Capítulo 30

278 10 4
                                    

Capítulo anterior:
— ¿Por qué me estás diciendo esto? —sí me esperaba que sus respuestas me afectaran, pero no me había imaginado que la conversación iba a cambiar de rumbo de esta manera.
— Porque puedo ver en tus ojos que seguís buscando a ese Wells, y que te carcome por dentro el hecho de no encontrarlo.
Lo sé, obvio que lo sé. Sé que él cambió, que la Tierra lo cambió. Entonces, ¿por qué me duele tanto escucharlo decirlo?
Ninguno de los dos vuelve a hablar. Wells me lleva hasta el cubículo, y después me señala donde dormir. Su buenas noches consiste solo en un movimiento de cabeza.
Me duermo llorando, traicionando mi voto de odiar para siempre a quien alguna vez fue mi mejor amigo, y soñando con un baile de máscaras que tiene un final feliz.

 Me duermo llorando, traicionando mi voto de odiar para siempre a quien alguna vez fue mi mejor amigo, y soñando con un baile de máscaras que tiene un final feliz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

I think of you from time to time
More than I thought I would
You were just too kind
And I was too young to know
- House of Memories, Panic! at the Disco

Me cuesta levantarme. Desde que llegué a la Tierra, mi sueño no dura mucho (exceptuando esos dos meses que duró demasiado).
Es Wells quien me despierta con toquecitos en el hombro y haciéndome una seña con la mano para que no haga ruido. Me asusto, pensando que capaz nos están rodeando o a punto de emboscarnos, pero una vez que me despierto por completo, me acuerdo dónde estoy. Una ola de tristeza me invande al recordar nuestra conversación de anoche, pero sé que ahora no tiene sentido que siga preocupándome por eso. Hoy vuelvo a Polis y voy a hablar con Heda, sea como sea.
No nos despedimos de los terrestres porque siguen durmiendo (es por eso que tenía que hacer silencio) y, según Wells, "siempre que comemos almejas, duermen hasta el mediodía".
Todavía no amanece cuando salimos de la cabaña y hace tanto frío que, si no fuera porque la ropa que Wells me dio es abrigada, me estaría congelando. Seguimos sin hablar y en parte creo que así está mejor. No es como si tuviera algo que decirle, ¿no? Pero mi boca parece tener otros planes.
— Cuando me contaste sobre la pantera, dijiste que estabas enojado con vos mismo por haber tratado de convencerme —miro el piso al decirlo, pero no dejo de caminar. Siento que gira su cabeza hacia mí aunque sin detenerse tampoco—. ¿Por qué me estabas siguiendo ayer entonces?
Al no escuchar su respuesta los segundos siguientes, lo miro. Parece entrar en pánico, y se acomoda mejor su pañuelo con manos temblorosas.
— Por la misma razón que te estoy ayudando. Los viejos tiempos tienen más peso sobre uno de lo que habría imaginado —se ríe, pero no hay felicidad en el sonido ni en sus ojos. Suena más bien agrio, amargo—. Estaba volviendo de Polis cuando te vi sentada frente a una fogata. Iba a acercarme cuando vi que estabas con los Blakes. No iba a volver a arriesgarme a llamar su atención. No sé si fue porque vi que Finn, Octavia y ese terrestre se iban o qué, pero decidí esperar. Esperarte, en realidad. Cuando saliste sola a la madrugada, me di cuenta de que era mi oportunidad para poder acercarme.
— ¿Cómo supiste que iba para Polis? —recuerdo que fue él quien se ofreció a ayudarme sin que le dijera nada.
— Te escuché hablando sola —responde simple y sin saber bien porqué siento la cara caliente y los cachetes, rojos. Él me mira y ríe, solo que esta vez lo hace divertido—. A veces lo hacés sin darte cuenta.
