Capítulo 5

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— ¿Vos pensás que porque mis padres estuvieran en el Consejo, mi vida era de color rosa? Mi madre me mandó a la Tierra, pensando que podría vivir cuando lo único que hago es intentar controlar sus malditas hormonas y salvarles el culo a todos. ¡Mi padre está muerto porque mi mejor amigo lo condenó! —siento los ojos aguados, pero no pienso llorar. No enfrente de tantos imbéciles juntos.
Escucho como Wells gime de dolor y Bellamy afloja la mirada. Veo borroso, pero empiezo a dudar de que sea por las lágrimas.
— ¿Clarke? —escucho la voz de Wells lejana y después todo es negro.

 — ¿Clarke? —escucho la voz de Wells lejana y después todo es negro

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I wake up and wonder how everything went wrong.
Am I the one to blame?
- What Could Have Been Love, Aerosmith

Bellamy Blake's POV
— Genial, ahora se murió —comenta Murphy, sarcásticamente—. Justo lo que nos faltaba.
— ¡Clarke, por favor, reacciona! —le grita y zamarrea Wells. Nada.
— Hay que llevarla a la nave —digo y me agacho para alzarla, pero el nene favorito de papá me lo impide.
— Ni se te ocurra tocarle un pelo.
— Aunque me encantaría comprobar la textura de la continuación del cuero cabelludo de la princesa, solo quiero ayudar —respondo divertido al ver la reacción de Wells.
— Vos le hiciste esto.
La acusación injustificada me molesta y sé que no debería importarme, pero aún así se mete en mi cabeza. ¿Fue mi culpa? No puedo negar que si me pone un poco nervioso que Clarke se haya desmayado. Suficiente teníamos ya con un herido, y si ahora nos quedamos sin médica... Pero, no, no es mi culpa.
— Yo no le hice nada. Ella se desmayo sola. Ahora, dejame que la llevo a la nave porque claramente un erudito como vos ejercita mucho el cerebro, pero no parece saber llevar a cabo las ideas con los músculos.
— En realidad, filosofalmente, el cerebro se considera un músculo más, ya que...
— ¿Me vas a dejar hacer mi trabajo o no? —ya estoy empezando a impacientarme. Tampoco es como que Wells me la ponga fácil con su forma de ser.
Él solo asiente y levanto a Leia Jr. sin problemas. Es como si fuera una pluma. Salgo de la carpa con ella en brazos y camino hacia la nave. Entro y, al subir al segundo piso con dificultad, me encuentro con Spacewalker y con O.
— ¿Qué le pasó? —me pregunta preocupada, lo cual me extraña un poco. Tampoco es como si la conociera tanto...
— ¿Qué le hiciste? —pregunta Finn Lo más serio que lo vi desde que llegamos antes de que le pueda responder.
— ¿Es que tengo pintado en la frase "desmayo princesas" que todos me echan la culpa? Si me disculpan, tengo que recostarla en algún lado porque en cualquier momento se le va a quebrar el cuello.
Me dejan pasar y la recuesto en un par de mantas que O encontró con el resto de los pocos suministros que aún quedan desde que llegamos. Hago una nota mental de que tengo que cerciorarme de que no sigan desapareciendo. Me estoy por levantar cuando me asalta la duda de si está viva. Su pecho está inmóvil. Acerco mi oído a su cara y siento que respira por la boca. Suspiro aliviado e intento pararme, pero no puedo.
No sé por qué, pero no me puedo contener y le acaricio el pelo. Si era suave. ¿Será teñida? Es tan sabelotodo.
— ¿Qué hacés? —O me pregunta por atrás, curiosa.
— Quería cerciorarme de que no se hubiera golpeado la cabeza al caer —le respondo rápido antes de que pueda usar cualquier tipo de contestación para burlarse de mí.
— ¿Y desde cuando te importa alguien más que yo? —pregunta divertida.
— No es que me importe —me paro incómodo y esquivo la mirada de mi hermana—, pero es la única que sabe curar raspones.
— Si, claro —siento que me mira sospechosamente y antes de que pueda decirme algo más, bajo al primer piso y salgo de la nave.
El tema de los suministros sigue dando vueltas en mi cabeza. Lo mejor va a ser conseguir la mayor cantidad de comida que podamos. El hambre siempre es lo primero que aparece, y lo que más problemas puede causar.
— ¡Murphy! —grito y aparece al instante— Forma un grupo de caza de tres. Salimos en cinco.
— ¿Alguna sugerencia? —se siente bien saber que hay gente que no cuestiona cada palabra que digo.
— Miller. Que Atom se quede cuidando el campamento. Lo único que nos falta es otro chillón —respondo refiriéndome a Jasper que, aunque no se ha despertado aún, ya me imagino cómo va a estar.
Murphy asiente y sale a hacer lo que le pedí. Mientras, voy a mi carpa y agarro un arco y flechas que me hice ayer por la noche, cuando todos dormían. Sonrío divertido al recordar que soñé que era Katniss y que llevaba un vestido rojo. Pero lo que pasa en la carpa, queda en la carpa, ¿no? Tampoco es como si tuviera a quién contárselo sin que se burle de mí.
Salgo preparado y veo que el grupo ya está formado.
— ¡Bien, necesito que todos me escuchen porque no lo pienso repetir! —todos parecen prestarme atención. Perfecto— ¡Nos vamos a dividir en grupos de tres! Si alguno tiene algún problema, ¡pega un grito! Si lograron cazar, vuelven al campamento, donde los va a estar esperando Atom para empezar a limpiar y asar. ¡¿Quedó claro?!
— ¡Si! —contesta de manera unánime El grupo de voluntarios que se había formado, y comienzan a agruparse.
— ¡Murphy, Miller! —los llamo y vienen al instante- Lo mejor va a ser que formemos grupos separados. No todos entienden lo que están por hacer.
Asienten con la cabeza y formo grupo con un chico que creo que se llama Axe y... ¡¿Wells?! ¡¿Pero qué carajo?!
— ¿No tendrías que estar cuidando a la princesa? ¿O entendí mal y no sos su escolta?
— Por lo que entendí, querés que haya un buen número de comida, y yo sé más que la mayoría. Podes aceptarme o no conseguir un ciervo más.
Tiene razón. Asiento, aún con dudas, y comienzo a caminar. No falta mucho para que termine de amanecer por completo (¿cuándo fue la última vez que dormí? No me puedo acordar) y, si no conseguimos nada, no va a haber desayuno que alcance. Menos mal que tengo al cerebrito número dos conmigo.
De repente, aparece un conejo. O algo así. Es un poco más grande y tiene las orejas más largas.
— Es mío —escucho decir a Wells.
Pero el muy estúpido pisa una rama y alerta al conejo. En un intento por no perder a su presa, el Canciller Jr. lanza la navaja y le da directo en el centro al conejo. Este se desploma y se retuerce de dolor en el piso.
— Si serás idiota —murmuro molesto y comienzo a caminar hacia el animal.
— ¿Qué hice mal? Estuvo perfecto —dice arrogantemente. Seguro no está acostumbrado a que no le celebren todo lo que hace.
Ugh. ¿Y este se hace llamar el mejor amigo de Clarke? No creo que la princesa tenga alta tolerancia a la soberbia. O tal vez no la tiene con la mío. Pará, ¿qué? ¿Por qué dije eso? ¿Desde cuándo soy soberbio yo? Más importante: ¿desde cuándo estoy del lado de la rubia?
— Le diste en el abdomen —le respondo, declarando lo obvio
— ¿Y?
— El animal está sufriendo. Le tenés que apuntar al corazón.
— Los animales no tienen sentimientos.
— El dolor no es un sentimiento. Además, no me refiero a eso. Si el animal muere sufriendo o nervioso, la carne es más dura y difícil de comer. Y yo que pensé que eras inteligente...
— Soy inteligente —me responde molesto. El verlo enojado me levanta un poco el ánimo.
— Cierto, tenés razón. No se puede tener cerebro y corazón a la vez. Si no, no hubieras matado al padre de Cla... —y no puedo terminar la frase por un puñetazo.
Me levanto y me limpio con la manga la sangre. Sonrío con cinismo. Me partió el labio, yo le voy a arrancar esa soberbia de un golpe. Se metió con la persona equivocada.
Le devuelvo la piña y veo que no lo esperaba. Tambalea un poco, pero se reincorpora rápido e intenta golpearme en el abdomen, cosa que no logra.
Los golpes siguen yendo y viniendo, y la pelea parece durar horas en vez de minutos. Él se come la mayoría de los golpes ya que deja muchos puntos débiles sin cubrir.
— ¿Queres que te cuente un secreto? —le pregunto jadeando.
— ¿Qué? —aunque está igual o más cansado que yo, parece seguir muy concentrado.
— Fui guardia, así que ni te gastes en ganar. Claramente, no tenes ni idea de lo que haces. Abandoná cuando todavía estás a tiempo.
— ¿Y qué pasó?
— ¿Con qué? —estoy tan concentrado en sus puños que apenas lo escucho ya.
— Con lo de ser guardia. ¿Por qué renunciaste? —no lo pregunta de curioso, no. Puedo ver en sus ojos que sabe el porqué. Y como no lo sabría, si fue su padre el culpable de todo.
— No renuncié —respondo, de todas maneras, molesto— Me sacaron.
— ¿Por qué? —quiera escucharme decir en voz alta lo que ambos sabemos, como se eso lo excitara o le diera una victoria que claramente no va a conseguir peleando.
— Por querer que mi hermana tenga una vida —La furia sobrepasa todo control y lo tacleo.
Le empiezo a pegar en toda la cara. Este por las reglas estúpidas del Arca. Este otro por tu padre, que arruinó mi familia y seguramente la de muchos otros. Este por haber flotado a mi madre solo por haber tenido a O. Este por haberla condenado cuando ella no tuvo la culpa de nada. Este por mi padre, un infeliz de cuarta que en su vida dio la cara.
Escucho gritos a lo lejos. Siento como me agarran de los hombros y me tiran para atrás.
— ¡Eh, Bellamy! —me grita Murphy—¡Eh!
— ¡¿Qué?! —le pregunto furioso y se echa para atrás.
— Oye, tranquilo viejo.
— Te vas a arrepentir —escucho a Wells detrás mío y siento su navaja en mi pierna.
¿Pero qué...?

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora