Capítulo 11

916 49 38
                                    

Capítulo anterior
Vuelvo a dirigir mi atención hacia Bellamy, pero ya esta acostado y dándome la espalda.
¿Pero qué le pasa? ¿Acaso va a ignorar lo que sentí, lo que sentimos? Porque el ritmo de sus latidos me demostró que él también sintió algo en ese beso.
No sé muy bien como reaccionar y estoy demasiado cansada como para seguir pensando, por lo que opto a hacer lo mismo que él. No tardo mucho en dormirme.

Baby, i know You're ready for loveYou gotta be patient with me- Don't Break My Heart, Shanice

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Baby, i know
You're ready for love
You gotta be
patient with me
- Don't Break My Heart, Shanice

— ¡¿Y yo cómo iba a saber que el imbécil de Wells nos estaba siguiendo?! —me despierta un grito. Abro los ojos y lo primero que veo es a los Blakes discutiendo. Genial, justo lo que necesitábamos. Acá va nuestro problema número un millón.
— ¡Te dije que cubriéramos las huellas pero no, Bellamy "el rebelde" Blake no puede seguir una simple orden y menos viniendo de parte de una hermana menor! —Octavia reprocha furiosa y puedo notar como se le marcan las venas del cuello del enojo.
— Repito: ¡¿yo qué carajo iba a saber que nos perseguía?! ¡Nadie nunca nos había encontrado! —le contesta Bellamy, igual de exasperado.
— Eh, ¿todo bien? -digo mientras me levanto lentamente. Al instante me arrepiento. Esto está de todo menos bien.
— Que te lo cuente ella —responde airado el morocho y camina hacia el bosque.
Octavia suelta un suspiro, más cansada que molesta.
— Dejalo, ya se le va a pasar —me dice al sentarse al lado mío, a lo que yo me limito a mirarla sorprendida.
— Pensé que estabas enojada.
— Las peleas con mi hermano no duran demasiado. En realidad, son noventa y nueve por ciento orgullo y solo un uno por ciento es sobre el verdadero problema —saca un par de nueces de su mochila y me las ofrece.
Es el momento perfecto para preguntarle a ella como fueron estas semanas lejos de los cien. Estoy segura que su experiencia es diferente a la de su hermano.
— ¿Fue difícil dejar el campamento? —le pregunto al tiempo que acepto la comida.
— Lo creas o no, no me costó tanto irme. Puede que sea más chica y no tuviera tantas responsabilidades como Bell, pero mis únicos amigos realmente cercanos fueran Jasper y Monty. Con Finn apenas hablaba. Normalmente nuestras charlas eran sobre cómo serían los terrestres o intercambiar unas cuantas palabras a la hora de separar a mi hermano de Wells.
— Si, escuché bastante de eso —no puedo evitar pensar en el diario de Bellamy.
— Bell, por otro lado, era el líder. Se llevaba muy bien con Miller y con el resto de los chicos. Creo que se acostó con alguna chica. Además, estabas vos.
La última frase me toma por sorpresa. Intento calmar mis dedos nerviosos y seguir escuchándola hablar, pero mi mente no para de repetir eso último.
— ¿Qué tengo que ver en todo esto?
— No me mal interpretes. Me caes bien y prefería cuidarte antes de hablar con el resto, pero el que estuvieras dormida lo hizo más fácil para mí. Más llevadero. No estaba obligada a tener que hablar y conocer gente que lo único que hacían era preguntarme todo el tiempo cómo había sido vivir toda mi vida en el suelo o qué tan genial es tener un hermano. En cambio, para Bell... no sé. Creo que formó una especie de vínculo. Las primeras noches casi ni lo veía, y las veces que si lo cazaba haciendo guardia, miraba para cualquier lado menos hacia donde estabas vos. Pero al final, había días en los que estaba siempre. Eras su descanso, Clarke, así como parecías serlo para mí. Eras su respiro, su cable a Tierra. Creo que tu recuerdo lo inspiraba a hacer todo lo posible para que sobrevivamos. Obvio que se quedaba en el campamento por mí, por los delincuentes, pero ciertamente también lo hacía por vos.
Respiro hondo, intentado aclarar mis pensamientos, lo que siento en este momento. Sus palabras deberían haberme tranquilizado y esclarecido mis dudas, pero solo lograron que más preguntas surgieran en mi mente.
— No hace falta que digas nada —parece como si me hubiera leído la mente—. Sé que no nos conocemos demasiado, que no lo conocés demasiado, y que debe asustar bastante que gente desconocida a tu alrededor sepa y sienta mucho más de lo que imaginás, pero danos una oportunidad. Dale a Bell una oportunidad, aunque parezca no quererla.
Mi mente está dividida en dos. Una parte de mí le cuesta confiar y se siente exactamente como Octavia acaba de describirlo. Es esa parte la que quisiera hacerse chiquita y volver a la vida en el Arca, donde tenía un mejor amigo y dos padres, la que tiene miedo de ser rechazada. Pero la otra, la que se pone nerviosa alrededor de Bellamy, la que se muere de ganas por volver a besarlo, la que tiene esperanza de ya no tener que depender de los demás, quiere darle una oportunidad al par de hermanos.
— Lo voy a intentar —digo finalmente—. No va a ser fácil, pero bueno, nada lo es con los Blakes, ¿no?
Ella ríe en respuesta a mi broma y, por primera vez, parece una adolescente normal de dieciséis.
— Bueno, ¿te molesta si te dejo sola para ir a buscar a Bellamy? Creo que le debo una disculpa —Octavia vuelve a hablar.
— No, no hay problema —le sonrío y ella se levanta. Sacude la tierra de sus pantalones y se va caminando en la misma dirección que lo hizo su hermano minutos atrás.
Yo empiezo a enrollar nuestras bolsas de dormir y apagar los últimos restos de fuego de la fogata cuando escucho un ruido atrás mío. Ruido los ojos al imaginarme quién es.
— Bellamy, si esta es tu idea de asustarme no va a funcio... —una mano tapa mi boca y siento que la sangre se me congela: no es la mano de Bellamy.
Trato en vano de gritar mientras forcejeo, pero me es imposible. Sea quien sea es más grande y fuerte que yo.  Me rodea con su otro brazo y comienza a arrastrarme hacia el bosque. No dejo de pegar patadas y manotazos pero como ya dije, es inútil.
La desesperación cada vez es mayor y? al darme cuenta de que simplemente forcejeando no voy a lograr nada, le piso el pie y le muerdo la mano. Al instante ya no lo siento, y cuando me doy vuelta puedo ver como grita e intenta agarrarse las partes golpeadas al mismo tiempo, cosa que no logra. Se trastabilla y cae sobre el suelo, y yo aprovecho a agarrar una rama lo suficientemente grande como para pegarle de manera que no pueda seguir peleando.
— ¿Wells? —le pregunto confundida y él me mira alarmado— ¡¿Pero qué carajo está mal en tu cabeza?!
— Clarke...
— ¡"Clarke" un carajo! ¡Te podría haber matado! ¡Y vos a mí con el paro cardíaco que casi me da!
— Sólo estoy tratando de protegerte —la alarma desaparece de sus ojos y se para, quedando frente a mí.
— Estoy con los Blake. ¡No necesito tu protección! ¡Por mí, metétela en el...!
— Primero que nada, ¿te estás escuchando? Hablás como una ordinaria. Como una de ellos. ¿Desde cuándo decís "carajo"? —su voz es calmada, pero lo conozco lo suficiente que solo es la calma antes de la tormenta— Segundo, te estoy protegiendo de ellos.
— De la única persona que necesito protegerme es de vos —sin importar cuántas veces haya dicho que lo odio o que no lo quiero cerca de mí, esta oración es diferente. A pesar de lo que le hizo a mi padre, siempre supe que Wells nunca podría lastimarme, pero ahora ya no estoy tan segura. Me duele a mí decirlo, y sé que a él escucharlo.
Le doy la espalda y empiezo a caminar de vuelta al monumento, cuando escucho que habla nuevamente.
— No sé qué te habrán contado o si te lavaron el cerebro, pero esos dos son unos asesinos.
— Aunque te cueste entenderlo, delincuente no es sinónimo de asesino—me doy la vuelta con los brazos cruzados y lo miro—. Si a eso te referías, no es ninguna noticia. Es más: yo también soy una delincuente, si vamos al caso.
— Sos vos la que no entiende —se acerca lo suficiente como para hablar entre susurros y que yo lo pueda escuchar— Sus crímenes si son asesinatos, tanto allá arriba como acá abajo.
— ¿Qué? —mi voz se siente insegura y se escucha como tal seguramente. No, no puede ser. Octavia dijo...— Wells, explicate.
— Bellamy mató a mi padre para poder entrar a la nave. Y acá, junto con Octavia, exterminaron a toda una aldea completamente inocente de terrestres.
Siento que me tiemblan las piernas y ya no puedo estar parada. Me siento en un tronco cercano. ¿Terrestres? No puede ser... Si sabía que existían, pero nunca nadie había visto uno. O al menos me habían dicho todos desde que desperté: que los habían atacado, pero no visto.
No, me niego a creerlo. La parte con esperanza tiene más terreno en mi cabeza que la que desconfía. Pero la duda de todas maneras se abre paso, y no puedo evitar preguntarme si tal vez, solo tal vez, Wells está diciendo la verdad.
— ¿Qué ganás diciéndome todo esto? —hablo despacio, como en realidad si no quisiera saber la respuesta.
— Como veo que jamás vas a venir conmigo o me vas a perdonar, por lo menos te advierto. Esto es en serio, Clarke. Tené cuidado. No te fíes de los Blake, son... inestables.
Cuando levanto la cabeza, ya no está. Miro a mi alrededor, pero no hay ni rastro de él, como tampoco lo escuché irse. Una idea loca se planta en mi cabeza: ¿y si me lo imaginé?
Pero las dudas desaparecen al ver un silbato de metal en el suelo entre mis pies. Lo agarro y veo que tiene una inscripción:
"Si tenés un problema, soplalo. W. J."
Claramente es de él, pero nunca se lo había visto. Sé que no es del Arca porque no vive en Arkadia. Entonces, ¿con quién o dónde está viviendo? Podría estar con los terrestres, pero no es como si pudiera estar cien por ciento segura, como también podría estar viviendo solo. Esto ya empieza a preocuparme.
Me guardo el silbato en un bolsillo de mi campera, y me levanto. Empiezo a caminar hacia el campamento improvisado, y pienso en tocar el silbato para hacerle más preguntas a Wells, pero sé que se va a escuchar demasiado y no creo que sea lo más conveniente que los Blakes sepan que hablé con él. Además, si se da cuenta de que lo llamo por cualquier cosa, me lo va a sacar, o capaz no vuelva a responder.
Al llegar a donde me encontraba antes de ser prácticamente secuestrada por mi ex mejor amigo, me siento en el mismo lugar donde dormí, y examino el silbato un rato más. No es como si hubiera mucho que mirarle, pero la curiosidad lo vuelve más atractivo de lo que es.
Escucho unas pisadas a la par de risas y una vez más meto el silbato en el bolsillo.
— Eh, ¿todo bien? —me pregunta un Bellamy alegre. Sin poder evitarlo, sonrío. Es bueno verlo así. Lo que me contó Wells aún sigo presente en mi mente, pero intento no prestarle atención.
— Si, si. Solo estaba pensando...
— Conseguimos un par de ardillas —dice Octavia, igual de feliz que su hermano.
Para poder despejarme, empiezo a ayudarla con el fuego, mientras que Bellamy limpia y prepara la comida.
Después de almorzar (¿en qué momento se pasó tan rápido el día?), seguimos camino. Los Blake van delante mío, hablando sobre algo que no me importa para nada. No puedo dejar de pensar en Wells y todo lo que pasó. ¿Y si tiene razón? No conozco para nada a estos dos. Si, besé a uno y tuve la charla más sincera desde que pisé la Tierra con la otra, pero sigo sin conocerlos realmente. Con Wells creciste, te criaste, incluso te egresaste con él. Es tu mejor amigo desde que tenés memoria. Siempre estuvo ahí para vos.
Claro, que mejor amigo que el que no guarda secretos y asesina padres inocentes, ¿no?
No lo hizo con malas intenciones, lo sabés.
¿Quién lo dice? ¿Yo? ¿Él? No puedo ser tan idiota. Sólo quiso quedar bien delante de su papi.
Saco el silbato de mi bolsillo y lo vuelvo a mirar. Ahora realmente estoy considerando soplarlo.
— ¿Clarke? —escucho que me pregunta Bellamy, mirándome preocupado. Ambos hermanos había parado de caminar para tomar un descanso. Octavia saca una cantimplora de su mochila y se adentra en el bosque, seguramente yendo a buscar más agua— ¿Estás bien? Te ves un poco pálida.
— Entonces va a ser mejor que me ponga al sol, ¿no? —le contesto con una sonrisa burlona. Me muero de ganas por contarle sobre Wells. Necesito poder hablar con alguien sin tener secretos. Pero sé que no va a ser la mejor idea, que nos va a retrasar más, y que podría generar desconfianza de parte de los Blakes hacia mí.
— No es a lo que me refiero y lo sabés.
— Sólo estoy un poco cansada, nada más —levanta una ceja, dudoso. Es obvio que no me cree—. Y un poco preocupada por Finn... y Wells.
— ¿Wells? ¿Estás de joda, Clarke? ¡Trató de asesinarme! Y quién sabe que habría hecho con vos...
— ¡No habría hecho nada! Era mi mejor amigo —que ironía decir algo así cuando no hace ni cinco horas que trató de secuestrarme.
— Vos misma lo estás diciendo: era. Fuiste vos la que no lo quería perdonar y no te lo aguantabas. No lo intentes defender ahora. Lo único que falta es que seas una hipócrita —grita, y su mirada ya no es compasiva, sino la misma que tenía mientras discutía con su hermana—. ¡Ah, cierto que entre ustedes, los príncipitos de sangre azul, aunque se traicionen, siguen apoyándose y defendiéndose!
Pestañeo, tratando de pensar si realmente dijo lo que creo que escuché. Sus palabras me lastiman más de lo que quisiera admitir.
— ¡¿Hipócrita, yo?! ¡Mira quién habla! —sé que también soy capaz de lastimarlo, como también sé que no debería, que todo lo que dice es verdad, que tiene razón. Pero mi lengua parece tener mente propia, y sigo— ¡Si todavía no te atreviste ni a decirme el porqué o cómo estás acá abajo! ¡Me piden que confíe en ustedes, pero no me dan razones! ¡Me besas, pero después hacés como si nada! ¡Hacés chistes para que me ría, me decís cosas que me ponen nerviosa, pero en realidad no te importo un carajo!
Mi pecho sube y baja igual de rápido que late mi corazón, y solo escucho mi respiración agitada. Los ojos me empiezan arder por las lágrimas, y no sé si pueda impedir que salgan esta vez. Tengo que admitir que el que anoche se fuera a dormir sigue doliéndome en el ego y la confusión me irritaba. Su mirada se intensifica y en un segundo está frente a mí, agarrándome fuerte del brazo, aunque sin lastimarme. Me veo obligada a pestañear otra vez, solo que para despejar mis ojos y poder mirarlo.
— No vuelvas a decir semejante estupidez porque, a fin de cuentas, soy el único que te viene salvando desde que llegamos —sus ojos parecen estar por prenderse fuego. ¿Alguna vez voy a lograr que su mirada no me cause escalofríos?—. Ni Wells, ni Finn, ni nadie. Yo, solo yo.
No me da tiempo a responder que me besa de manera brusca. Y yo, que me moría de ganas por volver a sentir sus labios, le respondo. No lo puedo evitar. Bellamy Blake ya se convirtió en una debilidad. Una que me gusta y me aterra a la vez.
Nos separamos y junta nuestras frentes.
— Solo te pido que seas sincero conmigo y no me lastimes —le digo sincera-. Basta de jueguitos estúpidos. Recién termino de juntar los pedazos de mi corazón roto por la pérdida de las dos personas más importantes de mi vida. No hagas que tenga que volver a sacar la escoba para poder barrerlos. Otra vez.
— Lo último que haría es lastimarte. Clarke, mientras estabas inconsciente, algo empezó a surgir en mí. Los últimos días no podía ni quería separarme de tu cama. Soñaba con que abrieras los ojos y volvieras a verme con esa mirada tan terca que tenés. No puedo negarte que me aterra lo que siento por vos, que me asusta lo mucho que me afectás. Porque es verdad, Clarke, me movés más de lo que parece. Es por eso que anoche te di la espalda después del beso. No vuelvas a decir nunca que no me importás. Sos una de las pocas razones por las que respiro. Y no quiero dejar de hacerlo.
Su declaración me toma por sorpresa. No sé qué decir. ¿Me atrae? Obvio que si, la manera en que respondí a sus besos lo demuestra. Pero no puedo decirle que él también es por quien respiro. Eso sería mentirle, y no quiero hacerlo. Ya le estoy ocultando demasiadas cosas.
Mientras intento formular alguna frase, me doy cuenta de que Octavia todavía no volvió.
— Bellamy —le digo alarmada—. Octavia.
Mira a su alrededor y suelta algunos insultos. Él también nota lo mismo que yo. Empezamos a caminar en dirección a donde la vimos irse. Es un poco difícil seguir su rastro, y pienso cómo es que habrá hecho para no perderse (si es que no se perdió).
Bellamy frena de golpe y estoy por preguntarle qué pasa cuando me tapa la boca con una mano, empujándome contra un árbol. Se lleva el dedo índice de la otra mano a los labios, pidiéndome que haga silencio. Saca su hacha y yo hago lo mismo con la pistola que me dio ayer.
Al rodear el árbol, con armas en mano, lo que vemos es algo que ni él ni yo nos esperábamos.

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora