Capítulo 8

946 69 58
                                    

Capítulo anterior
Abro la bolsa de dormir y, al recostarme en ella, siento como mi cabeza golpea algo duro que parece estar debajo de una campera enrollada que hace las veces de almohada. Es uno de esos cuadernos que usábamos para tomar apuntes en las clases en el Arca. ¿De dónde lo sacó? No puedo evitar pensar en la cantidad de veces que soñé con tener uno de estos mientras estaba encerrada. Con un poco de culpa (porque sé que no debería, no realmente), lo abro y leo la primera página.
(...) Hace un par de días, por fin me decidí por mirar a Clarke durante mi guardia. Se la veía tan tranquila, con tanta paz. Esa paz única que ni yo ni ninguno de nosotros le podríamos dar nunca. Solo somos un dolor de cabeza para ella cuando lo único que quiere es que sobrevivamos.
Le hablé. Le conté todo lo que estuvo pasando. Parecía como si me escuchara. Sentí por un momento que todavía estaba con nosotros, que solo dormía y que, en unas horas, se iba a despertar y empezaría a dar ordenes como la princesa mandona, malhumorada y terca que es.
Finn me está llamando porque hoy es día de caza. Después sigo.

In a blink of an eye, Just a whisper of smoke You could lose everything The truth is you're never alone- Like I'm Gonna Lose You, Meghan Trainor ft

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

In a blink of an eye,
Just a whisper of smoke
You could lose everything
The truth is you're never alone
- Like I'm Gonna Lose You, Meghan Trainor ft. John Legend

Sé que debería dormir, pero llevo leyendo por varias horas y no puedo parar. ¿Quién iba a pensar que a Bellamy Blake le podría importar algo o alguien más que su hermana o incluso él mismo?
En las siguientes anotaciones, habla sobre el campamento más que nada y no vuelve a mencionarme. Las peleas con Wells fueron cada vez más fuertes y constantes. Jasper logró recuperarse bien y Octavia parece que logró un poco de respeto sin necesidad de su hermano, aunque solo tuviese dieciséis años. Según el diario, podía controlar a los delincuentes mejor que nadie. Bellamy también lo lograba, pero no sé si lo dice de verdad o por su ego gigante.
Siento que los párpados me pesan, pero no me quiero dormir todavía. Todavía quedan algunas páginas. Todavía...
Me despabila el sonido de un arma recargándose. Rápidamente, me pongo los pantalones, abro la carpa y miro hacia mi alrededor. Todo sigue igual que cuando entré, exceptuando la claridad de la luz del amanecer, que no va a tardar en suceder. Bellamy sigue parado, de espaldas a mí.
— ¿Qué pasó? —le pregunto desde la entrada de la carpa y se sobresalta. Se gira y me mira extrañado.
— Nada. Solo me pareció ver algo —responde finalmente y camino hacia a él.
Me paro a su lado y, mientras sigue mirando hacia el frente, yo observo su perfil. Tiene unas ojeras enormes y algunas heridas y cicatrices en la cara. Está concentrado en el bosque, sin pestañear, y tiene el dedo índice en el gatillo, por las dudas.
La misma culpa de antes resurge en mí. Ahora que también sé que hizo guardia cuando estaba en coma, me siento aún peor por él.
— Bellamy, andá a dormir un rato. Yo me quedo haciendo guardia —intento agarrar el arma, pero él aparta mi mano.
— Ya te dije lo que pienso al respecto —me responde aún sin mirarme.
— No era una sugerencia. Necesitás descansar.
— Vos no sabés lo que necesito —su tono se endurece y me toma por sorpresa—. Volvé a dormir.
— No tengo sueño —miento. Esta vez si voy a ganar yo.
— No me importa. Y no me obligues a cargarte hasta la carpa.
El solo imaginarme la escena hace que se me corte la respiración. Pero no puedo distraerme ahora con pensamientos estúpidos.
— Está bien. Atenete a las consecuencias —empiezo a caminar hacia el bosque sin mirarlo.
— ¡Clarke! ¡¿Qué carajo te pensás que estás haciendo?! —me grita y yo sonrío. Esa es la reacción que esperaba de él. No importa que tanto se haga el serio, su temperamento siempre lo traiciona.
— ¡Me voy a buscar a Finn! Ya que sos tan testarudo como para no querer ir a dormir y yo tampoco tengo sueño, voy a aprovechar el tiempo. Además, ya casi amanece.
— ¡Volvé acá en este instante!
— Ajá sí. No te escucho, soy de palo, tengo orejas de pesca... —pero antes de que pueda terminar la oración, siento que mis pies ya no tocan el piso. No me esperaba que me alcanzara y me llevara a cuestas—¿Bellamy? ¡Bajame ahora mismo!
Él deja escapar una risa ahogada y empieza a caminar hacia el campamento, lo cual sólo hace que me irrite más y le dé pequeña patada en sus miembros imprescindibles.
Él pega un grito bastante gracioso y me baja de un tirón. Estoy por burlarme de su poco aguante, cuando siento que me empuja contra un árbol y me acorrala. El choque de mi espalda contra el tronco es brusco y me quita el aire por unos segundos.
Tiene un brazo a cada lado mío, apoyando las manos contra el árbol, y lo tengo tan cerca como cuando me caí encima suyo al sacarme del pozo.
— ¿Por qué te cuesta tanto quedarte quieta por un segundo? —tiene los ojos cerrados con fuerza y veo como una gota de sudor se le resbala. Una sensación de inquietud me asalta y pienso que capaz no fue la mejor idea provocarlo.
— ¿Bellamy...? —empiezo, preocupada, pero él no parece haber terminado de hablar.
— Esa es la misma razón es por la cual te desmayaste: por no quedarte quieta. Siempre lo querías hacer todo porque creías que los demás éramos unos inútiles y que, si vos no hacías las cosas, nadie las iba a hacer. O por lo menos de manera perfecta —abre los ojos, y su mirada ya no es solo intensa, sino también desesperada. Lo único que escucho es su voz, mezclada con mi respiración agitada y los latidos de mi corazón que me aturden los oídos—. Pero por no aceptar ayuda, te dio un pico de estrés y te desmayaste. Terminaste cayendo en un coma de no sé cuánto tiempo y resultó ser que no éramos tan imbéciles como pensabas. Tuvimos que arreglárnoslas a solas. Wells y yo nos la pasábamos...
— Peleando, ya lo sé —lo corto y al segundo me arrepiento.
— ¿Cómo sabés eso? —me pregunta alarmado y mi cerebro empieza a maquinar una respuesta rápida.
— Finn —susurro avergonzada, pero no aparto mi mirada de él.
Técnicamente, no es una mentira. En los tres días que pasé en Arkadia, él, junto con el resto, me contaron algunas cosas.
La tensión en sus hombros desaparece y sus facciones se relajan. Suspira cansado, pero no se aparta.
— Clarke, ya te perdimos una vez. No necesitamos una segunda —pestañea despacio y no sé cómo reaccionar ante esta declaración.
Siento algo frío en mi cachete: es la mano de Bellamy. Me está acariciando. Bellamy Blake me está acariciando. Bueno, eso sonó muy a cuando el chico de clase que te gusta te mira por más de dos segundos. No me refiero a eso.
Quiero decir, ¿quién iba a pensar que alguien como él tuviera sentimientos? Bueno, eso tampoco ayuda. Me refiero a que nunca pensé que tocaría a alguien más que a Octavia de manera ¿confortante? Creo que ahí está mejor.
Cierro los ojos sin poder evitarlo y mentalmente sigo el ritmo que crea su mano al subir y bajar por mi cara. El que todavía tenga sueño tampoco ayuda. Mi mente me dice que debería separarme y seguir con el plan de buscar a Finn, pero mi cuerpo no obedece a razón. Nuestras respiraciones se calman poco a poco y también siguen el mismo ritmo que su mano.
Por primera vez desde que llegué a la Tierra, siento paz, esa paz que Bellamy describía en su diario. Paz como la que sentía en el Arca cuando Wells era mi mejor amigo y mis dos padres estaban vivos.
Pero, después de un tiempo demasiado corto, dejo de sentir su mano. Al volver a sentir en mi cara el calor del sol que amanece, abro los ojos. Estoy a punto de protestar cuando veo que... ¿Wells está sobre Bellamy?
— ¡Wells! —grito asustada corro hasta donde están— ¡Salí de encima de él!
A pesar de mis gritos y mis intentos vanos de separarlos, recurro a un plan B: lo pateo en el costado. Al segundo me arrepiento un poco al verlo retorcerse de dolor en el suelo, pero mi prioridad es Bellamy y me arrodillo a su lado.
— ¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —mi voz sale temblorosa y veo como intenta regular su respiración. Mi pregunta es un poco tonta, considerando los raspones y rasguños recientes en su cara.
— ¿A vos qué te parece, princesa? —su comentario es sarcástico, pero interrumpido por un gruñido de dolor que se escapa de sus labios.
Él dirige su mano izquierda a su abdomen y veo el porqué: tiene una mancha de sangre bastante importante que le recorre el estómago y que le empapó casi toda su remera y su mano.
— Hay que llevarlo ya mismo al... —pero cuando levanto la cabeza hacia Wells, ya no está.
— ¿De verdad creíste que te iba a ayudar a cargar a la persona que justamente quiere muerta? —me pregunta Bellamy con una sonrisa demasiado ancha para mi gusto. Está intentando esconder el dolor que le provoca la herida.
— Está bien, creo que puedo hacerlo sola. Apoyate en mí —me pongo del lado que no está lastimado y él pasa su brazo derecho alrededor de mi hombros—. Bien. A la cuenta de tres, nos levantamos al mismo tiempo, ¿si? Uno, dos y... tres.
Nos cuesta, a él por la herida y, a mí, porque es el doble de mi tamaño, pero lo logramos y volvemos al campamento. No estábamos muy lejos, pero el que apenas pudiésemos caminar lo complicó.
Al llegar, nos metemos directamente en su carpa. Octavia parece seguir durmiendo y lo mejor es que siga haciéndolo. No puedo ocuparme de dos personas al mismo tiempo ahora.
Lo ayudo a recostarse sobre su bolsa de dormir con cuidado. Todavía no vi su herida, pero por la cantidad de sangre que ya parece haber perdido, no me quiero arriesgar a que empeore por algún movimiento innecesario.
— ¿Tienen algún tipo de botiquín? —le pregunto y él me señala con un movimiento de cabeza su mochila. La abro y, efectivamente, hay un caja de metal no muy grande que hace las veces de botiquín. Al abrirlo, agradezco que esté bastante completo, al menos lo suficiente como para tratar a Bellamy— Necesito que te saques la campera y la remera.
— Princesa, si lo que querías era desnudarme, sólo tenías que decirlo —dice sonriendo mientras me hace caso, sin causarme gracia.
— ¿No podés por un segundo preocuparte por tu integridad física? —saco de mi mochila un frasco que, según Finn, contiene alcohol. Algo es algo.
— ¿Serviría de algo? —intenta sacarse la remera, pero gruñe de dolor al intentarlo.
Suelto la botella y me siento a su lado.
— A ver, dejá que te ayude. Levantá los brazos —al hacerlo, le subo la remera despacio intentando que no se le pegue la sangre, pero, al llegar a su cabeza, tengo que hacer fuerza para poder sacársela.
Por la fuerza del tirón, termino encima de él. Apoyo mis manos a los costados del suelo de la carpa para no aplastarlo, pero de todas maneras nuestros pechos quedan unidos. Siento su respiración en mi cara y, por alguna razón, la mía se acelera.
— ¿Trajiste otra ropa? —susurra, y se me eriza la piel de la nuca. Está muy cerca, tan cerca que sus palabras chocan contra mi boca.
— No. ¿Por qué? —pregunto casi sin aire. Ya van tres veces en pocas horas que lo tengo a centímetros mío y son ya también tres veces que me pongo nerviosa por su cercanía.
— Porque toda tu remera está empapada de sangre ahora.
Tardo unos segundos en procesar y reaccionar a lo que acaba de decir. Me levanto como puedo y veo que tiene razón: está completamente manchada. Me maldigo mentalmente.
— ¡No, no no! —me levanto lo más rápido que puedo y sin pensarlo me la saco. Examino la mancha y efectivamente, la remera ya no sirve. Al menos por ahora. No es que importe realmente si queda bien o no, pero no tengo otra remera y esperar a que se seque la mancha puede llegar a llevarme horas.
— Eh, ¿princesa? —al escuchar su voz entrecortada, lo miro, pero sus ojos no conectan con los míos— No es que no disfrute la vista, pero tal vez quieras taparte un poco.
Abro los ojos atónita al ser consciente de lo que dice y cruzo mis brazos por encima de mi corpiño.
— No es que disfrute de andar por la vida en ropa interior, pero tal vez deberías ¡no mirar! —le tiro mi remera en la cara y él sólo se ríe.
Lo repito, imbécil y pervertido.
— Oye, tranquilo viejo —pero la frase logra sacarme a la fuerza una sonrisa y casi que también me río, pero me contengo.
Aún con los brazos sobre mi pecho, observo su rostro y, aún lleno de heridas y cicatrices, es... lindo. Mi mirada hacia su pecho, su abdomen lleno de sangre con una herida bastante fea...
Esperen, ¡¿qué?!
— ¡La herida! —con toda la distracción de las remeras, me había olvidado por completo. Vuelvo a sentarme a su lado y abro la botella, empapando un pedazo de tela que había en el botiquín con su contenido.
— Ay, pero qué manera de desperdiciar un buen... ¡Ay, no hace falta que seas tan brusca! —grita al momento que la tela toca la herida. Suelto una carcajada por mi pequeña venganza y me mira molesto.
— Y después yo soy la princesita —canturreo tentada.

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora