Ganadora de los premios #The100Awards 2016 en la categoría Público "Mejor fanfic Bellarke"
Sus diferencias son abismales.
Ella es hija de diplomáticos, de personas importantes, gente que forma parte del Consejo. Ella es una princesa. Ha vivido toda...
Capítulo anterior: Las puertas son abiertas, y yo soy conducida hacia adentro. Es la misma habitación de aquella vez, pero las velas se encuentran prendidas, y el lugar no está vacío. En toda la habitación hay terrestres que murmuran al mirar como camino por la alfombra. El trono, que en aquella noche se encontraba sin poseedor, se encuentra ocupado. — Bienvenida, Klark kom Skaikru —la voz de Heda es grave, solemne. Aún así creo distinguir en su tono un dejo de diversión—. Finalmente nos conocemos.
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어떤이유도 어떤변명도 지금내겐용기가필요해 (TRADUCCIÓN: Cual sea la razón Cual sea la excusa Lo que ahora necesito es coraje) - 시작 (Start), Gaho
Con que así es como luce Heda. En mi mente, admito que "imponente" fue uno de los adjetivos que imaginé que describirían al comandante de Trikru, lo cual confirmo al tenerlo frente a mí. En mi mente. Mi cara expresa quietud, o al menos eso espero. — Lamento que estas sean las formas en las que nos conocemos —su manejo de nuestro idioma es perfecto, mejor que el de Lincoln. Hasta pareciera que es su lengua natal—, pero no me dejaste mucha opción. Okteivia no logró cumplir su parte del trato, y tengo la sensación de que tuviste algo que ver con eso. Su pronunciación de nombres, sin embargo, parece aferrada al trigedasleng. Frunzo el ceño, desconcertada, hasta que... "Esto no era parte del trato que logré con Heda." En su momento, no le había preguntado a qué se había referido la morocha. Los últimos días, horas, habían sido los más intensos de mi vida, y mientras que en su mayor parte había intentado y logrado tomar decisiones de manera lógica, aun así había cosas que se me había escapado. — ¿Qué trato? —mi voz suena tranquila, pero siento que mis manos empiezan a temblar y no puedo esconderlas al tenerlas atadas de frente. — Pensé que para haber roto su palabra, al menos lo habría hecho por completo. El trato, Klark kom Skaikru, fue Skaikru a cambio de la protección de su familia y amigos. La traición duele. Pega directo en el pecho, y se siente como una piedra enorme en la base del estómago. Octavia es una de nosotros. ¿Cómo pudo dejar, vender, todo por solo un grupo de personas? Las lágrimas empiezan a llenar mis ojos, pero pestañeo con la esperanza de aclarar mi vista. — Mentira —y esta vez mi voz sale sin aire, quebrada, dejandome expuesta a lo afectada que me encuentro. Una parte de mí es consciente de que probablemente soy más transparente de lo que quisiera. — Te propongo un trato. Quiero gritar. Porque la palabra ya sabe amarga, y nunca va a volver a sonar bien. Pero no puedo rendirme, no ahora. Esta guerra termina hoy. — ¿Un trato? —parezco haberlo tomado por sorpresa, lo cual me alivia. Por un momento aquel hombre cuyos ojos reflejan una vida entera de lucha parece no tener respuesta correcta a lo que digo. — Sí, como el de Octavia, pero sin sangre de por medio. Mi propuesta no parece gustarle, y su semblante se vuelve serio. — Jus drein jus daun, Klark kom Skaikru. No puedo ignorar los errores de tu gente. — Y yo tampoco debería ignorar los de la tuya, Heda. Pero la única manera de terminar esta guerra es poniéndole un fin. Si seguimos matandonos, el ciclo de sangre nunca va a terminar. — Así no funcionan las cosas en la Tierra. Me obligo a tomar aire, a tragar los gritos que quiero dejar salir desde que entré en esta habitación. — Cambios, Heda —la voz no me tiembla y me siento orgullosa de mí misma—. Hasta hace algunos meses, la Tierra no contaba con Skaikru. Si no estamos dispuestos a ceder y realizar cambios, vamos a terminar extinguiéndonos. Otra vez. Parece razonarlo antes de volver a hablar. — Muy bien, te escucho. Bien, un primer paso. Siento que la sala se hace cada vez más chica, y aunque se encuentra llena de gente, parece que solo estamos Heda y yo. — El trato con Octavia requería una entrega, ¿no? Pues haremos lo mismo. Cada parte entregará algo preciado para sí. La otra parte, quien reciba el bien preciado, deberá cuidar lo que se le entrega. Su risa hace eco al reírse las demás personas en la sala. — ¿Y cómo esperás que resolvamos una guerra con regalos y perdón? — Si lo querés ver así, está bien. Pero lo que propongo va más allá de eso. Entregar algo de valor para uno simbolizaría estar depositando la confianza en que la otra parte atesorará de la misma manera aquello que se da. — Esperás que confiemos ciegamente en ustedes —asiento. — De la misma manera que nosotros lo haríamos. — Muy bien. Vas a tener que darme tiempo para que pueda debatirlo con los jefes de las demás tribus, como también supongo que vas a necesitar hablarlo con tu gente. — Estoy de acuerdo. — Pero tampoco te puedo dejar ir sin más. Voy a necesitar algún tipo de... garantía, para asegurarme de que no estás simplemente intentando escapar —aún sentado en su trono, Heda se lleva el dedo índice al labio. Pero no está pensando ni debatiéndose nada. Tengo un mal presentimiento. — ¿Qué proponés? — Tengo como prisionero a alguien que parece conocerte, Klark. Al terminar de pronunciar aquellas palabras, las puertas por las que yo había entrado minutos antes se abren a espaldas mías. Me giro. Siento un nudo en la garganta, y mi confianza se desvanece. Antes de que pueda evitarlo, su nombre se escapa de mis labios: — Bellamy... Intento llegar a él, pero guardias me lo impiden. — ¡¿Qué le hiciste?! —la pregunta es dirigida hacia Heda, pero mis ojos siguen fijos en Bellamy, en su rostro cubierto de sangre. — No todos los prisioneros tienen derecho a los mismos tratos, Klark. Tu... amigo, novio quizás, atacó a varios guardias. No podía no ser castigado. — ¿"No podía"? Ustedes... son... ¡son unos salvajes! El rostro de Heda, aunque nunca se mostró suave por completo, ahora se endurece. — Nuestras tribus se rigen por reglas. Que ustedes, Skaikru, gente que cayó del cielo, exigiendo una tierra que ya no les corresponde, no las entiendan, no nos hace salvajes. Los salvajes, a nuestros ojos, lo son ustedes. Lo es él, que atacó a nuestros guardias. El sollozo se escapa antes de que pueda evitarlo y las lágrimas caen sin importarles el esfuerzo que puse en evitar llorar. Sigo mirando a Bellamy, que no parece estar lúcido. No desmayado, pero tampoco consciente de sus alrededores. — Pero volviendo a lo que nos compete —reanuda la conversación el comandante de los terrestres, y me giro para encontrarme con que recuperó su sonrisa cínica—, él es nuestra garantía. Tanto vos como tu compañero son libres. Vos, de volver a tu gente y regresa a Polis con una respuesta. Él... bueno, tendrá que pasar unos días con nosotros. De todas maneras, todavía no entiendo cómo es que te ganaste tanto la confianza de un terrestre como para convencerlo que te acompañe en tu cruzada. Sus palabras me confunden. ¿De quién está hablando? Claramente sabe que Bellamy es de los nuestros, entonces... Las puertas se abren nuevamente, y aunque no lleva la cara cubierta de sangre, Wells tampoco se encuentra en el mejor estado. — Tranquila, Klark —escucho que dice Heda, su tono vibrante, como si la situación lo divirtiese—. Como te expliqué, tanto él como vos pueden volver por donde vinieron. Cuando la decisión de aceptar el trato o no sea tomada, se te hará saber. Sé que lo que dice tiene sentido, pero sus palabras retumban vacías en mi mente. Nada me parece bien, lógico, si tengo que dejar a Bellamy atrás. Todo lo que hice, de alguna manera, siempre fue por él, para poder tener una vida con él. Y aunque no me arrepiento de haber venido a Polis para lograr terminar con toda esta locura, sí desearía retroceder en el tiempo y confiar en él. Se lo debo. Es por eso que las palabras que salen de mi boca en respuesta a Heda son las más seguras que digo desde que entré en la sala de trono. — Soltá a Bellamy. Yo voy a ser la garantía.
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Ya sé, ya sé, soy una mentirosa jsjsjs. Espero que POR FIN me digne a terminar este fic. Gracias a todos/as que estuvieron aún así bancándome todo este tiempo. Se aprecian mucho los votos y comentarios :)