Capítulo 16

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Capítulo anterior:
— ¿Celoso acaso? —le pregunto divertida. Ambos sabemos que la simple idea es ridícula, pero el aire se siente tenso. Ninguno de los dos sabe realmente cómo vamos a recuperar a nuestros amigos.
— Ni un poco —me responde con una sonrisa para después volver a besarme, esta vez por varios segundos.
Al separarnos, agarramos nuestras pertenencias  y, de la mano, comenzamos a caminar hacia Polis.

We came here to make a change We came here to rearrange We came here cause we believe We came here cause we achieve- Here We Go, Lemonade Mouth Official Soundtrack

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We came here to make a change
We came here to rearrange
We came here cause we believe
We came here cause we achieve
- Here We Go, Lemonade Mouth Official Soundtrack

— Y creo que si rodeamos este árbol llegamos a... —dice Bellamy mientras lee el mapa. O eso intenta.
Mientras que él está parado, yo decidí sentarme. Apoyo mi cara sobre mis manos y ruedo los ojos.
— ...a ningún lado, Bell —completo yo—. Hace siglos que estamos dando vueltas.
— No seas exagerada.
— Está bien, horas. Es prácticamente lo mismo.
Miro hacia el cielo. El día sigue precioso, como a la mañana, pero eso ya no me pone de buen humor. Tengo hambre, y estoy cansada y transpirada. Recuerdo el baño que me di en lo de Adelphos y bufo, molesta. Tal vez tendríamos que habernos quedado para aprender un poco más sobre estos bosques.
Pero también Bell tenía razón: no podemos demorarnos. No sabemos la suerte de nuestros amigos.
De repente, el tan preciado cielo es invadido por una larga hilera de humo negro. Primero pienso que podría ser del negocio del anciano, pero me doy cuenta de que eso está del lado contrario a donde estoy mirando.
— Bellamy...
— ¿Ujum? —aunque responde, no me está prestando atención en realidad. Sigue mirando ese mapa estúpido como si fuera a lograr algo.
Me paro y agarro su cara entre mis manos.
— Clarke, por mucho que me encantes, no es momento para...
— Callate y mirá —giro su cabeza para que vea lo que acabo de descubrir.
— ¿Una fogata?
— Tal vez. Capaz sean señales de... —antes que pueda terminar de hablar, se escucha el sonido de un cuerno.
Solo suena una vez, pero por todo el bosque resuena su eco.
— Viene de la misma dirección del humo —susurra, como si de un secreto se tratase.
Dejando el mapa de lado, agarramos las mochilas y empezamos a caminar en dirección al humo.
Poco a poco, el sol va cayendo y una luna llena aparece en el firmamento poblado de estrellas. Reconozco varias constelaciones y puntos. Sonrío al recordar la época en la que las dibujaba todos los días, en cualquier espacio que encontrara.
Bellamy, como de costumbre, lidera la marcha, con una mochila en los hombros y una pistola semiautomática en las manos. El sonido nos recordó que nunca está demás ser precavidos.
Llegamos a un claro que conduce en línea recta hasta un precipicio. Los árboles funcionan como barrera para evitar que nos caigamos y la luna nos da suficiente luz para mirar por detrás de las hojas.
Finalmente vemos de donde sale el humo. Una antorcha sobre una torre con forma de cilindro y de pisos y ventanas incalculables arde sin intenciones de apagarse, a pesar del viento que recientemente comenzó a soplar. A pesar de nunca haber visto el edificio, encaja perfectamente con las descripciones del mapa.
— Polis —digo feliz y miro a Bellamy. Pero él está serio. Tal vez pensando, no sé—. ¿Bell?
— El plan es simple: entro, los saco y vuelvo. No debe ser tan difícil —dice mientras saca unos binoculares de su mochila y mira a través de ellos.
— ¿Y yo qué hago? —le pregunto esperando a que me los pase para poder ver.
— Te quedas acá, a salvo —me entrega los binoculares y se agacha para sacar balas de su mochila, empezando a rellenar su pistola y la mía.
— ¿Qué? Ni loca —dejo los binoculares a un lado y me paro a su lado.
— No te lo estoy preguntando o pidiendo —se levanta y prueba el seguro.
— Yo tampoco. Voy a ir.
— No —se planta delante mío, apartando la vista del arma—. Yo soy el responsable de esto.
— ¿Responsable? ¡¿Responsable de qué?! ¡Si la culpa la tienen los terrestres que secuestraron a los chicos!
— ¡Pero yo soy el que no debió irse! ¡Era y soy responsable de los cien y los abandoné! ¡Si yo hubiera estado ahí, no habrías salido a buscarnos, Lincoln no estaría todo golpeado, Octavia seguiría soltera e inocente, y Finn estaría libre!
— ¡De lo único que sos responsable es de no morir! ¡Y es exactamente en lo que vas a fallar si vas solo, sin refuerzos!
— ¡No puedo arriesgarme! —empieza a caminar, alejándose del acantilado, y yo lo sigo. No voy a dejar que tenga la última palabra.
— ¿Arriesgarte? ¡Ah, claro! ¡Ya entiendo! ¡Soy una carga! ¡¿Cómo no me lo dijiste antes?! ¡Así me quedaba con Adelphos y no te molestaba! —en mi vida me había sentido tan humillada, tan inútil. Aprieto los puños y aguanto las ganas llorar.
Él, por su parte, se queda perplejo al principio, pero segundos después se da la vuelta, frunciendo el ceño furioso y me acorrala contra un árbol cercano. Deshavú.
— No puedo arriesgarme a perderte —dice con dificultad, intentando controlar su enojo y junta nuestras frentes. Al hacerlo, cierra los ojos con fuerza e intenta controlar su respiración agitada—. No sos un estorbo. Sos una de las personas más inteligentes y valientes que conozco. Sos demasiado importante para mí.
— Si soy todo eso, dejame ayudarte —le suplico y abre los ojos.
— Está bien —acepta, resignado—. Me vas a ayudar... montando guardia. Acá.
Antes de que pueda darme cuenta, saca un par de esposas y me las pone en las muñecas. Mientras me quejo, aprovecha mi confusión y me ata al árbol. Si antes me sentía humillada, esto ya es otro nivel.
— ¡Bellamy, ¿qué carajo te pasa?!
— Te necesito a salvo, Clarke.
— ¡¿Y qué si aparece un terrestre?! ¡Podría matarme más rápido de lo normal por el simple hecho de que estoy atada!
— Hagamos esto: dejo tu bonita espada, cuchilla, lo que sea, cerca tuyo... —abro los ojos, alarmada al darme cuenta de que sabe sobre el arma. Él me mira y se aguanta la risa— ¿Qué? ¿Creíste que me tragué todo el cuentito de la despedida? ¡Por favor, Clarke! ¡Los dos somos más inteligentes que eso! Como decía, voy a dejarte tu arma cerca para que puedas librarte. Para el tiempo que ya estés desatada, yo ya habré entrado y salido de la ciudad.
— Por favor, Bell —le suplico, al borde de las lágrimas, las cuales ya no sé si soy por la bronca de no poder hacer nada o por el miedo de que algo le pase—. No seas idiota, no ahora. No puedo dejarte ir a una misión suicida con un plan suicida. Somos un equipo.
Él se acerca y me acaricia la mejilla. Cierro los ojos y varias lágrimas caen. Acuna mi cara con sus dos manos y limpia mis lágrimas con sus pulgares.
— Te amo —me dice y me besa.
No me puedo resistir, no a él. Me besa con ternura pero, al mismo tiempo, con una pasión e intensidad que queman. Deseo que este momento nunca acabase, pero últimamente nada de lo que quiero parece funcionar.
Separa nuestro labios y besa mi frente. Deja su boca pegada a ella por un rato, mientras trata de regular su respiración una vez más.
— Que nos volvamos a encontrar —susurra contra mí.
Se separa y comienza a caminar, llevándose su mochila y todas las armas, exceptuando mi espada.
— Bell —le digo pero no me escucha. Me cuesta hablar a causa del nudo en la garganta y el llanto—. ¡Bellamy! ¡Bellamy Blake, sos un imbécil!
Grito hasta casi quedarme sin voz. Cierro los ojos con fuerza, tratando de evitar que las lágrimas sigan cayendo. Me arde el solo hecho de tratar de mirar. Bajo la cabeza y trato de tranquilizarme. Al abrir los ojos, veo a mis pies la espada. Si seré estúpida. La agarro como puedo con los pies, pero es imposible subirla hasta mis manos. Pruebo con agacharme, pero no puedo por la saga alrededor mío. Vuelvo a mi primer idea, y levanto el arma un poco con los pies, que, al estirar mis manos todo lo que las esposas lo permiten, consigo agarrarla.
Suspiro, aliviada. Esto no quita mi enojo pero, en cierta forma, me siento halagada al pensar que Bellamy creyó que podría lograrlo. Que podría defenderme sola, ante uno o dos terrestres.
Sostengo la espada con fuerza y prácticamente la pego a mi espalda, para poder cortar la soga que me ata al árbol. La manejo con el mayor cuidado posible, con miedo de lastimarme. No soy una experta en esto de hacerme la agente especial. De suerte que desde hace unos días que sé cómo funciona una pistola semiautomática.
Comienzo a cortar la soga y, a pesar de que tardo más de lo que esperaba, logro librarme ella. Lamentablemente, aún sigo con las esposas puestas. Bellamy pareció olvidarse del pequeño (gran) detalle de que me estaba dejando esposada y sin las llaves. A veces el sin experiencia parece ser él.
De todas maneras revuelvo mi mochila en busca de algo que pueda llegar a funcionar para alterar la cerradura. Saco absolutamente todo, pero no encuentro nada útil.
Resignada, me recuesto sobre el tronco del árbol. En la montaña de cosas que dejé desparramadas, está el libro que le pedí a Adelphos.
— No, no, no —estaba completamente negada—. No me voy a poner esa máscara.
Wells había conseguido una para cada uno. La suya completamente blanca y lisa mientras que la mía parecía sacada de uno de esos libros un tanto subidos de tono que leían algunas chicas del curso: azul de encaje plateado. Puede que pareciera una estupidez, pero no había nada más extraño que algo no siendo liso o de colores opacos. Con aquella máscara iba a llamar la atención de todo el mundo, exactamente lo contrario a lo que quería y estaba acostumbrada.
- Clarke, no armes una escena ahora —me regañó con una sonrisa—. Te vas a ver hermosa y nadie te va a reconocer. Vas a ser una especie de Cenicienta del futuro.
— Muy chistoso, pero no quiero serlo. No quiero ser una princesa.
— Lamento informarte, querida, que ya lo sos.
— ¿Pero qué...?
— ¿Escuchás eso? —me calló con un dedo mientras señalaba hacia adelante. Música a todo volumen y risas— ¡Ya empezó! No podemos llegar tarde.
Me puso mi máscara, ya que la suya se la había puesto momentos antes, y prácticamente me arrastró hasta el lugar donde provenían todos esos ruidos. Al llegar, nos habíamos quedado estáticos en nuestros lugares. Lo que normalmente era una simple sala se había convertido en una pista de baile increíble. La música estaba altísima, alcohol por todas partes, y gente bailando, divertida. "Esto si que es ilegal", recuerdo haber pensado.
Sonreí. Puede que no estuviera estado totalmente de acuerdo con venir, pero definitivamente me divertía ver los comportamientos de los demás. Además, es casi automático sonreír al ver a otra persona sonriendo, ¿no?
— ¡Voy a buscarnos algo de tomar! —me avisó Wells y, antes que le pueda decir que no quiero nada, desaparece entre la multitud de chicos. Genial, me quedé sola.
Pero mis recuerdos son interrumpidos al oír pasos.
Agarro la espada, me paró y apunto hacia donde proviene el ruido.
Dos hombres salen de entre los árboles y, al verme armada, me apuntan con sus respectivas pistolas. Visten ropa extraña, así como también sus cortes de pelo. Lo que más me sorprende es lo limpios que están. Sólo vi algo así en un solo lugar: fotos, junto los carteles de...
— ...Monte Weather —digo y avanzo con mi espada.
— ¡Wow, tranquila preciosa! —dice el más petiso (no es que lo sea realmente, pero el otro parece un gigante), que tiene un corte de pelo corto bastante extraño— No queremos lastimarte.
— ¿Quiénes son y de dónde vienen? —les exijo mientras acerco aún más la espada hacia el pecho del que acaba de hablar.
— Mi nombre es Sam y este es mi hermano... —empieza a hablar el segundo, de pelo largo y estatura importante, como ya dije anteriormente, pero se frena al mirar mi arma— La Primer Espada... ¿Qué hacés con algo así?
— ¿Me defiendo de idiotas como ustedes que parecen sacados de una revista? —madre mía, Clarke, ¿por qué lo agresiva? Deben ser los nervios. Siempre son los nervios.
— No nos estás entendiendo —prosigue, inmutable ante mi provocación—. Esa arma es mucho más poderosa de lo que te puedas imaginar.
— ¿Cómo lo sabes? —pregunto extrañada y esta vez le apunto a él.
— Porque somos quienes la trajimos acá.

~
Ya se deben estar dando una idea de con quienes es el crossover...

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora