Capítulo anterior:
— ¿Sus cambios de humor son así de constantes siempre o solo cuando viaja en el tiempo? —le pregunto a Sam, a lo que él se ríe. Dean finge estar ofendido, aunque sé perfectamente que a él también le causó mi pregunta.
— Eso depende de a dónde viajemos —Sam me guiña el ojo y yo suelto una carcajada.
Acto seguido, Sam se soba el brazo adolorido y Dean es quien ríe luego de haber golpeado a su hermano.
Tal vez no sean tan mala compañía.Maratón 1/9
Just think of the future,
And think of your dreams.
You'll get away from here,
You'll get away eventually.
- Future, Paramore— Eso dolió —se queja Dean luego de ajustarle un poco más las esposas. Cuento hasta cinco para no reírme en su cara y escondo la mía entre mi cabello para que no lo note.
— Dejá de llorar, Dean —termino con él y reviso las de Sam—. Para ser un cazador, sos muy blandito.
Mientras nos preparábamos, los chicos me habían contado a qué se dedicaban. Me costó creerles, pero el saber que habían viajado en el tiempo hizo que su trabajo pareciera menos descabellado.
Según ellos, eran cazadores de todo lo que fuera sobrenatural: fantasmas, demonios, criaturas de mitos y leyendas. Eran amigos de un ángel (por eso sabían sobre el enoquiano), y aliados de un demonio. El Rey del Infierno, para ser más precisos.
Obviamente que los miré como si fueran dos locos. Y con razón: eran aliados de lo que cazaban. Simplemente no tenía sentido.
— Es una historia muy, muy larga —se había limitado a decir Sam, por lo que decidí no volver a preguntar.
— No soy un cazador, soy un Winchester. Sobreviví a prácticamente todo —dice guiñándome el ojo.
— Entonces, supongo que vas a poder sobrevivir a mis esposas —le digo sonriendo, y Sam se ríe, por lo que Dean lo mira molesto—. Bien, vamos.
Empezamos a caminar, cuesta abajo. Tardamos bastante más de lo que pensé. Agradezco que ya sea completamente de noche, porque no podemos darnos el lujo de que demasiados terrestres nos vean.
Al llegar a la enorme puerta que da entrada a la ciudad vemos que los guardias que la vigilan parecen dormidos. Pero, al acercarnos un pocos más, inmediatamente vuelven a sus posiciones.
— ¿Chit laik yu doing hir? —genial, lo que nos faltaba: que nos hablen en trigedasleng. ¿Cómo no se me había ocurrido?
Ok, Clarke, usá la cabeza. La mayoría de sus palabras provienen del mismo idioma e, incluso, tienen el mismo sonido. Tal vez preguntaron algo sobre qué estamos haciendo.
No tendría que ser tan difícil decirles que quiero ver al Comandante.
— Este... Ai want kom... see Heda —inevitablemente, suena más como una pregunta que como una afirmación.
— ¿Por qué?
¿Cómo es que Lincoln había llamado a los prisioneros? Ah, si.
— Honon —digo, señalando a Dean y Sam, quienes ponen sus mejores caras de poker. Los nervios me traicionan y sonrío un poco al ver a los hermanos ser tan buenos actores.
Lamentablemente, no logro ocultarlo a tiempo y los guardias se dan cuenta.
— Yu laik Klark Kom Skaikru —dice señalándonos con sus lanzas.
— Perdón, pero no entiendo ni una sola palabra de lo que... —no puedo terminar de hacerme la tonta, ya que Dean está prácticamente arriba de uno de ellos. No sé en qué momento logró sacarse las esposas.
— ¡Clarke, atrás mío, ahora! —me grita Sam antes de correrme y salvarme del otro guardia.
Este trata de clavarle su lanza, pero Sam consigue agarrarla en el aire y partirla en dos. Pero, en el momento que lo hace, recibe un puñetazo en el estómago que lo desestabiliza casi por completo al no haberlo visto. Da unos pasos involuntarios hacia atrás a causa del desequilibrio, y choca conmigo. El guardia saca de su cinturón un cuchillo.
— ¡No! —escucho a Dean gritar desde un costado, donde está prácticamente matando a golpes al otro, y corre hacia Sam, interponiéndose entre él y el arma.
Grito, temiendo por sus vidas, y quiero hacer algo, lo que sea, pero el guardia del que Dean supuestamente se había encargado, se levanta. Se recompone en instantes y saca una navaja. Agarro tan rápido como puedo la Primer Espada y camino (más que caminar, corro) hacia él. Me ve venir y trata de clavarme su arma en el cuello. Intento correr mi cara para esquivarlo, pero no soy lo suficiente rápida. La navaja de todas maneras me hace un corte en el pómulo izquierdo. Me arde horrores y siento como un hilo de sangre cae de él, pero no me distraigo.
Lo pateo en el estómago y consigo derribarlo,pero no tarda nada en recuperar el aliento.
— Por favor... —le ruego—. No es necesario que peleemos. Todo se puede arreglar hablando...
— Jus drein jus daun —masculla en su idioma, pero con suficiente odio y amargura en sus palabras como para que lo escuche.
Se lanza sobre mí, pero no logra hacerme nada. Ahogo un grito y las lágrimas resbalan por mi rostro al ver como se desploma frente a mí. Miro su herida en el estómago y luego mi espada, con la hoja llena de sangre, en mi mano.
Escucho un grito y levanto la cabeza. El otro guardia me mira con ira y, al intentar correr hacia mí, Dean logra noquearlo.
Sam me mira preocupado, aunque Dean, al hacerlo, parece más angustiado que su hermano.
— Clarke... —susurra Sam, acercándose lentamente.
— Lo maté... —consigo hablar pero el nudo en la garganta se intensifica al hacerlo.
— Clarke, no tenías opción —dice Dean y se acerca, quitándome con cuidado la Primer Espada.
— Podría haber corrido... Ay, no —siento que me caigo, pero ambos hermanos me sostienen de los costados—. Ese hombre podría tener familia, amigos...
— Clarke, no lo hagas —suplica Dean y, después de hacerle una seña a su hermano, me alza.
— ¿Qué? ¿Culparme? Ya es tarde. Tan tarde como para traerlo de vuelta.
"Después de matar por primera vez, de llevar un alma al infierno o al cielo, no te podés retractar ni dejar que la culpa te persiga eternamente, porque no hay manera de que la puedas recuperar."
— Aunque hubieras corrido, él te habría alcanzado en segundos —dice Sam mientras esconde los cuerpos.
— Él solo estaba protegiendo su ciudad —digo y creo que ya no puedo hablar más.
Me duelen los ojos de llorar, la garganta por el nudo, y creo recordar que tengo un corte en la cara. Siento los ojos pesados, muy pesados...
— Wow, wow. ¿Clarke? —me llama Dean al ver que cerré los ojos— No te desmayes. No podemos parar ahora.
— Dean —lo regaña Sam, pero el rubio permanece firme.
— Lamento desilusionarlos, pero el otro guardia podría despertarse en cualquier momento e informar lo que pasó, por no mencionar que aún no sabemos ni dónde están los amigos de Clarke.
— Tiene razón. Hay que continuar —trato de librarme de los brazos del cazador y pararme, pero mis piernas siguen sin fuerza y trastabillo, por lo que Dean vuelve a sujetarme.
— Wow, tranquila —me ayuda a sentarme en el piso.
— No, ni hablar —dice Sam y me escanea superficialmente, para luego mirar a su hermano—. No puede en este estado.
— Tengo un plan —dice Dean luego de unos minutos de silencio—. Entramos, nos escondemos en algún rincón y esperamos hasta recuperarnos un poco. Es mejor ya estar adentro. Cuando se corra la voz, van a reforzar la seguridad y va a ser más difícil entrar. Ya bastante nos costó con dos guardias.
Sam suspira exasperado y se agacha para mirarme.
— ¿Clarke, estás de acuerdo?
— ¿Qué otra opción tenemos? Son mis amigos de quienes estamos hablando.
Vuelve a suspirar y se para. Dean me levanta y me alza estilo princesa. Princesa. Genial, justo ahora me tenía que acordar de ese apodo. La realidad es que en ningún momento desde que conocí a los chicos me había puesto a pensar realmente en mis amigos. En Bellamy. Me imaginé un cuarto oscuro, como una celda, y todos sentados, formando un círculo. Bell está en el medio. Guardias lo golpean. Octavia llora. Finn se retuerce en sus esposas, pero es inútil: no puede hacer nada. Lincoln trata de dialogar con ellos, en su propio idioma, como si eso lograra algo. Pero los terrestres solo tienen un lenguaje y es la violencia.
Se me escapa un sollozo y Dean me mira, preocupado.
— Sh, ya va pasar —me susurra sin mirarme. Los hermanos caminan pegados a la muralla de la cuidad, con la esperanza de que, con la poca luz de la luna, no nos descubran—. Tenías que hacerlo
— No es solo eso —digo mientras me limpio como puedo algunas lágrimas con la mano contraria a la que me sostengo de él—. Es que... todo este tiempo... ellos podrían estar siendo torturados...
— Yo creo que la única que está siendo torturada ahora mismo, sos vos —me dice y lo miro confundida. Me mira y parece sorprendido—. ¡Y si!, si no dejas de echarte la culpa por todo.
— ¿Alguna vez te pasó? —de repente la curiosidad es más fuerte que el dolor. Necesito escapar de mis pensamientos, de mí misma, por un rato.
— ¿El haber matado alguien? En eso consiste mi trabajo, rubia —me guiña el ojo divertido y yo ruedo los míos.
— No, el haberte torturado con culpa por haberle hecho mal a alguien, aunque haya sido involuntariamente.
— En eso consiste mi trabajo, rubia — vuelve a repetir, pero su sonrisa ya no es divertida, sino más bien amarga.
Y la curiosidad termina siendo reemplazada por tristeza. No me imagino por todo lo que deben haber pasado estos chicos como para que sus miradas reflejen tal derrota. Como si por cada vez que ganaran, que salvaran al mundo, se hubiese perdido a sí mismos.
— ¡Eh, encontré algo! —susurra Sam, llamando nuestra atención, y Dean nos lleva hasta donde está.
Al vernos ya a su lado, abre una puerta entra las paredes de la muralla. Al entrar, está todo oscuro, por no mencionar que solo son escaleras que conducen hacia otra puerta.
Sam saca algo de su bolsillo y, al apretar un botón, se enciende una luz blanca.
— ¿Qué es eso? —pregunto mientras levanto la cabeza, para poder verlo mejor.
— ¿Acá no tienen celulares? —pregunta extrañado Dean y yo frunzo el ceño.
— ¿Eso es un celular?
— ¿Cómo son acá?
— Acá no existen. Tampoco en el Arca. Pero ahí teníamos algunos archivos de multimedia, como películas, series, documentales, partidos y alguna que otra publicidad. Recuerdo que una era de celulares, pero no se parecía en nada a eso. Ese era flexible y se adhería al antebrazo.
— ¿Arca? ¿Archivos multimedia? Creo que alguien tiene mucho por explicar todavía.
— Y lo voy hacer —les aseguro—, con mis amigos a salvo y de camino a Adelphos.
Sam alumbra con su celular y, para nuestra suerte, la otra puerta también está abierta. Al entrar, Dean me deja sobre el suelo.
— ¿Segura que ya te podes parar? —me pregunta algo preocupado con sus brazos aún alrededor mío, aunque sin tocarme para no hacerme sentir incómoda.
— Estoy bien, gracias —le sonrío para tranquilizarlo y parece funcionar. Miro a mi alrededor, asombrada—. ¿Qué es este lugar?
Juntos con los chicos, lo recorremos. Camino despacio, no solo porque aún estoy débil, sino también para poder admirar las pinturas plasmadas en las paredes. Representan distintas situaciones, muy parecidas a las de la clase de Historia.
Sam saca algo a lo que llaman encendedor y prende todas las antorchas. Ok, si antes estaba asombrada, que alguien me agarre porque ahora si que me desmayo.
Es una sala de trono. En el centro hay una gran silla de madera revestida con algún metal que no logro identificar, al igual que las armaduras que se encuentran a los lados. Siento que estoy en medio de una obra de Shakespeare.
Hay es una nave pequeña a un costado de todo, prácticamente oculta. Al acercarme para admirarla mejor, veo que está mayormente quemada, seguramente por el ingreso a la atmósfera.
Trato de abrir las puertas de esta, pero me es imposible. Aunque otra cosa es la que más llama mi atención al volver a concentrarme en la nave en sí. Una palabra, cinco letras: Polis.
No sé porqué, pero, al leerla, no solo me significa el nombre de la ciudad. Me recuerda a algo más, aunque no sé a qué.
— ¿Encontraste algo? —prácticamente pego un salto al escuchar la voz de Sam detrás mío.
— Nada, es solo esta nave vieja —le respondo restándole importancia al asunto y señalando el artefacto—. Creo que podría ser del Arca. Es decir, el metal es el mismo y creo haber visto el diseño antes.
— Ajá —susurra para sí mismo y alumbra mejor toda la nave con su celular—. ¿Pudiste ver qué hay adentro?
— No. Traté de abrir las puertas, pero me fue imposible.
— A ver, permitime —me hago a un lado y él tira de una especie de palanca para abrirla. Le cuesta un poco, pero finalmente lo consigue—. Voilà.
— Gracias —le agradezco divertida y miro hacia el interior. Para mi desilusión, no hay casi nada. Aparte de los tableros, no parece haber ni un traje o pertenencias que pudieran darnos una pista mísera de quién es dueño de esta nave o por qué está en Polis.
— ¿Algo? —pregunta Sam, esperanzado.
— Nada —respondo desilusionada.
— A ver, dejame fijarme con el celular —acto seguido, se mete dentro de la nave.
— ¡Eh, vengan a ver esto! —se escucha el grito de Dean. Sam trata de salir, pero lo detengo.
— Vos seguí con esto. Yo voy a ver qué quiere.
Él solo asiente y sigue con lo suyo. Al acercarme a Dean, este me mira y me señala una pintura en particular. La miro maravillada. Es la silueta de un hombre, con una alas enormes negras. Sobre él hay una luz y a su alrededor, gente. Debajo se vuelve a mencionar la palabra Polis.
— ¿Es eso acaso..?
— Un ángel —termina él por mí, y me mira esperanzado.
— Eso quiere decir que hay manera de que ustedes puedan volver.
— ¡Exacto! Así que, después de ayudarte, solo tenemos que encontrar a este ángel. Tal vez ni sea necesario ir con Adelphos —me mira, feliz. Sus ojos reflejan un fe que antes no estaba—. Clarke, acabo de encontrar el camino a casa.~
Perdón por no haber hecho el maratón, pero la semana pasada fue la última de clases y me había olvidado que tenía millones de exámenes.
Así que, ahora sí, oficialmente empieza ¡empieza el maratón número 2!
ESTÁS LEYENDO
Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1
FanfictionGanadora de los premios #The100Awards 2016 en la categoría Público "Mejor fanfic Bellarke" Sus diferencias son abismales. Ella es hija de diplomáticos, de personas importantes, gente que forma parte del Consejo. Ella es una princesa. Ha vivido toda...