirte algo! —escucho la voz de Wells, que está al lado mío, y lo miro- Perdón haber hecho que arrestaran a tu padre.
— ¡No hables sobre mi padre! —tengo que gritar para poder escuchar mi propia voz entre los gritos de los demás.
— ¡Por favor, no puedo morir sabiendo que me odias!
— ¡Ellos no arrestaron a mi padre, Wells! ¡Lo ejecutaron! ¡Por supuesto que te odio! —es lo último que logro decirle antes de que la nave llegue a Tierra.
Más que llegar, se estrella. Las luces quedan encendidas y el motor se apaga.
— Escuchen —dice alguien—. No hay ruido de máquina.
— Bueno, eso es un comienzo —se escucha decir a otro.
Todos comienzan a desabrocharse sus cinturones y a levantarse. La mayoría sale corriendo de sus asientos y se apresura a bajar al primer piso.
Antes de tener que volver a escuchar hablar a Wells, decido correr hacia SpaceWalker, quien se había golpeado contra una pared por estar haciendo una caminata espacial completamente innecesaria.
A su lado, hay dos chicos más en el suelo.
— ¿Están...? —le pregunto antes de tomarles el pulso.
Él solo asiente, con la mirada perdida. Al no hablarme, bajo las escaleras al primer piso.
— ¡Pará! —grito al ver a un chico morocho a punto de abrir la puerta que, al mismo tiempo, intenta calmar a los demás.
Están todos amontonados y me tengo que abrir paso como puedo. Al llegar a la puerta, el chico me mira y puedo apreciar que lleva un traje de guardia, aunque claramente, no es uno. ¿Es que no es él acaso...? Interrumpo mis propios pensamientos.
— El aire podría ser tóxico —¿qué acaso soy la única que piensa?
— Si el aire es tóxico, estamos muertos de todas maneras.
Se da la vuelta para abrir la puerta y estoy a punto de decirle que no lo haga cuando se escucha una voz.
— ¿Bellamy? —una chica de cabello marrón y ojos claros baja la escalera y camina hasta el chico enfrente mío.
Bellamy Blake. Pero, ¿qué hace acá?
— Dios, mirá lo grande que estás —le dice este con una sonrisa. La abraza y suspira aliviado. Obviamente iba a tener novia. Tampoco es tan feo... Pará, ¿qué? ¿Qué clase de estupidez acabo de pensar?
— ¿Qué carajo llevás puesto? —la tal Octavia le pregunta al ver su vestimenta— ¿Un uniforme de guardia?
— Lo tomé prestado para entrar a la nave -se nota a leguas que esa pregunta lo puso nervioso—. Alguien tenía que vigilarte.
Se vuelven a abrazar y Bellamy me mira. Yo también lo hago, pero mi mirada se desvía hacia su muñeca.
— ¿Dónde está tu pulsera? —le pregunto, pero la respuesta no viene de él.
— ¿Te importa? —me pregunta la morocha al deshacer el abrazo— No veo mi hermano desde hace un año.
Suspiro aliviada.
¿Hermano? Menos mal.
¿Otra vez? No sé qué me pasa.
Octavia está a punto de volver con su hermano cuando se escucha una voz entre todos los chicos.
— Nadie tiene un hermano —de repente, la voz parece multiplicarse.
— Esa es Octavia Blake, la chica que encontraron escondida en el suelo.
La chica amaga con golpear a alguien, pero Bellamy se lo impide.
— Octavia. Octavia, no —la agarra y hace que lo mire a la cara—. Vamos a darles algo más por lo que recordarte.
— ¿Si? ¿Cómo qué? —carácter inestable. Genial.
— Ser la primera persona en la superficie en cien años —y baja la palanca.
El aire golpea mi caea y una luz cegadora me impide ver. Pero mis ojos no tardan en acostumbrarse, y no puedo creer lo que veo: pasto de un verde brillante, igual que en las películas, árboles altísimos y espesos, rodeados por arbustos, y el cielo celeste, no negro como el que se podía ver desde el Arca. Todo lo que nunca imaginé que vería alguna vez en persona está frente a mí.
Octavia inhala profundamente y exhala, feliz. Bellamy la observa mientras empieza a descender lentamente. Está orgulloso, se nota a leguas.
Octavia apoya los dos pies en la Tierra y mira a su alrededor.
— ¡Estamos devuelta, perras! —grita levantando los brazos y todos los que estan en la nave salen corriendo.
Bellamy la alcanza y le sonríe, feliz.
Yo soy una de las últimas en salir y, al tocar el pasto, no puedo evitar sonreír yo también. Los ojos no me alcanzan para ver todo lo que está a mi alrededor.
Pero no hay tiempo para distracciones: tenemos que encontrar los suministros de los que Jaha, el canciller, nos dijo que íbamos a encontrar acá, en el Monte Weather.
Miro a mi alrededor, pero hay algo que está mal: no se ve ni estamos en ninguna montaña. Solo árboles y la nave.
Abro el mapa y empiezo a caminar. Tengo que tener cuidado de no perderme. Todo se ve exactamente igual.
Llego a un claro y, al mirar por un espacio en el que no hay tantos árboles, lo veo: Monte Weather. Es decir, tiene que ser ese. Vuelvo a mirar el mapa, para confirmarlo.
— ¿Por qué tan seria, princesa? —escucho una voz al lado mío: SpaceWalker. Lo miro seria y él sonríe— No es como si hubiésemos muerto en la explosión.
— Probá decirle eso a los dos chicos que intentaron seguirte cuando se levantaron de sus asientos.
— No te gusta que te llamen princesa, ¿no, princesa? —continúa hablando, evadiendo el tema.
— ¿Ves ese pico de allá? —le pregunto, ignorándolo.
— Si —responde, luego de mirarlo.
— Monte Weather. Hay un bosque lleno de radiación entre nosotros y nuestra próxima comida.
— ¿A qué te referís?
— ¡Mierda! —empiezo a caminar hasta la nave, frustrada.
— ¡Eh! —SpaceWalker me alcanza— ¿Cuál es el problema?
— No solo nos enviaron a morir —le contesto, molesta. No con él, obviamente, sino con el Consejo—. Nos dejaron en la montaña equivocada.
— ¿Qué? —suelta, luego de procesar la información por unos segundos— Tenés que estar jodiéndome.
— Lamentablemente, no.
Reanudo mi caminata hacia la nave y busco en el piso algo que me sirva como lápiz y una regla.
Encuentro una especie de carbón y mi "regla" es un pedazo de metal sacado de la nave.
— Tenemos problemas —me dice Wells al acercarse, mientras sigo con el mapa—. El sistema de comunicación está muerto. Estuve en la parte de arriba. Se perdieron una docena de paneles y el calor abrasó los cables.
— Bueno, todo lo que importa ahora es llegar al Monte Weather. Mirá, estos somos nosotros —le señalo con un punto nuestra ubicación y empiezo a hacer una línea hasta el Monte Weather— y acá es donde tenemos que ir si queremos sobrevivir.
— ¿Dónde aprendiste a hacer eso? —me pregunta, confundido. Antes de que pueda responderle lo obvio, se autocontesta— Tu padre.
— Genial, un mapa —un chico se nos acerca por atrás. Desvía la mirada del papel a mí—. ¿Hay algún bar en esta ciudad?  Te invito una cerveza.
— ¿Te importa? —Wells lo agarra del brazo, molesto, y lo aleja.
— Eh, soltalo. Está con nosotros —aparece un grupo de chicos.
— Relájense. Solo estamos intentando averiguar dónde estamos.
— Estamos en la Tierra —se escucha una voz y, al darme la vuelta, veo a Bellamy con su hermana al lado—. ¿No es suficientemente bueno para vos?
— Bien, salimos en cinco —me dice Wells, ignorando la provocación de Bellamy, mientras se dirige a buscar gente y yo termino de trazar el camino en el mapa.
— Tenemos que llegar al Monte Weather. Todos escucharon el mensaje de mi padre. Esa tiene que ser nuestra primera prioridad.
— Que se joda tu papito -dice Octavia, imitando la misma postura arrogante que su hermano—. ¿Qué? ¿Pensás que estás al mando acá? ¿Vos y tu linda princesita?
— ¿Creés que nos importa quien está al mando? Necesitamos llegar al Monte Weather. No porque lo dijera el canciller, sino porque cuanto más esperemos, más hambre nos va a dar, y más difícil va a ser -los demás se empiezan a acercar al escucharme—. ¿Cuánto tiempo creés que podemos durar sin suministros? Estamos a unos treinta y dos kilómetros, ¿si? Así que, si queremos llegar ahí antes de que oscurezca, tenemos que irnos. Ahora.