Lo empujo en broma y se vuelve a reír. Dentro mío, un sentimiento que conozco muy bien empieza a resurgir. No es hasta este momento que me doy cuenta de que desde que flotaron a mi padre no volví a tener amigos. Al menos no uno como Wells. Si, me llevo bien con Octavia, Finn, y el resto de los delincuentes, incluso con Lincoln. ¿Pero una amistad como la que compartía con el chico a mi lado? Nada nunca le va a poder llegar ni a los talones.
Al pensar en eso, la tristeza me invade. Me muero de ganas por volver a tenerlo cerca, a volver a tener un pedacito de familia, de mi vida anterior, pero todavía no sé si pueda perdonarlo. Capaz nunca pueda.
Wells, al notar mi cambio de ánimo, deja de reírse, pero no habla.
Nos toma casi dos días llegar hasta Polis, y debemos parar unas horas para descansar.
Cuando por fin divisamos la torre de la ciudad, que parece ser lo primero que se ve siempre, soltamos casi al mismo tiempo un suspiro de alivio. Por fin.
El atardecer le da a nuestra vista una sensación de grandeza, como si estuviéramos por entrar a la ciudad de Oz. El recuerdo simple de mi lectura de niña me saca una sonrisa melancólica.
— Vas a tener que intentar calmarte —escucho la voz de Wells atrás mío, y dejo de mirar Polis para darme vuelta y ver cómo él se desata el pañuelo—. Los terrestres huelen el miedo. Ya llamás bastante la atención con tu pelo.
— ¿Qué tiene de malo mi...? Oh —mi mente viaja al comentario que me hizo Octavia en aquella sala de trono: "La realidad es que no hay muchas terrestres rubias en Polis que digamos"—. Me lo puedo cubrir con la capucha.
La sugerencia parece conformarlo. Mira su pañuelo por unos segundos, y parece estar debatiendo algo en su cabeza. Levanta la vista y empieza a caminar hacia mí. Al extender sus manos en dirección a mi cara, doy un paso atrás en un acto reflejo. Me arrepiento al instante al darme cuenta de que mi reacción lo hirió. Veníamos tan bien...
— Solo iba a ponerte el pañuelo —susurra ofendido, mientras lo levanta. Me muerdo el labio, insultándome interiormente por haber sido tan estúpida de no haberme dado cuenta. Dudo que Wells sepa que ya estuve en Polis, y su idea parece ser más por sentido común que otra cosa, pero tiene razón. Cuanto más me oculte, mejor.
Doy un paso adelante y agarro el pañuelo de sus manos. Lo extiendo desde mi nariz hasta mi mentón, y giro, dándole la espalda. Sigo sosteniendo el pañuelo y él parece entender la invitación de que me lo ate. Cuando termina, apoya sus manos sobre mis hombros y me gira para quedar frente a frente con él.
— Sé que nunca me vas a perdonar. Antes lo dudaba, tenía esperanzas, pero ahora ya no —ya no se ve herido, pero tiene un dejo de exasperación en la voz que parece querer ocultar—. Creo que ni yo mismo me perdonaría.
— Wells...
— No terminé —me corta de manera abrupta antes de que pueda continuar—. Tampoco te lo estoy diciendo para hacerte sentir mal. Solo quiero que sepas que, si algún día decidís que me necesitás, que realmente me necesesitás, no para una misión, sino para tener a alguien con quien hablar o lo que sea... sabé que siempre voy a estar.
Abro mi boca, con intención de decirle que ese "alguien con quien hablar o lo que sea" es Bellamy, que no lo necesito, pero mis pensamientos de hace unos horas me recuerdan que si necesito a un amigo. Que si necesito a Wells, a mi mejor amigo. Por un segundo, considero abrazarlo. No, no puedo. No todavía, al menos. Termino por solo asentir con la cabeza. Él suspira e imita mi movimiento, mientras deja caer sus manos hacia sus costados.
— Muy bien —dice después de aclararse la garganta y dejar de lado su expresión de hace unos segundos—. ¿Estás lista?
Me pongo la capucha sobre mi cabeza y respiro un par de veces contra el pañuelo.
— Lista.

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora