Capítulo anterior:
— ¡¿Chon ste der?! —grita el hombre y siento que el corazón se me va a salir del pecho. Las pisadas se reanudan, esta vez en dirección hacia el trono. Cuando llega hasta nosotros y nos ve, siento que mi corazón para de latir— ¡¿Chit the hell...?!
No consigue terminar la frase porque por detrás recibe un golpe. Miro confundida a Sam quien me indica que mire al frente. Mis ojos se encuentran con una Octavia firme, vestida como terrestre, con una botella rota en su mano derecha. Veo una fuerza en sus ojos que no había visto nunca, ni siquiera cuando estaba al lado de Lincoln o Bellamy.
Se podría decir que se ve intimidante, pero el efecto desparece cuando sonríe, divertida.
— Ya sabía yo que no te ibas a resistir a un problema.Maratón 4/9
Rescue me
Take me in your arms
Rescue me
I want your tender charm
Cause I'm lonely
And I'm blue
I need you
And your love too
- Rescue Me, Fontella Bass— Octavia —me levanto como puedo, esquivando el cuerpo del terrestres, y la abrazo. Debido al envión, se tambalea un poco y deja caer la botella rota, pero se mantiene de pie—, creí que ustedes...
— Es una larga historia.
— ¿Cómo supiste que era yo quién estaba escondida acá atrás?
— Bueno, la realidad es que no hay muchas terrestres rubias en Polis que digamos —contesta de buen humor y se separa de mí. Mira por sobre mi hombro y sonríe pícara—. Sabías que mi hermano es muy celoso, ¿no?
— ¿Qué? ¡No, no es lo que parece! —escucho como Sam se ríe— Octavia, te presento a Sam Winchester. Sam, ella es Octavia Blake.
— Un gusto —Sam le ofrece la mano y ella la acepta, algo dudosa.
— Seguro —contesta, encogiéndose de hombres y volviendo a mirarme—. ¿Cómo se conocieron? Porque es obvio que no es un terrestre. Está demasiado... limpio.
— Es una larga historia -repito sus propias palabras y me hace puchero. Vuelve a parecer la chica de dieciséis que medianamente—. Te lo cuento cuando nos saque a todos de Polis.
— ¿Qué? No, Clarke. Eso no va a pasar —me bloquea el paso.
— ¿Perdón? ¿Cómo que "no va a pasar"? ¡Vinimos a rescatarlos!
— Heda ya nos perdonó la vida una vez. Es muy arriesgado. Yo puedo con esto.
— Octavia, no solo está en juego tu vida y la de los chicos, también las de los Winchester. Yo los metí en esto, tenemos un trato.
— Vas a hacer que nos maten a todos —me dice enojada.
— Creeme que estoy acá justamente para evitarlo —paso por al lado suyo y escucho como Sam me sigue—. ¿Dónde están?
— Se suponía que no tenías que venir. Cuando Bellamy me dijo que te dejó afuera de esto, me quejé. Pero capaz si tenía razón al hacerlo —suelta, ignorando mi pregunta.
Sus palabras son venenosas y con intención. La simple mención de Bellamy hace que me voltee para verla. Ambas cosas me duelen, y tengo que morderme la lengua para no contestarle.
Al quedar frente a frente, vuelvo a repetir mi pregunta:
— ¿Dónde están?
Me sigue mirando enojada (¿o furiosa lo describiría mejor?) y hasta un poco sorprendida de que haya ignorado su reacción. Finalmente su mirada se ablanda, aunque sigue seria y no parece arrepentirse de lo que dijo.
— Por acá —me dice derrotada, empezando a caminar.
Ahora es ella quien lidera. Su ropa parece más decente que la de una prisionera, aunque tampoco lleva armas. Lleva el pelo recogido en una colita y tiene un par de moretones en la cara, pero lo que más llama mi atención es la cantidad de suciedad que lleva encima. No es como si la vida en la Tierra pueda ser tan pulcra como lo era en el Arca, pero no creo haberla visto nunca así. Supongo que por eso dijo que Sam estaba demasiado limpio.
— ¿Podemos confiar en ella? —hablando de Roma. La voz de mi compañero me saca de mis pensamientos.
— Claro que si. Ya te dije que es la hermana de Bellamy —susurro. Lo último que necesitamos ahora es que Octavia nos escuche y se indigne.
— No todos los hermanos son iguales.
— Pero ellos tienen los mismos valores, los mismos pensamientos. Creeme cuando te digo que mirar a Octavia es como mirar a Bell. Bueno, solo en algunas cosas...
— Te creo. Solo temo por tu seguridad. Se mostró un tanto... hostil cuando le dijiste que viniste a recatarlos.
— Quién iba a pensar que los Winchester fueran tan fáciles de ganar —murmuro divertida y me empuja en broma.
De repente, Octavia frena. Estoy por preguntarle qué pasa cuando nos hace una seña para que guardemos silencio.
Sigue de espaldas a nosotros, mirando por una esquina. Saca con cuidado un cuchillo.
- ¿Qué pasa? -le pregunta al fin, alarmada.
— Hay un guardia —me responde aún sin mirarme—. Esto no era parte del trato que logré con Heda. Se supone que las celdas no debían tener vigilancia a esta hora.
— ¿Qué hacemos entonces? —pregunta Sam, con la pistola entre sus manos.
— Ustedes, nada. Yo me encargo —y sin más, da la vuelta a la esquina y desaparece.
Intento detenerla, pero Sam me agarra del brazo, impidiéndomelo. Quiero quejarme, pero sé que él tiene más experiencia que yo en situaciones así, por lo que me quedo en mi lugar.
Se escuchan unos murmullos y supongo que está hablando con el guardia. Por el tono de voz, parece que no va a ceder, pero, poco a poco, Octavia parece lograr convencerlo.
Escuchamos unos pasos que se dirigen hacia nosotros, y puedo ver la sombre de Octavia volviendo.
Pero, entonces, se escucha un pitido ensordecedor. Esa clase de sonido que hace que te duelan las encías, que los dientes te crujan y que los tímpanos estén a punto de explotar, si es que es posible experimentar algo tan doloroso. Los dos nos tapados los oídos. Cierro los ojos, pero al segundo vuelvo a abrirlos a causa de una luz proveniente de un estallido. Se mueve todo el edificio y cae polvo del cemento del techo. Sam me rodea con sus brazos y cubre mi cabeza con una de sus manos gigantes.
El cuerpo de Octavia se estampa contra la pared y de su nuca comienza a salir sangre. Me tapo la boca con la mano en la que no llevo la espada y ahogo un grito. Intento llegar hasta ella, pero Sam me abraza con más fuerza. Trato de zafarme de sus brazos, pero me lo impide.
— Sam, por favor —le ruego desesperada.
— No, Clarke, hay que pensar en frío —se separa lo mínimo de mí y agarra mi cabeza con sus dos manos, acariciándome suavemente el pelo—. Lo que sea que haya sido eso podría volver a pasar. Por lo que sabemos a simple vista, la única afectada es Octavia. Tranquilamente el guardia pudo haber causado esto. Yo voy a ir.
— No, por favor, no. No me dejes sola —a diferencia de hace solo segundos, me aferro a él lo más que puedo.
Ya no son los nervios los que me invaden, sino miedo. Miedo de que Octavia esté muerta, miedo de que Sam, si me deja sola, muera también.
— Voy a ir y, cuando yo te avise, corrés hasta a Octavia y te asegurás que esté bien. No vas a estar sola: yo voy a estar a centímetros tuyo, ¿ok?
Asiento frenéticamente. Él también lo asiente, pero de manera calmada y segura, aunque sus ojos me miran preocupados. Él también tiene miedo, pero de que haga alguna estupidez y la verdad es que yo también. Lentamente, se separa de mí y retira sus manos de mi cabello. Miro hacia el piso, avergonzada al darme cuenta de que las tiene todas mojadas por culpa de mi llanto, que no parece terminar dentro de poco. Se las seca en la campera y prepara la pistola.
Comienza a caminar despacio, pero se detiene y vuelve hacia mí, plantando un beso casto sobre mi frente toda sudada. Hago una mueca y lo miro.
— ¿No te da asco? —le susurro. No es lo que quiero decir, no realmente. Quiero darle las gracias por preocuparse por una desconocida que todavía no cumple su parte del trato, que se la pasa nerviosa y llorando. Pero esa pregunta es todo lo que logro formular.
— He llegado a abrazar a Dean luego de que se cayera a un río que, más que río, parecía el desagüe de un inodoro -me dice intentando reanimarme y yo solo sonrío.
Reanuda su tarea e inmediatamente los nervios vuelven. Él dobla la esquina y desaparece completamente. Tampoco es como si pudiera ver demasiado por el humo negro que sale desde ahí. Me vienen unas terribles ganas de toser, pero las contengo. Un movimiento en falso por mi parte y podría perjudicar a Sam. Siendo sinceros, es imposible que alguien no haya notado lo que acaba de pasar. El ruido fue insoportable, alguien se debe haber despertado. Me acuerdo del guardia en la entrada de la torre...
— Clarke —se escucha un susurro y no dudo ni por un segundo en que es Sam.
Corro hacia Octavia y me arrodillo a su lado para tomarle el pulso. Suelto un suspiro de alivio al comprobar que sigue viva.
La acomodo, apoyando su cabeza sobre mis piernas, para revisarle mejor la herida. Por suerte no es muy profunda, solo una abertura chica.
Estoy abriendo la mochila para sacar vendas cuando escucho que su respiración se acelera. De repente, abre los ojos, sobresaltada, e intenta levantarse, pero se marea y vuelve a caer sobre mí.
— Eh, despacio —le susurro mientras sigo sacando las vendas.
— ¿Clarke? ¿Qué pasó? ¿Por qué me duele la...? —comienza a preguntar, completamente perdida, y se toca la nuca. Al ver su mano con sangre luego de retirarla, frunce el ceño— ¿Por qué tengo sangre en...?
— Te golpeaste al chocarte contra la pared —me mira como si estuviera hablando en otro idioma—. ¿Qué es lo último que te acordás?
— Estaba hablando con el guardia —empieza a hablar despacio, aún desorientada—. Le pedí si podía ver a mi hermano y accedió. Se puso de espaldas a mí al sacar las llaves y estaba a punto de abrir la puerta de la celda.
— ¿Eso es todo? —le pregunto y simplemente asiente— ¿No te acordás de nada más? Ok, esto no podría ser...
— ¡Clarke, tenés que ver esto! —escucho que Sam grita.
Miro hacia la entrada de las celdas, llena de humo todavía, y vuelvo a mirar preocupada a Octavia y su herida. Pero cuando agarro lo que necesito para curarla, ella posa su mano sobre la mía, quitándola y asintiendo con la cabeza para que vaya. Yo solo me levanto y le alcanzo el botiquín junto con las vendas.
Camino adentrándome en el humo y me tapo la nariz y la boca para no respirar el aire tóxico. No me cuesta demasiado encontrar a Sam. Esa altura definitivamente le favorece.
— ¿Qué pasó? —le pregunto al llegar a su lado y notar que tiene el ceño fruncido. Tengo que hacer un esfuerzo enorme para no toser. Se limita a señalarme un cuerpo en el piso: el del guardia. No quiero preguntárselo, de verdad que no, pero no tengo muchas opciones— ¿Está muerto?
— Le acabo de tomar el pulso, y si. Pero eso no es lo único —desaparece entre las nubes negras para reaparecer a los pocos segundos, con algo en la mano. No sé porqué ni cómo, pero lo reconozco.
— La palanca de una granada —lo miro, más extrañada que alarmada.
— Siendo más específicos, de una granada incendiaria de mano.
— ¿Así que eso fue lo que provocó una explosión?
— Voy a matar a Dean —murmura, molesto y lo miro confundida.
- ¿A Dean? Pero, ¿por qué? ¿Qué hi...? —me interrumpe el chillido de una puerta, como de metal oxidado, abriéndose. Es entonces cuando me acuerdo de los demás— Los chicos...
Corro hacia adentro, pero no consigo ver nada. Escucho toses y murmullos.
— Clarke —me llama Sam y, de un segundo a otro, lo siento atrás mío— Tenemos que sacarlos de acá.
Asiento y, aunque no me puede ver, parece darse cuenta.
Agarro del brazo a la primera persona con la que me cruzo y la levanto del suelo. Pesa un poco, pero logro apoyar uno de sus brazos sobre mis hombros.
La saco y la siento en el suelo, recargando la mayor parte de su cuerpo sobre la pared. Me pongo en cuclillas y la miro mejor: es Finn. Tiene el pelo hecho un desastre y no es hasta que le tomo el pulso que me puedo asegurar de que está respirando.
— ¡Octavia! —pego un salto del susto al verla aparecer al lado mío tan rápido— Necesito que te encargues de él mientras seguimos sacando al resto. En el botiquín de mi mochila está todo lo que puedas llegar a necesitar.
— ¿Está...? —comienza a preguntarme, pero yo ya estoy de pie y corro dentro de la celda otra vez.
Me choco con Sam, quien lleva a otro de los prisioneros.
— Llevalo afuera —me dice, intentado evitar respirar el humo, y le hago caso.
Este es mucho más pesado que Finn y, al sacarlo, veo que es Lincoln. Para mi mala suerte, también se da cuenta Octavia. De un momento a otro, tengo a Finn despertando, quejándose de no poder respirar, y a Octavia pegada a mí, tironeándome a Lincoln.
Suspiro, resignada, y se lo doy. Hace lo mismo que hice yo con Finn: lo sienta en el piso, recargándolo sobre la pared, y lo examina, buscando heridas.
Me limpio el sudor de la frente con mi antebrazo derecho y miro hacia la puerta de la celda. Todavía falta una persona.
Pero antes de que pueda decir algo, Sam sale corriendo, tosiendo. Lo agarro antes de que se desmaye.
— No puedo... —trata de excusarse, pero la tos se lo impide.
— No te preocupes, es solo el gas en tus pulmones —le digo mientras sigue tosiendo, y parece que lo hago tanto para calmarlo a él como a mí misma—. Voy a tener que llevarte afuera para que tomes un poco de aire fresco. A todos, mejor dicho.
Dicho y hecho, lo ayudo lo mejor que puedo a caminar hasta la pared más cercana y sentarse.
De repente, una figura más emerge desde la celda. En un impulso por el miedo que aún se mezcla con mis nervios, agarro la pistola de Sam, que se encontraba en el suelo, y apunto hacia la puerta.
— ¿Clarke?
Por primera vez en varias horas, siento que realmente puedo respirar aliviada.
Es él.
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Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1
ФанфикGanadora de los premios #The100Awards 2016 en la categoría Público "Mejor fanfic Bellarke" Sus diferencias son abismales. Ella es hija de diplomáticos, de personas importantes, gente que forma parte del Consejo. Ella es una princesa. Ha vivido toda...