— Tengo una mejor idea —y, como no se puede aguantar, Bellamy vuelve a abrir la boca—. Vayan ustedes, encuéntrenlos ustedes. Dejemos que los privilegiados hagan el trabajo duro por una vez.
Se escuchan varios gritos de aprobación. La desesperación amenaza con invadirme, pero intento, como puedo, permanecer calmada. Me doy la vuelta y entro a la nave, sin dejar de mirarlo. Él tampoco aparta la vista de mí. Tiene una mirada intensa y sin darme cuenta me pongo nerviosa. No me interesa, me repito. Ni un poco. Pero si quiero que esto funcione y sobrevivamos, voy a tener que dejar de lado mis nervios y ponerme al frente, porque está más que claro que Bellamy no va a hacer nada responsable y maduro, aunque sea el mayor de todos nosotros.
Estoy terminando de preparar una mochila que encontré con alguna que otra cosa, cuando escucho griterío afuera. Más de lo normal. Salgo y veo de que se trata: una pelea. Para ser más específica, entre Wells y un tal Murphy, que parece estar del lado de Bellamy.
— ¡Wells! —grito, molesta— ¡Wells!
Murphy le pega una patada y él cae. Se levanta con dificultad, pero es obvio que no va a poder seguir. El golpe afectó su pierna.
Murphy esta por volver a pegarle, cuando algo cae desde arriba de la nave. O más que algo, alguien.
— El chico tiene una sola pierna —le dice Finn a Murphy—. ¿Que tal si yo también te golpeo la tuya y hacemos esta pelea más justa?
Solo se escucha la respiración agitada de Wells, y Murphy no contesta. El griterío desaparece y es reemplazado por murmullos de asombro y risitas.
— ¡Eh, SpaceWalker! —Octavia camina hacia Finn y él la mira—, rescatame a mí la próxima.
Finn se ríe, junto con algunos más del grupo. La ronda se deshace y, mientras yo corro hacia Wells, Bellamy se acerca a Octavia.
— ¿Qué? —le pregunta esta al ver la cara de desaprobación de su hermano- Es lindo.
— Es un delincuente —no puedo evitar sonreír al darme cuenta de que Bellamy, a pesar de ser insoportable y creído, se preocupa por su hermana.
— Todos son delincuentes.
— O —la agarra del brazo y la aleja un poco. No se escucha muy bien, pero si lo suficiente para seguir captando mi atención—, vine acá para protegerte.
— No necesito protección -se zafa molesta del agarre—. Estuve encerrada de una manera u otra toda mi vida. Estoy harta de seguir órdenes. Necesito divertirme, Bell. Necesito hacer alguna locura solo porque puedo, y nadie, incluyéndote, va a frenarme.
— No puedo quedarme con ellos —Bellamy mira al resto de los chicos, quienes están saltando y festejando.
— ¿De qué estás hablando?
— Hice algo, ¿si? Para poder meterme en la nave —me acerco disimuladamente a ellos—. Algo por lo que me matarían si se enteraran. Aún no puedo decirte lo que es, pero tenés que confiar en mí. Todavía confiás en mí, ¿no?
Al ver que la conversación pierde mi interés, me alejo con Wells apoyado en mis hombros.
Lo recuesto contra una piedra y empiezo a moverle el pie. Sin importar lo que haga, él no para de gemir de dolor cada vez que lo toco.
— Así que Monte Weather —escucho a Fin, que se acerca caminando—. ¿Cuándo salimos?
— Ahora mismo —me paro y, aunque no lo esté mirando, siento que Wells está molesto. Sinceramente, no sé qué le pasa hoy que está actuando tan raro. Tal vez sea el oxígeno. Me doy vuelta para mirarlo—. Mañana vamos a estar devuelta con comida.
- ¿Cómo van a llevar ustedes dos solos suficiente comida como para cien? —me habla a mí, pero tiene la mirada fija en Finn.
Este, a su vez, se da la vuelta y agarra a dos chicos. Uno de ellos es el que me quería invitar una cerveza. Sonrío, divertida.
— Cuatro de cien —dice Finn y me mira—. ¿Podemos irnos ahora?
Yo asiento y, antes de que pueda decir algo más, se escucha la voz de Octavia.
— Suena a una fiesta —llega trotando con su hermano pisándole los talones—. Que sean cinco.
— Eh, ¿qué pensás que estás haciendo? —la agarra del hombro.
— Yendo de paseo.
— Dejala vivir un poco —le digo a Bellamy, provocando que me mire molesto.
Mis ojos se desvían de él a la muñeca de Finn y veo que su pulsera está rota en un borde.
— ¡Eh! —le agarro la muñeca— ¿Trataste de sacártela?
— Si, ¿y qué? —lo que me faltaba: tener otro más entre nosotros que se las da de genio.
— Esta pulsera transmite tus signos vitales al Arca. Si te la sacás, van a pensar que estás muerto.
— ¿Debería importarme?
Otro imbécil.
— Bueno, no lo sé —le contesto imitando su tono de voz irritante—, ¿querés que la gente que te importa piense que estás muerto? ¿No querés que estén acá dentro de dos meses? Porque no van a bajar si piensan que estamos muriendo.
Todos se quedan callados y Finn agacha la cabeza.
— Bueno —digo al ver su reacción—, vamos.
Todos empiezan a caminar y veo como Octavia se despide de su hermano antes de salir corriendo hacia el resto del grupo. Me acerco a Wells, que me mira serio.
— No deberías haber venido, Wells —y empiezo a caminar antes de ver la expresión en su cara, porque sé que me va a doler.
Pero no me aguanto y, al hacerlo, veo que Bellamy también me mira. Bueno, mira a su hermana, mejor dicho.
— Antes de que te empieces a hacer ideas, Finn es mío —me dice Octavia cuando la alcanzo.
— Antes de que vos te empieces a hacer ideas, no me importa —le respondo y me adelanto.
Soy quien dirige la marcha y siempre miro hacia adelante. No como Finn y Octavia, quienes parecen muy divertidos jugando con florcitas. Finn le pone una en su pelo y la morocha sonríe.
— Eso, mi amigo, es juga —le dice Jasper, el chico de antifaz raro, a su amigo Monty.
— Eso, mi amigo, es zumaque venenoso —le contesta divertido.
— ¿Qué? —pregunta Octavia alarmada, sacándose la flor del pelo tan rápido como le dan las manos— ¿En serio?
— Las flores no son venenosas. Son medicinales, calmantes en realidad.
— Su familia hace todos los fármacos en el Arca —explica Jasper al resto.
Nos estamos atrasando por distracciones sin importancia.
— Oigan, chicos, ¿podríamos mantener el ritmo? —les digo al darme la vuelta.
— Vamos Clarke, ¿cómo es que te aíslas de todo esto? —me pregunta Finn.
— Bueno, es simple. Me pregunto: ¿por qué todavía no vimos ningún animal? Tal vez es porque no hay ninguno. Tal vez ya fuimos expuestos a suficiente radiación como para matarnos. Aunque si, es bonito. Vamos —y reanudo la marcha.
Aunque piensa que no la escucho, oigo que Octavia dice "alguien debería darle algún zumaque venenoso" y los demás se ríen.
— Tengo que saber que hicieron para ser encerrados —continúa hablando Finn.
— Bueno, el zumaque no es la única hierba que podés encontrar en un jardín, si sabés a lo que me refiero —escucho decir a Monty y reprimo una risa.
— A alguien se le olvidó reemplazar lo que agarramos —sigue Jasper.
— Alguien ya se disculpó como mil veces —replica Monty, divertido.
— ¿Y vos, Octavia? ¿Por qué te encerraron? —le pregunta Finn.
— Por nacer —contesta de manera cortante y se adelanta.
Se acerca a mí. Mientras estaban discutiendo estupideces, encontré un animal. Un ciervo, para ser más exacta. Todos se acercan y les hago una señal para que se callen y miren. Está comiendo y es tan maravilloso para mí como lo pudo ser tan simple para una persona hace noventa y siete años. Finn intenta acercarse un poco más pero, al hacerlo, pisa una rama y asusta al ciervo.
Al darse vuelta, se me corta la respiración. Su cara está desfigurada, seguramente por la radiación. ¿O debería decir sus caras? Porque es así. El pobre animal tiene dos caras desformes.
— Va a ser mejor que sigamos —digo y me doy media vuelta, aunque no dejo de mirar al animal.
¿Nos va a pasar lo mismo a nosotros? Porque, ¿quién sabe? Si, recién llegamos y todavía no morimos, pero nunca se sabe. Tal vez, dentro de unos días, se podrían presentar síntomas de una enfermedad que no conocemos o, por comer algo, tengamos alguna reacción alérgica de la cual desconocemos completamente. Se me seca la garganta de solo pensar en que, en una situación así, no sé cómo vamos a hacer para sobrevivir.
Seguimos caminando y llegamos a un río. Saco el mapa y veo que es el mismo que divide el Monte Weather de donde estamos.
— ¿Ven? Nosotros estamos... —pero no puedo terminar la frase al ver que todos están distraídos viendo el trasero de Octavia. Si la viera su hermano...— ¡Octavia! ¡¿Qué estás haciendo?!
— Divirtiéndome por primera vez en mi vida —y seguido se zambulle en el agua.
— ¡Octavia, no sabemos nadar! —grita Jasper más asustado de lo que le gustaría aparentar.
— Pero si mantenernos de pie —le contesta esta y se para.
— ¿Qué estás esperando para desvestirte, princesa? —me pregunta Finn y me doy cuenta de que tiene razón. Logramos llegar al Monte Weather antes de lo que pensaba, y un descanso no viene mal, ¿no?
Pero apenas me saco mi campera, veo que algo se mueve en el agua. Al principio pienso que son las piernas de Octavia, pero no es así. Hay algo raro, como si fuera una ¿serpiente?.
— ¡Esperen! —grito y todos paran. El primero en ver al animal es Jasper.
— ¡Octavia, salí del agua! —le grita y ella se da la vuelta, en el momento justo en el que atrapa su pierna.
Se escucha un grito ahogado y después, desaparece. Por suerte, el agua es lo suficiente transparente como para poder verla, y seguimos a la criatura por la orilla.
— ¡¿Qué hacemos?! —pregunta Monty desesperado. Pero antes de que se me ocurra algo, Jasper se tira al agua- ¡Jasper!
No se cómo, pero logra sacar la pierna de Octavia de la boca de la serpiente y los dos consiguen volver a la superficie. Veo como el animal se aleja tan rápido como apareció.
Nos acercamos y puedo ver que solo son unos pocos rasguños que no tardaran en sanar, pero que le va a costar caminar por el dolor.
— Gracias —dice Octavia a Jasper con la respiración todavía agitada y le da un beso en el cachete.
— Amigo, la próxima vez salvo yo a la chica —bromea Monty y todos reímos.
Mientras examino mejor la herida de Octavia, Finn arma una especie de soga con ramas.
— Así vamos a poder llegar a la otra orilla sin necesidad de nadar o tener que enfrentarnos otra vez a esa cosa —nos explica.
Está a punto de saltar cuando Jasper lo detiene.
— Dejame hacerlo —ruega—. Si pude saltar al río sin saber nadar y rescatar a Octavia de una serpiente marina mutante, tengo que ser capaz de esto.
Finn asiente y le cede la soga. Jasper inhala y exhala un par de veces y salta. Siento el corazón en la garganta pero, casi de inmediato logra llegar al otro lado y nos tira la soga. Se agacha y agarra un pedazo de metal del piso.
— ¡Lo hicimos, Monte Weather! —grita alzando el cartel que indica que, efectivamente, es la montaña correcta.
Todos gritamos felices. Nos sentimos vivos. Nos sentimos como lo que somos: adolescentes, jóvenes.
— Tu turno, princesa —Finn me ofrece la soga y tengo que admitir que ya no me molesta que me llame así. A decir verdad, nada puede molestarme en este momento. Lo conseguimos. Vamos a buscar los suministros y los vamos a llevar al campamento. No nos vamos a morir.
Estoy a punto de saltar cuando una lanza se clava en el pecho de Jasper y cae al piso, con el cartel a su lado.
— Ja... ¡Jasper! —grito desesperada. Miro a Finn, quien mira para todos lados.
— ¡Rápido, atrás de esta roca! —grita y todos le hacemos caso.
Seguimos buscando con la mirada a quien sea que pudo haber sido, pero no vemos a nadie.
Vuelvo a mirar a Jasper y la lanza.
No estamos solos.

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora