Metí la última bala en el tambor y lo cerré.
- El colt está cargado y listo -le informé a Sam.
- No tienes por qué venir, esto no tiene que ver contigo.
- ¿Bromeas? No me he montado en este coche para que hagas esto tú solo, yo también estoy involucrada.
- Tan testaruda como siempre.
- Y así me tendrás que seguir aguantando. Y bueno, ¿llegamos y le metemos un tiro entre ceja?
- Ojalá sea así de fácil.
- Pero no lo va a ser.
- Exacto.
Sam me tendió una pistola.
- ¿Vamos a volver a tener la misma conversación?
- No, tienes que tenerla, no sabemos si Azazel vendrá con compañía, y tú eres el único apoyo que tengo, así que tendrás que cubrirme la espalda.
Cogí la pistola dudosa.
- Corres más peligro conmigo armada.
- Me arriesgaré. Nos vamos en diez minutos.
****
Ya casi habíamos llegado al cementerio, un silencio algo incómodo reinaba dentro del vehículo. Sam debía de estar perdido en sus pensamientos mientras conducía, ojalá yo pudiese hacer lo mismo y pensar en algo y olvidarme de la preocupación de que quizá uno de los dos no salga de esta. Bostecé, mira que se empeñan en luchar por la noche.
Sam aparcó el coche delante del cementerio, abrió el tambor del revólver y se aseguró de que estaban todas las balas y me hizo una seña para que empezase a caminar, yo mantenía mi pistola baja, por si acaso se disparaba sin querer.
El cementerio era igual que cualquier otro, lápidas, tumbas siniestras y todo lo demás...
Recorrimos casi todo el cementerio en busca de Azazel o cualquier otro demonio, pero no aparecían por ninguna parte.
- Esto me da buena espina, deberíamos de irnos ahora que podemos.
- No, Azazel va a pagar por todo lo que ha hecho, y lo va a pagar hoy.
- Ya te gustaría, ¿no, Sammy?
Nos giramos, un hombre de ojos amarillos estaba apoyado contra una de las tumbas.
- Azazel.
Sam levantó el colt y disparó tres veces, ninguna de las balas llegó a tocarle. Azazel mantenía su sonrisa.
- Sammy, Sammy, Sammy... ¿Cuándo aprenderás a...?
Sam cortó la frase del demonio pegándole un puñetazo y tirándole al suelo, Sam le apuntó con el colt.
- ¿Unas últimas palabras?
- Sí, que vigiles mejor a tu amiguita.
Alcé una ceja sin entenderle, de repente un brazo rodeó mi cuello y me echó hacia atrás, agarré ese brazo con ambas manos e intenté deshacerme de él, pero él era mucho más fuerte que yo. Giré un poco la cabeza y vi a tres demonios, uno de ellos era obviamente el que me estaba ahogando. Intenté coger mi pistola, pero cuando me quise dar cuenta, mi pistola apuntaba a mi cabeza. Mira que le dije a Sam que no me diese ninguna arma.
- ¡Emily! -Sam se giró hacia Azazel- ¡Suéltala!
- Las cosas no son tan fáciles mi querido amigo.
- ¿Qué quieres de mí?
- Me alegra que preguntes eso, quiero que seas el líder de mi ejército.
- Sam, no le hagas caso.
El demonio me oprimió más el cuello y me quejé.
- ¿Por qué yo?
- Porque eres el elegido, este era tu destino, Sam. ¿Lo harás?
Sam giró la cabeza para mirarme, yo negué con la cabeza.
- Lo haré, pero antes debes dejar libre a Emily.
- Y que me vueles la cabeza con el colt, ¿no? Lo siento pero no será hoy.
- ¿Qué tengo que hacer?
- ¿Ves aquel panteón de allí? Se abre con el colt, ve y ábrelo.
- ¡No lo hagas!
- ¡Cállate! -me ordenó el demonio.
- No voy a dejar que te maten.
Sam caminó hasta el panteón, metió el revólver dentro de una cerradura extraña y las puertas se abrieron. Corrientes de humo negro comenzaron a salir de ella.
- Saluda a tus soldados, Sammy -dijo Azazel con una sonrisa.
- ¡Ahora suéltala!
- Solo cuando nos hayamos ido.
- ¿Irnos? ¿A dónde?
- Es una sorpresa. Ven, acércate -Sam se acercó desconfiado a Azazel, éste le cogió la mano- Tú y yo vamos a hacer cosas muy grandes -Sam desapareció- Soltad a la chica.
- ¿No la vamos a matar? -preguntó el demonio decepcionado.
- No, sin Sam y el Colt, solo es una chica normal, no puede ni considerarse una cazadora.
El demonio me empujó y caí al suelo de rodillas.
- Pienso matarte -le amenacé.
- Hasta entonces, buena suerte.
Azazel y los demonios desaparecieron y me quedé allí en medio, sola. Me levanté mientras tomaba una bocanada de aire y salí corriendo al impala, me metí dentro y comencé a respirar más fuerte. Sam no estaba, había perdido el Colt y no tenía idea de qué hacer ahora. Gran trabajo, Emily.
Como por arte de magia, el móvil comenzó a sonar, pero no era el mío. Miré al suelo del asiento del conductor, el móvil de Sam estaba tirado allí. Me tranquilicé mentalmente y lo cogí.
- Sam, ¿y mi coche? -gritó el chico al otro lado de la llamada.
- ¿Qué?
- ¿Sam? ¿Por fin te has hecho una operación para cambiar de sexo?
- ¿Perdona?
- ¿Quién eres?
- Soy Emily Jones, ¿y tú?
- Yo soy el que hace las preguntas, ¿eres una chica de compañía?
- ¿¡Qué!? ¡No!
- Ya decía yo que mi hermano era demasiado inocente para pagar a una...
- ¿Tu hermano? ¿Eres Dean?
- Ya veo que me conoces, ¿eh?
- Sí, y ya te he visto en persona.
- ¿De verdad? Pues no me acuerdo.
- Normal, estabas en coma.
- Nos estamos yendo del tema, ¿y mi hermano?
- Azazel lo... capturó, y yo no fui capaz de hacer nada.
- ¿¡Qué!? -oí como Dean tomaba aire- Vayamos paso por paso, ¿puedes venir a por mí al hospital?
- S-sí, claro. Me pongo ahora en camino.
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