Capítulo 27

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Capítulo anterior:
Sonríe y deposita un pequeño beso en mi boca, seguido de uno en la frente. Me abraza y esconde su cara en mi hombro.
— Te amo —susurra entre mi pelo, y no puedo evitar sonreír.
Sé que puedo, que ahora si estoy lista y segura.
— Yo también —suspiro cerrando los ojos y abrazándolo más fuerte.

And I willHold you closerHope your heart is strong enough - Through The Dark, One Direction

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And I will
Hold you closer
Hope your heart is strong enough
- Through The Dark, One Direction

— Bellamy —me quejo al intentar pararme pero fracasar debido al agarre de este a mi cintura—, tenemos que avanzar.
— Cinco minutos más —susurra somnoliento.
Luego de quedarnos abrazados por varios minutos, decidimos dormir hasta que volviese el resto. A pesar de que no quería seguir usando la habitación de Adelphos, Bellamy me convenció de dormir acá. La noche se había puesto fría, y tampoco me sentía tan segura a la intemperie. Los guardias podían estar buscándonos todavía.
Siento que asegura su agarre y no puedo evitar reír. No son muchas las veces en las que puedo disfrutar este lado de Bellamy Blake. Este lado tierno y despreocupado, como si nada malo fuera a pasar. Estando así, acurrucados en el piso (porque, aunque hubiese aceptado dormir en la habitación, aún no me siento cómoda durmiendo en la cama), envueltos en mantas y en los brazos del otro, parecemos una pareja cualquiera, incluso normal.
Pero no lo somos, y mucho menos lo es la Tierra, por lo que cada mañana hay que levantarse y vivir un día más. "Un día a la vez" pienso, soltando un suspiro, y recordando lo que me dijo Lincoln al contarme sobre su aldea.
Finalmente, logró levantarme, seguido de un par de quejas de parte de Bellamy. Vuelvo a reírme. De verdad que es adorable.
— ¿Se puede saber qué es lo que te parece tan gracioso? —pregunta tratando de sonar molesto, pero falla terriblemente. Tiene el pelo hecho un desastre y se tapa los ojos con su antebrazo para evitar la luz del sol .
— Nunca pensé que pudieras llegar a ser tan...
— ¿Perfecto? ¿Irresistible? ¿El dios de los besos? —finaliza divertido, con su típica sonrisa arrogante, la misma que utilizaba para convencer a los cien, y mi respuesta no tarda en llegarle: un almohadón vuelva y aterriza en medio de su preciosa cara— ¡Auch! ¡Sólo decía! No es como si te hubieras quejado... ¡Ok, ok! ¡Está bien! ¡Me callo!
Esto último lo grita al ver como levanto otro almohadón. Lo bajo despacio y sigo hablando. 
— Como decía, nunca pensé que podías llegar a ser así.
— ¿Así cómo?
— Cariñoso, tierno —me mira indignado—. ¡Eh, no me pongas esa cara! Cuando nos conocimos, parecías un imbécil presumido, y durante los primeros días no me lo hiciste dudar.
— Puede que tengas razón —admite algo cansado.
Sus ojos vuelven a cerrarse con lentitud y, al cabo de un par de minutos, su respiración se torna pausa, pero constante. Sonrío enternecida y un poco triste al verlo dormir.
Me doy vuelta y camino hacia el baño. Está exactamente igual que cuando conocimos a Adelphos. Vuelvo a llenar el balde con agua del pozo y me meto dentro de la bañera.
Mis músculos se relajan y la tensión parece desaparecer con el toque del agua. Me estremezco por lo helada que está. El día había amanecido no tan caluroso como la última vez que estuvimos acá. Pero necesito este baño, por lo que sumerjo la cabeza y me quedo debajo del agua por varios segundos. Cuando saco la cabeza fuera nuevamente, me siento en la bañera con el resto del cuerpo sumergido, por un buen rato mientras que recupero el aire perdido.
El agua era un recurso muy escaso en el Arca y mucho más los baños. Otra cosa más para agregar a la lista de cosas que me gustan de la Tierra.
Miro las paredes manchadas por el paso del tiempo y recuerdo la celda de Polis. Tengo que volver. Sola o acompañada, da igual. Necesito hablar con Heda y terminar de una vez por todas estas guerras absurdas. Sé que ni Bellamy ni Lincoln me van a dejar, pero Octavia... no estaría tan segura. Sé que ella fue la primera en oponerse a mi idea, pero no sé si es por ese brillo intenso en sus ojos o su energía desbordante que sé que se muere de ganas por devolver el mismo trato que ella y el resto recibimos.
Mi primer problema es cómo me voy a escapar de Bellamy. Desde que salimos de Polis, no me pierde de vista ni por un momento. Ni siquiera dejó que Finn se quedara conmigo.
Salgo de la bañera y me pongo la misma ropa que antes. Cepillo un poco mi cabello con mis dedos, con la esperanza de desenredarlo aunque sea un poco, y miro mi reflejo en el espejo.
Tengo un par de raspones en la cara, pero nada demasiado grave. La herida que me hizo el guardia de Polis está sanando bien y, aunque me gustaría que no dejara marca, sé que, con todo el sol que vengo recibiendo, eso no va a ser posible. Mis ojos parecen aún más celestes que de costumbre y se lo atribuyo al clima. También mi cabello se tornó más oscuro, pero todavía brilla. En vez de ser rubio casi ceniza como antes, ahora es de un dorado fuerte. Supongo que por el sol y lo que pueda llegar a tener el agua, no sé.
Salgo del baño y veo como Bellamy se está vistiendo. Se voltea y sonríe.
— Buenos días, princesa —se termina de poner las botas para caminar hacia mí y me saludarme con un beso. Le devuelvo la sonrisa al separar nuestros labios.
— Buenos días —digo aunque los nervios me están matando: ya sé que es lo que tengo que hacer.
Lo beso y él responde feliz. Mete sus manos dentro de mi remera y acaricia mi espalda. Los escalofríos y el calor dificultan aún más mi tarea, pero tengo que hacerlo: está lo suficientemente distraído.
Mientras que con una mano acaricio su cabello aún despeinado, con la otra lo pincho en el cuello con la aguja del botiquín que antes de salir del baño empapé con algo parecido a cloroformo. Vacío todo el contenido, no puedo arriesgarme a que se despierte antes de que esté lo suficiente lejos. En segundos sus piernas pierden fuerza y lo atajo, como puedo, antes de que su cuerpo caiga pesadamente sobre el suelo.
Lo arrastro hacia las mantas y lo recuesto ahí. Verlo tan tranquilo ya no me causa ternura. Me da miedo. Me doy miedo. ¿Hasta dónde estoy dispuesta a llegar? ¿Vale la pena sacrificar la relación con la persona que más quiero por salvarnos la vida a todos?
Le doy un pequeño beso en los labios y le acaricio el pelo.
— Que nos volvamos a encontrar —susurro al borde de las lágrimas. Siento bronca por verme obligada a traicionarlo, y la verdad es que sé que si no me lo perdona, va a estar en todo su derecho. Pero lo prefiero vivo y odiándome, que muerto por amarme.
Agarro mi mochila y salgo del negocio, mirando en dirección al bosque. Sigue sin haber rastro alguno de Octavia, Lincoln o Finn. Me preocupa, pero también me da la oportunidad perfecta para irme. 
Tomo aire. No puedo negar que estoy nerviosa (¿cuándo no lo estoy últimamente?) y que una voz adentro mío grita que esto está mal, muy mal. Hacerlo a escondidas y sin refuerzos está mal, pero no tengo opción. Sé que es una misión suicida, pero si Heda no se deshizo de nosotros antes, es porque tiene un motivo para querernos vivos. Eso me da la esperanza de que tal vez, solo tal vez, haya posibilidad de resolver esto sin más muertes de por medio.
Me pongo la capucha y estoy a punto de empezar a caminar cuando me doy cuenta de que no tengo ningún tipo de arma. Puedo que quiera resolver las cosas de manera civilizada, pero no soy tan ingenua: es muy probable que en algún momento pueda llegar a necesitar defenderme. Está más que claro que no puedo entrar a Polis con una pistola, sería demasiado obvio y llamativo, además de que estoy intentando terminar con las diferencias, no seguir remarcándolas. Vuelvo a meterme en el negocio para conseguir alguna espada. Busco con la mirada la pared llena de armas que vi la primera vez, pero ya no está. Parece como si se hubiera esfumado como por arte de magia. Pero no tengo tiempo para especulaciones y teorías ahora. El resto podría volver en cualquier momento.
Busco en las estanterías y adentro de varios baúles. Los abro uno por uno hasta que encuentro una espada similar a la de Octavia, aunque un poco más chica, como del tamaño de mi antebrazo. Por suerte, no se parece en nada a la Primer Espada, aunque el solo hecho de sostenerla me recuerda la muerte de aquel guardia en la puerta de Polis. Sacudo mi cabeza, tratando de sacar de mi mente aquel pensamiento. Necesito tener la mente despejada para lo que estoy por hacer. Sin emociones ni distracciones de por medio. Sin culpa.
Al volver a salir, miro otra vez hacia el bosque, antes de adentrarme en él. Sigue sin haber señal del resto. Inhalo y exhalo varias veces. Miro hacia atrás y dejo escapar de mis labios un suspiro, derrotada. Guardo en mi mochila la espada y me la acomodo sobre el hombro. Comienzo a caminar y el bosque, iluminado por la luz de la mañana, se abre paso ante mis pisadas firmes. Mantengo los ojos y oídos atentos. Podría aparecer un ciervo de dos cabezas, como también un terrestre, o alguno de los chicos. Además, sigue estando la posibilidad de que la guardia de Heda todavía nos esté buscando. Ya pasó todo un día, pero nunca se sabe. ¿Qué pasa si justo ahora que te fuiste encuentran a Bellamy inconsciente? No va a poder escap...
No. No puedo pensar en eso ahora. Solo puedo rogar que no le pase nada, que los demás lo encuentren sano y salvo. "Las cosas que hacemos para sobrevivir no nos definen". Intento repetir esa frase las suficientes veces como para creerla.
Un ruido de pisadas me saca de mis pensamientos. Miro a mi alrededor. Con cuidado, saco la espada de la mochila (como me hubiese gustado no tener que sacarla tan pronto) y la aferro a mi mano con fuerza. Vuelvo a mirar. Nada. Suspiro, aliviada. Tal vez si fue un ciervo de dos cabezas...
Pero no, no lo es.
Delante de mí, una figura emerge entre los árboles. No puedo ver su rostro, pero lo conozco tanto que sé perfectamente quién es.
— ¿Wells?
— Clarke —trata que su voz suene igual de sorprendida que la mía, pero no lo logra. Él sabía que yo estaba acá.
— ¿Qué hacés acá?
— Sobrevivo —su voz suena ronca y por fin puedo comprender porqué no podía ver su cara: está cubierto desde la nariz hasta el mentón.
— ¿Por qué el...?
— ¿Pañuelo? A veces los animales pueden ser peores que los terrestres, aunque parezca imposible —se da cuenta de que no estoy muy convencida, por lo que continúa—. Estaba cazando una pantera y se supo defenderse, pero la historia tiene un final feliz. Bueno, no para ella.
— Wells, dejá de dar tantas vueltas. ¿Qué haces acá? ¿Me estás siguiendo? —recuerdo la última vez que lo vi e inmediatamente me tenso—. Bellamy no está conmigo, si lo que queres es vengarte o cual sea tu problema con él.
— Demasiadas preguntas —chasquea la lengua, divertido. ¿Pero qué le pasa...?—. Si, si te estoy siguiendo. No me importa el idiota de Blake, se puede ir al carajo, al infierno, a dónde más le guste.
— Seguís sin contestar mi otra pregunta —ya estoy perdiendo la paciencia, por no mencionar el tiempo. No sé qué me molesta más: él, con sus estúpidos juegos, o que yo le siga prestando atención. Su cambio de actitud me impacta y mi curiosidad me pide a gritos que descubra el porqué de ello.
— ¿Sabés? Te puedo ayudar a entrar a Polis —suelta de la nada, haciéndose el indiferente.
— ¿Cómo? —pregunto, intentando ocultar mi temor. ¿Cómo sabe que voy a Polis? Puede que sólo esté tratando de distraerme, pero si realmente puede ayudarme, a pesar de que ya no estoy tan segura de confiar en él, un par de manos más no me van a venir mal.
— Debido a cómo me visto y mi cicatriz, piensan que soy un terrestre más. Aunque, entre nosotros, el trigedasleng si que costó. Todavía tengo un poco de acento —comenta riéndose, pero, al ver mi expresión seria, se recompone, aunque sin dejar de sonreír—. De vez en cuando voy a Polis a intercambiar los animales que cazo por lo que sea que necesito. Podrías entrar conmigo.
Un escalofrío me recorre la espalda. Sin saber porqué, la última frase me da unas terribles náuseas. ¿Desde cuándo me cuesta tanto estar cerca de él? Es decir, si, lo odiaba por lo que le había hecho a mi padre, pero durante los primeros días en la Tierra, la convivencia no había sido tan mala. Pero el solo pensar en que casi mata a Bellamy... No, ese no era el Wells que yo conocía. La Tierra lo había cambiado, y dudaba que fuera para bien.
— ¿Y? ¿Qué decís, princesa? —las nauseas aumentan y puede que mi rostro lo refleje, ya que sonríe triunfal.
— No me llames así —le respondo de manera brusca—. Está bien, acepto tu propuesta.
— Genial —dice y su sonrisa se ensancha aún más.
Comienza a caminar en la misma dirección que yo lo hacía. Exhalo, nerviosa, todo el aire contenido en mis pulmones. No me queda otra que seguirlo. Mi subconsciente me repite constantemente que, si ya todo mi plan era malo, el llevarlo a cabo con Wells lo vuelve pésimo.
De repente, se vuelven a escuchar ruidos similares a pisadas en lo profundo del bosque. Por unos segundos, creo que quizás sea el eco de nuestras pisadas, pero Wells me confirma que no. Se frena y su postura totalmente relajada desaparece, siendo reemplazada por una de alarma. Aunque está de espaldas a mí, noto como sus hombros, e incluso su mandíbula, se tensan. Mira para todos lados, pero no creo que logre ver algo. Los árboles y arbustos son muy espesos, y dejan mucho a la imaginación.
— Mantenete... —empieza él, al darse vuelta y caminar hacia mí, cuando algo lo detiene.
Un grito.
Mi grito, para ser más específicos.

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora