Capitulo 8: Persecución mañanera.

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Me levanté de la cama. Sam aún estaba dormido. Que bien se veía con la boca entre abierta. Ese pensamiento me hizo recordar el sueño de ayer... Vale, ya. Respira, tranquilízate y mantén tus hormonas a raya.

Me vestí y salí a comprar algo para desayunar. Entré en la cafetería. No había mucha gente, casi todos debían de estar durmiendo todavía. Me acerqué al chico que había en el mostrador.

- Hola, ¿me pones un café, un descafeinado y dos bollos de chocolate?

El chico asintió y fue a prepararlo. Me quedé ahí esperando. Tras unos minutos, el chico volvió con todo. Le di el dinero y salí de allí. El móvil me empezó a sonar, no sé como me las arreglé para cogerlo, pero lo hice.

- ¿Sí?

- Emily, cariño.

- Hola, mamá.

- ¿Qué tal estás? ¿Comes bien? ¿Cómo te trata él? ¿Dónde estás? ¿Hace calor? Más te vale no usar eso como excusa para ir medio desnuda por la calle y que te confundan con una mala puta.

- Fingiré que no he oído eso último -ella soltó una breve risa- Estoy perfectamente.

- ¿Qué tal va el bebé? ¿Ya habéis cruzado la frontera?

- Mamá, no estoy embarazada y no estamos huyendo del país.

- Pero si robasteis el banco, ¿eh? Quiero el 25 por ciento o me chivo a la policía.

- ¡Mamá!

- ¿Qué? Me vendría bien, así podría rediseñar tu cuarto.

- ¿Qué? ¡No vas a remodelar mi cuarto!

- ¿Por qué no? Tu habitación es perfecta para montar una sala de gimnasia.

- ¿Me has llamado para preguntarme o decirme algo legal?

- Ah, sí. Al baile vendrás, ¿no?

- No sé, mamá. Ahora mismo andamos algo ocupados.

- Oh, ¿os he pillado en medio de...?

- ¡Mamá!

Toda la gente de la calle se me quedó mirando como si estuviese loca. Me alejé de la calle y me puse a atajar por callejuelas.

- Sam y yo no somos pareja.

- Pero...

- ¡Ni tampoco nos acostamos! -la corté en seco- Solos somos dos amigos, de viaje turístico. Nada más.

- De acuerdo, hija. Te enfadas con mucha facilidad, ¿te lo habían dicho alguna vez?

- Sí, tú, me lo dices cinco días a la semana.

- Tú hazme caso que soy muy sabia.

Resoplé. Oí pasos detrás de mí, me giré y vi a un tío caminando a cierta distancia de mí. Me da mal rollo. Aceleré el paso.

- Oye, mamá, ahora mismo estoy ocupada y te tengo que dejar. Luego te llamo.

- El amigo de Sam se despertó?

Colgué sin tan siquiera responder. Esta madre mía... Me centré en lo importante. Agudicé el oído. Escuchaba mis pasos, seguidos de los del hombre. ¿Por qué demonios hacen callejuelas tan largas? El hombre comenzó a hacer ruidos para llamar mi atención y que me detuviese, consiguió todo lo contrario, aceleré el paso tratando de que no resultase obvio de que en cualquier momento voy a salir corriendo mientras grito para que alguien me oiga.

- Hey, morena -me llamó él. No me detuve- Ven, que nos lo vamos a pasar muy bien.

Ya está. A la mierda todo. Tiré los bollos de chocolate al suelo y eché a correr como alma que lleva el diablo con el café y y el descafeinado en mis manos. Al principio podía oír como él venía detrás mías, pero al cabo de unos segundos, se dejaron de oír.

El hombre como caído del cielo cayó delante mía haciendo que frenase en seco. Me agarró un brazo.

- Vaya, eres más guapa de cerca.

- ¡Bebe café, engendro!

Le reventé ambos envases de bebida en la cara, me soltó y salí corriendo. Él venía detrás mía.

- ¡Socorro! -grité- ¡Alguien! ¡Quién sea!

Me tropecé con mis propias piernas y caí al suelo. ¿¡En serio, Emily!? ¿¡En serio!? El móvil me sonó y lo cogí al momento.

- ¿Dónde estás? -me preguntó un Sam adormilado.

- ¡Socorro, que me matan! -el hombre le pegó una patada a mi móvil y éste se estampó contra una pared- ¡Hey! ¡Ese móvil ha costado tres meses de acoso a mi madre!

Los ojos de ese hombre se volvieron amarillos. Unas grandes garras le crecieron en las manos y unos colmillos empezaron a sobresalir de su boca. Me agarró del brazo y se dispuso a matarme. Seguro que después me arrepentiré de esto... Cuando estuve levantada, le metí un cabezazo. Ambos retrocedimos.

- ¡Joder, como duele! -me quejé.

El tío me lanzó una mirada asesina junto a un gruñido. ¡Hora de correr!. Eché a correr otra vez. Sentí como su mano estaba a punto de cerrarse alrededor de mi chaqueta, estaba perdida, pero entonces, logré llegar a una calle con gente, no me detuve y atravesé la carretera y casi produzco un accidente de coche. Cuando llegué a la otra acera, me tiré al suelo, y mientras jadeaba miré la callejuela en la que había estado momentos antes.

Me levanté y salí corriendo.

****

Llegué al motel con el corazón en la mano. Saqué la llave del motel. Por lo menos no perdí esto en la persecución.

Entré. En cuanto Sam escuchó el sonido de la puerta, él vino acelerado hasta mí. Me agarró los brazos.

- ¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?

Tragué aire para responder.

- Estoy... Bien, Sam. Conseguí librarme de él.

- ¿Qué era? ¿Pudiste verlo bien?

- Tenía garras, colmillos y unos ojos amarillos atemorizantes.

- Entonces debiste de cruzarte con un hombre lobo.

- Casi me desgarra.

- Tuviste suerte.

- Bueno, ¿y ahora qué hacemos?

- Lo viste en forma humana, ¿no? -asentí- ¿Podrás reconocerlo si lo vuelves a ver?

- Creo que sí.

- Bien. Por la noche saldremos a cazar.


Chained souls (Sam Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora