Capítulo 14

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Capítulo anterior:
Poso mis ojos en la cama y sin pensarlo demasiado, apoyo la muda de ropa que me dio el terrestre sobre una mesa de noche que hay al lado, mientras yo me recuesto sobre las sábanas de pieles.
Escucho el sonido de agua fluyendo pero, antes de poder darme cuenta de qué eso o de dónde proviene, me quedo dormida.

Maratón 2/3You said there's only one place left to findTogether we can save the world tonight Get ready for it- Get Ready For It, Take That

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Maratón 2/3
You said there's only one place left to find
Together we can save the world tonight
Get ready for it
- Get Ready For It, Take That

Me despierto a causa de los rayos de sol que entran por el techo. Me duelen los párpados, no sé si por cansancio o por la luz.
Trato de moverme, pero siento un brazo que me rodea la cintura. Abro los ojos, molesta, y me giro para ver al culpable del agarre. Bellamy tiene el pelo mojado (seguramente el agua que escuché anoche era que él se estaba bañando) y unas ojeras enormes por debajo de sus ojos. Pero, aún así, las facciones de su cara están relajadas e incluso creo ver la comisura de sus labios levemente levantada, como si estuviera por sonreír.
Sonrío con ternura. El que ayer no hubiésemos terminado el día en los mejores términos no quiere decir que no me guste despertarme así.
Le acaricio el pelo suavemente, y se remueve en sueños. Murmura algo aún dormido que no llego a entender qué.
Lo beso y, con cuidado para no despertarlo, me libro de su agarre. Me destapo, me siento al borde de la cama y miro a mi alrededor. El sol brilla de tal manera que en ningún rincón de la habitación hay oscuridad. El cielo está celeste y despejado. Al instante estoy de buen humor. ¿Qué puede ser mejor que despertarse al lado de un morocho tan lindo con la vista a un día espectacular? Seguramente nada.
Miro por sobre mi hombro para asegurarme de no haber despertado a Bellamy. Para mi satisfacción y encanto, sigue durmiendo como un cachorrito. Ahora que lo pienso, esa comparación no le sienta nada mal. Me río mentalmente al imaginar su reacción si me escuchara llamarle así.
Me levanto de la cama y toco el piso frío, pero da igual: hace calor y creo que no hay nada mejor que andar descalza. En el Arca no era algo normal, y la verdad es que las cosas normales allá ya no me tientan en lo más mínimo al compararlas con la infinidad de cosas absurdas que se pueden hacer en la Tierra. Como, por ejemplo, mirar el sol y que su alrededor sea celeste y no negro.
Camino hasta la puerta y miro hacia el interior del negocio. Al no ver a nadie, supongo que Adelphos no habrá terminado la cacería o se habrá dormido en otra parte. Aún así, me inquieto un poco. ¿Y si le pasó algo? ¿Y si los terrestres lo secuestraron al enterarse que nos dejó pasar la noche? Un escalofrío me recorre la espalda al pensar en el posible estado de Lincoln, Octavia y Finn.
Pero inmediatamente me olvido de todo al ver por las ventanas los árboles, los cuales parecen verse aún más hermosos que ayer.
Corro hacia afuera y río, feliz, por el simple hecho de sentir el pasto mojado por el rocío de la madrugada bajo mis pies. Cierro los ojos y dejo que el viento acaricie mi cara, que está sucia y descuidada por todo lo que pasó los últimos días. ¿Hace cuánto que no me baño? Recuerdo que la última vez fue en Arkadia. Si tan sólo hubiese un río cerca...
El pensamiento es interrumpido al recordar el ruido de agua ayer y el pelo de Bellamy esta mañana. Tendría que darme un baño. Estoy hecha un asco.
Vuelvo a entrar, aunque sin ganas. El paisaje y el día me hacían querer quedarme afuera para siempre.
Al entrar a la habitación, Bell sigue dormido. Camino haciendo el menor ruido posible hacia la mesa de luz, donde anoche dejé mi ropa.
Al agarrarla, camino hacia la otra puerta que tiene la habitación. Debe ser el baño. Al abrir, confirmo lo que pensaba al ver que hay una bañera enorme y un balde al lado. Hay también un pozo por donde sacar agua y un frasco con un tipo de aceite que deduzco que hace las veces de jabón.
Aunque no tengo ni la más pálida idea de lo que estoy haciendo, empiezo a sacar agua del pozo. Tendría que pedirle ayuda a Bell, pero está cansado y se merece estas horas de sueño. Para mi agradable sorpresa, no fue tan difícil como creía y, a los pocos minutos, ya tengo la bañera llena. Dejo a un lado la muda de ropa y me desvisto. Al meterme, ahogo un grito: está helada. Menos mal que hace calor, sino, no podría aguantarlo. Me sumerjo completamente y vuelvo a asomar la cabeza. Cierro los ojos, complacida. El agua ya no parece estar tan fría. Me quedo así unos minutos para después agarrar el aceite. Pongo un poco en mis manos y los paso por mi cara, brazos y piernas.
Mientras lo hago, pienso en todo lo que pasó. No solo desde que desperté, sino desde el principio, desde que unos guardias interrumpieron mi dibujo en mi celda y trataron de ponerme esa pulsera estúpida. Por primera vez, me doy cuenta por primera vez que no la tengo. Supongo que, al llegar el Arca, mi madre me la habrá sacado al ya no ser necesaria.
Me acuerdo también de Bellamy y en sus formas estúpidas de querer llamar la atención. Recuerdo que la primera vez que pude verlo realmente de cerca fue al bajar por las escaleras de la nave y encontrármelo intentando calmar a los cien. Aunque no lo quisiera admitir en ese entonces, si me atrajo desde entonces, aun siendo solo de manera física. Pecas, piel medianamente oscura, ojos marrones y cabello azabache que tanto me encanta, aunque en ese momento llevara un peinado horrible. Nos conocimos de la peor manera: peleando. Estaba a punto de abrir la puerta de la nave cuando le hice un reclamo estúpido. Además, las diferencias de clases no ayudaron a lo largo de la semana.
Pero el encuentro en la nave no es la primera vez que lo vi. Sin darme cuenta, mi mente se encuentra en el salón de Literatura del Arca.
— ...Por lo tanto, tendrán que leer la primera parte de Los Juegos del Hambre: En Llamas para el día miércoles, 24 de... —no pude terminar de escuchar lo que decía la profesora. Una mano tocaba insistentemente mi hombro, con el fin de llamar mi atención.
— ¡Ps, Clarke! —Wells murmuró lo más alto que pudo para que lo escuchara.
— Wells, ahora no. La profesora nos puede ver —contesté en el mismo volumen de voz.
— Es joda, ¿no? Clarke, ¡estamos casi últimos en la fila! —dijo, riéndose lo más disimulado que podía.
— No hace falta que me lo recuerdes.
Estaba enojada. Siempre solía sentarme al frente, donde se escuchaba y veía mejor, pero aquel día una tal Glass y su grupo de amigas habían decidido fastidiarme y se sentaron en nuestros lugares. Ni siquiera les importaba la clase.
— Ya —suspiró él, desilusionado—. Volviendo al tema principal, va a haber un baile hoy.
— Tenemos que estudiar para...
"Tenemos que estudiar" —se burló de mí, imitando mi voz, a lo que yo me di vuelta y lo miré furiosa— ¡Bueno, no te enojes! Es un chiste, nada más. No te vas a morir por no estudiar una noche. Aparte, necesitás distraerte un poco.
— Pensé que no te gustaban esas fiestas —me quejé.
— Hay una primera vez para todo, ¿no?
Y, lamentablemente, acepté. No podía contra aquella sonrisa, no podía contra mi mejor amigo.
— Disculpe profesora, pero necesito hablar con Glass —esa fue la primera vez que lo vi. Asomado por la puerta del salón, llevaba uniforme de guardia, parecido al día que llegamos a Tierra. Y, aunque intentara disimularlo, tenía una sonrisa pícara y los ojos parecían brillarle como faroles, por la diversión que seguramente sentía en aquellos momentos.
Por supuesto que fue todo un evento: un guardia increíblemente guapo pidiendo hablar con Glass Sorenson, la chica más popular y, seguramente, más linda de todo el curso.
Mientras que sus amigas y el resto de la clase cuchicheaba, divertida, la recién mencionada, luego de que la profesora le concediera el permiso, se levantó con aires de superioridad y, con una sonrisa victoriosa, salió junto con Bellamy. Nunca supe de lo que hablaron ni me importó, pero debió ser algo de lo más entretenido para que, a la media hora, la chica volviera con una sonrisa enorme y se sentara a contarle todo a sus amigas, las cuales la esperaban expectantes.
Termino de enjuagarme y salgo de la bañera. Voy a tener que pedirle ayuda a Bell para poder vaciarla porque, si lo intento sola, seguramente termine inundando todo el baño.
Me seco con una toalla que encuentro a mano y me visto. Hay un pequeño espejo y, con ayuda de mi reflejo, me desenredo mi cabello con la ayuda de mis dedos, ya que no pude encontrar un cepillo o algo parecido.
Al salir del baño, veo a Bellamy ya despierto, vestido y sentado en la cama, dándome la espalda. Supongo que se debe estar calzando. Admiro su figura. Tiene una espalda firme y grande. Sus hombros y brazos se muestran musculosos y entiendo porqué decidió ser guardia: cumplía con todos los requisitos. Es inteligente y fuerte. ¿Qué más se puede pedir en un soldado?
— ¿Te vas a quedar mirando o vas a venir a saludar? —no sé cómo se dio cuenta.
Sonrío tontamente y camino hacia la cama. Me subo y me arrodillo detrás de él, pegando mi pecho contra su espalda, posando mis manos en sus hombros. Confirmo mis sospechas: está terminando de atarse las botas.
— Buenos días —le susurro al tiempo que le doy un pequeño beso en el cuello y siento satisfacción al sentir como su piel se eriza.
— Buenos días, princesa —me dice alegre, y se da vuelta para depositar un suave beso en mis labios—. ¿Lista?
¿Cómo no estar lista para lo que sea cuando sé que puedo despertarme así?
— Lista.
Vamos a rescatar a los nuestros. Vamos a rescatar a Lincoln, Octavia y Finn, sin importar qué.

Brave Princess. Rebel Leader. - Saga Black & White | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora